Me sentí genial desde el minuto 1 con ellas, mi situación era algo particular e hicieron todo lo posible por ayudarme. El vestido precioso, cuidaron cada detalle a la hora de arreglarlo para que yo me sintiese cómoda, además son un encanto y el trato es maravilloso. Solo me arrepiento de no haber ido al taller antes.

Desde la primera visita sentí una conexión especial con Brenda. Supo encontrar "el vestido" para mí. Muy amable, empática, detallista, y gran profesional. Conoce su oficio, es muy buena. También puedo decir que María, la modista del Ático, es increíble. Pura amabilidad, gran profesional. Y, por último, conocí a María en mis últimas pruebas. Aportando ideas increíbles que solo una diseñadora puede hacer. Gracias a las tres.

Ático fue el primer sitio y el único al que fui a probarme vestidos. Yo llevaba una idea en mi mente y allí encontré lo que quería. Brenda y María son encantadoras y adaptaron el vestido a mis gustos y no pudo ser mejor el resultado.

Contacté con Ático porque trabajaban con marcas que encajaban con el estilo que yo estaba buscando y fue un acierto 100%. Desde el primer momento el trato fue increíble, supieron aconsejarme, guiarme y sobre todo escucharme para llegar al vestido final. Su trato es súper profesional y cercano, hicieron que me sintiese como en casa. Lo recomendaría a cualquier amiga.

Me casé el 15 de julio y se encargaron de hacer mi vestido de novia. Fueron encantadoras desde el primer momento y me asesoraron con gran profesionalidad en función de mis gustos y necesidades. Tanto María, como Brenda y María José con una personas estupendas que se toman muy en serio su trabajo por eso recomiendo este sitio sin lugar a dudas.
Gracias por todo!

Mucho antes de saber que me casaba, sabía que el vestido sería del Ático. Lo que no sabía es que María lo iba a poner tan fácil, que las pruebas fueran todas increíbles y que no podría haber elegido mejor vestido. Ha sido un auténtico placer todo el proceso, ese momento tan mágico de la mano de María. ¡Gracias!

Si quieres ir radiante el día de tu boda tiene que hacerte el vestido María. Se adapta a tus gustos, te asesora y te deja ser tú. ¡Es genial y muy profesional! ¡Todo un acierto!

Desde el principio tenía claro que quería un vestido diferente a lo habitual —al menos diferente a lo habitual entre mi grupo de amigas/conocidas, a las que les encanta el corte princesa—, pero no solo en lo estético. Quería un vestido que me permitiera ser yo misma, sentirme cómoda, que pudiese correr para evitar que me echaran a la piscina o que pudiese bailar toda la noche sin sentirme presionada.

María me enseñó el vestido perfecto y me enamoré nada más verlo. Gracias a ella, todo fue más fácil a pesar de que la primera vez que entré las tallas eran pequeñas y apenas me servían. El resultado final fue exquisito gracias a ella y a Mari, que mimaron cada detalle del vestido. Gracias a ellas encontré el vestido perfecto, con el que ser yo misma el día de mi boda —y de paso, pude dejar boquiabiertos a unos cuantos/as—.

Las elegiría una y mil veces. Un trato de 10 y muy, muy, muy profesionales. Desde el primer momento entendieron lo que quería y convirtieron una idea en mi vestido de novia. Estoy encantada.

Desde la primera visita al Ático la atención fue exquisita. María es una persona encantadora, que dedica el tiempo necesario a acompañarte en la búsqueda de tu vestido perfecto. Con unas sencillas pero acertadas preguntas, capta tus gustos y personalidad, para así ofrecerte varias opciones que puedas probarte.
En mi caso, la magia se hizo con el primero que me probé, no hizo falta mucho más. En medio de todo este proceso, con el vestido ya terminado y a un mes de la boda, hubo que aplazarla por culpa de la pandemia. Con María todo fueron facilidades, guardó el vestido año y medio. Tuve un bebé en ese tiempo, eso no fue un problema con el vestido, en cuanto se pudo retomamos las pruebas y finalmente el resultado fue maravilloso. Solo puedo darte las gracias por tu profesionalidad, cercanía y tener siempre esa sonrisa en la boca que hace que todo sea más fácil.

Soy una de tantas chicas que cuando buscaban su vestido no lo encontraba, sentía que estaba disfrazada y que nada de lo que se ponía era lo que buscaba. No era yo. Me recorrí todas las tiendas de Vigo, y algunas de otras ciudades. Ahora bien, cuando entré al taller de María y vi todos aquellos vestidos me cambió la cara. Por fin encontré vestidos diferentes. María te pregunta qué es lo que estás buscando y te deja probar diferentes opciones. Lo bueno de sus vestidos es que los puedes personalizar, puedes combinar diferentes elementos que te gustan o cambiar algo que no te convence. Lo puedes hacer como tú quieras. Y se harán todas las pruebas necesarias hasta que el vestido quede perfecto. Su taller es para novias diferentes, que buscan algo distinto. Gracias a ella fui yo en mi boda, me sentí cómoda, conseguí un vestido sencillo, cómodo, diferente y sobre todo precioso. Muchas gracias, María, a ti y a tu modista por todo el proceso, gracias de corazón por hacer todo lo posible para hacer las pruebas cuando mi madre estuviera en Vigo. ¡¡Muchas gracias por todo, a las dos!!

Veréis, después de un gran imprevisto a un mes de casarme, fui corriendo a María como una loca. Me habían dejado colgada con mi vestido. Se lo conté y enseguida me transmitió esa confianza, esa tranquilidad, esa ternura, esa profesionalidad y sobre todo, esa capacidad resolutiva. Me fascinó cómo me vistió, cómo me ayudó con los complementos, cómo personalizó cada detalle, cómo hizo mío y para mí un vestido. María es auténtica, es cariñosa, es alegría y positivismo, y además, es una auténtica profesional. Te capta al instante y te ayuda a escoger, a divertirte y a enamorarte de tu vestido. Demuestra verdadera pasión. Tiempo récord, magnífica resolución y confianza plena. Su lugar es una maravilla, diseño exquisito, con mucha clase y con mucha pasión. Es espacioso y lo tiene increíblemente decorado. Me da pena no casarme otra vez, porque me casaría 100 veces y siempre la elegiría a ella y a su ático.

No existen palabras de agradecimiento para María... Después de visitar muchas cadenas de vestidos de novia en muy poco tiempo por vivir en otro país, estaba muy desilusionada... No encontraba mi vestido, ninguno era mi estilo, me veía disfrazada. ¡Hasta que llegué a la última tienda que me quedaba! ¡Allí estaba María con su eterna sonrisa! Lo primero que me preguntó fue qué idea de boda tenía, cuál era mi estilo... Y que me pasease por el ático para ver cada vestido, tocarlo y explicarle qué me gustaba de cada uno y qué no. ¡Pues el primer vestido que me probé fue mi vestido! Era de Otaduy, con corte imperio, de fino tul de seda bordado, con dos mangas de seda al bies que parecían “alas”... ¡En fin, era espectacular! Dicen que cuando es tu vestido lo sientes, y así fue, en cuanto lo probé sentí que era el mío... ¡Me veía tan sencilla y tan bella! Decidimos personalizarlo para hacerlo único, la espalda la descubrimos a completo, y alargamos mucho la cola para darle un estilo más medieval. Además, decidimos con el velo sujetarlo en las muñecas con cintas invisibles para cubrir los brazos durante la ceremonia religiosa y dar sensación de “vuelo” ya que se movía con el movimiento de los brazos. Todo el protagonismo lo llevaba la corona de oro envejecido diseñada y creada por Suma Cruz. Desde que conocí a María me pareció una mujer increíble, profesional al máximo, ¡solo hay que ver todos los trabajos que ha hecho! ¡Yo me enamoré perdidamente de mi vestido, así que no podía ser otra persona para hacerme recordar ese día tan maravilloso y verme la mujer más bella del mundo! ¡Y menudo acierto! ¡Al vivir en el extranjero ella consiguió crear el vestido de mis sueños en apenas 10 días! ¡Hizo posible lo imposible! ¡Era como no llevar nada ese día, pude bailar, saltar, disfrutar como nunca! Y qué calidad de vestido... Todo el mundo me preguntó que de dónde era, que no habían visto un vestido tan original nunca, por su tela y su corte. ¡Era tan sencillo, pero tan bonito! Dentro de muchos años cuando vea las fotos de nuevo sé que seguiré viéndome yo, sencilla y bella. ¡A todas las pruebas que pude ir mi abuela que siempre vino conmigo, y María la ha tratado siempre con un cariño que no hay forma de agradecer! ¡Al final mereció la pena todo el camino lleno de obstáculos, ese día fue inolvidable, una boda imperfectamente perfecta! Y no, no existen palabras para agradecerle toda su paciencia, cariño y profesionalidad... ¡Sin dudarlo ni un segundo la volvería a escoger cada día de mi vida! ¡María, eres magia! ¡Y ya sabes el cariño tan grande que mi abuela y yo te tenemos!

Desde el primer momento que entré en el Ático de María me sentí supercómoda, y ella captó al momento cómo quería que fuese mi vestido. Tiene preciosidades, y desde el primer día me enamoré de mi vestido. María es muy atenta, está pendiente de todo, te aporta tranquilidad, te ayuda y asesora en todo. Es muy flexible a la hora de las pruebas, y cada segundo que pasas allí es maravilloso. Sin duda, ¡contaría con ella una y mil veces más!

Sin duda un acierto. Se adaptaron en todo momento a mi disponibilidad de horarios y días para las pruebas, ya que vivo fuera de Galicia.

Y el vestido lo hicieron con todos los requisitos que yo buscaba. Me daban un montón de recomendaciones cuando me surgían algunas dudas. Y en todo momento demostraron ser unas grandes profesionales, ya que controlan muchísimo de diseño y arreglos.

Sus vestidos son totalmente fuera de lo habitual que tienen todas las demás tiendas de novias (que parecen cortadas todas por el mismo patrón y no son nada flexibles a la hora de modificar un modelo). Desde vestidos clásicos a vestidos más arriesgados o modernos. Se adaptan a todas las novias.