Me llamo Mireia Vidall. El amor que tengo para el mundo de la moda comenzó cuando tenía 12 años y desde entonces sólo ha hecho que continuar creciendo. Empecé a coser con mi abuela, que me animó a aprender en una academia. Uno de nuestros proyectos fue coser un delantal de cocina, que tuvo tanto éxito entre familiares y amigos que, después, empecé a vender en las ferias de Cataluña cuando tenía 14 años. Mi madre y mi familia siempre me han dado su incondicional apoyo en todo momento, lo que agradezco mucho porque los inicios nunca son fáciles.

Paso a paso empecé a hacer colecciones de vestidos Haute Couture y también vestidos únicos a medida. Allí encontré mi verdadera pasión: al final de cada colección siempre incluí una novia, y los vestidos solían ser rojos o blancos, pero siempre he huido de lo convencional, tanto sea con la forma, los tejidos o el patrón. Quizás era sólo coincidencia, pero en aquella época, muchas personas comenzaron a preguntarme sobre vestidos de novia, vestidos de fiesta y ropa para vestirse en una boda. Estaba terminando el primer año de la universidad que estudiaba diseño de moda, y pensé que ese era el momento: abrí mi primer taller en Barcelona. El primer año me sirvió para crear mi primera colección, trabajé tanto para tener los primeros clientes como para emprender mi sueño hacia delante.

Al mismo tiempo, tuve la oportunidad de vestir a una presentadora de un premio que se libra en Girona y por la familia real de España. Le pregunté a la presentadora si podía hablar con ellos porque quería hacer un traje a la reina y así fue, unos días más tarde, exactamente el día de mi 18 cumpleaños, volaba con mi madre a Madrid para llevar un vestido.

Hubo un cambio en mi forma de crear desde que hice mi primer desfile de moda en Nueva York. Una vez que he estado allí, mi manera de diseñar y mis ideas cambiaron un poco, pero nunca perdieron la esencia y mi filosofía. El año siguiente pude cambiar la ubicación donde tenía mi proyecto y decidí coger un taller diferente en el centro de Barcelona. Debo decir que Barcelona es una ciudad que me inspira mucho y he conocido gente increíble, como clientes especiales con los que todavía tengo contacto y una buena amistad.

Allí me quedé un año más, pero por motivos personales tuve que acabar cerrando aquella tienda. Me encanta mi sueño y siempre lucharé para hacerlo crecer, por eso he abierto mi tienda en Girona, mi ciudad natal. Aquí estoy muy contenta porque es donde empezó todo y tengo la gente que más quiero. Cada vez que miro hacia atrás, me pongo más fuerte y creo más en mí, lo que a veces es difícil, pero tenemos que luchar por nuestros sueños. Muchas veces la gente me pregunta: ¿por qué vestidos de novia? Siempre pienso en eso y la razón principal es que no estoy haciendo sólo vestidos de novia, estoy construyendo un sueño, una ilusión y un vestido que permanecerá en la memoria de muchas personas para siempre.

Esto es lo que me gusta más, el hecho de haber muchas connotaciones detrás de un vestido de novia. Pienso que cada mujer es diferente y especial, y también lo son sus vestidos. Me doy por satisfecha cuando junto con cada novia encontramos una forma, estilo y tejidos perfectos que hacen que la novia se sienta especial, sexy y guapa. Me encantan los desafíos y sobre todo poder conseguirlos.