Cuando acudimos a su oficina por primera vez todavía ni siquiera habíamos decidido casarnos, fuimos buscando orientación sobre si las ideas que teníamos eran viables. No iba a ser una boda habitual y, desde luego, no lo fue. De nuestra primera toma de contacto ya salimos muy emocionados, vimos nuestras locas ideas representadas y nos hicieron sentir que participaban de la ilusión de nuestro proyecto. Nos dieron alas. La ceremonia civil la celebramos un viernes, con la familia solo y el sábado haríamos una fiesta con los amigos en la que también tendríamos una ceremonia. Esta segunda parte, que es a la que dedicamos nuestros esfuerzos, deseábamos celebrarla en una lugar industrial, una antigua fábrica, un pabellón industrial en el que se notaran los restos de su actividad.
Partiendo del concepto fiesta, era imprescindible que fuera de tarde-noche-madrugada y con total libertad horaria. A pesar de las dificultades, sobre todo de esto último, no cesaron en la búsqueda del lugar perfecto, no estaba nada fácil.
Debimos ser pioneros en eso de casarse en una fábrica, dado que los propios propietarios se asombraban de que deseáramos celebrar una boda en un lugar así...
Desde el principio les comentamos nuestro deseo de poder participar en la decoración y les encantó, incluso nos animaban con diferentes ideas para elaborar detalles que nosotros deseábamos estuvieran presentes. Eso da una imagen clara de su forma de trabajar.
A las dificultades mencionadas, añadimos el hecho de querer tener espacio suficiente para que existieran tres zonas diferenciadas y montadas desde el principio:
Una zona de ceremonia, cercada, de manera que los invitados durante la ceremonia no vieran nada más que esa zona. Se ubicó en la entrada del pabellón, con unos fardos de paja por asientos, conveniente y elegantemente cubiertos para hacer más cómodo el mismo. Los fardos y unos faroles hacían camino al altar, en el que se disponía un fardo para nosotros, una mesa a modo de altar, y un arco de madera que mi pareja tuvo la oportunidad de fabricar. Detalle que como agradecimiento dejamos en sus manos para futuro eventos en los que pudieran necesitar. Era indispensable que en esa zona hubiera un equipo de música con micrófonos, dado que no hubo "música de entrada de la novia", yo esperándole en el altar, canté (no muy bien) junto con el novio, mientras él entraba con nuestras dos perritas (también indispensables en nuestra boda).
Una segunda zona en la que se dispusieran varios puestos de comida minuciosamente elegida. Una puerta tras el altar daba paso al resto del pabellón, en el que encontrábamos esta zona de puestos, con bobinas de cable y palets a modo de asiento.
Y una tercera zona, en la que, ya sentados, se dispusieran dos platos principales y el postre, bajo un cielo de guirnaldas. Aunque a la decoración y estilo le hubiera ido mejor otro tipo de mesas, era importante que fueran redondas y la verdad es que no se lo pusimos nada fácil, porque pedimos que los invitados estuvieran distribuidos en solo tres mesas ( una incluso de 13 comensales). Esforzándose hasta el último día ( literalmente) nos las consiguió.
En esta zona, además, y gracias a un préstamo de Sarean, teníamos una mesa que era una antigua maleta de óptico haciendo las veces de mesa presidencial. Pero en este caso solo para dos, una cena íntima de los novios, rodeados por una luna de velas.
Encontraron el pabellón perfecto para poder acoger todas esas ideas y realidades y mucho más...: Nos consiguieron un antiguo coche a modo de Photocall. La antigua fábrica aún disponía de diferente maquinaria y herramienta, complemento ideal en nuestra decoración general y reforzada con la iluminación a base de velas que dispusieron. Una decoración de piñas y flores que unía los tres espacios.
Además, decir que para nosotros era muy importante que los invitados no supieran donde se celebraba la ceremonia. Les encantó. Solo sabían que un autobús iría a buscarles a Moyua y de ahí al destino... Consiguieron que el conductor no soltara ni una palabra durante el trayecto.
Bueno, está claro que esta no es la típica opinión, no hemos querido limitarnos a mencionar si nos gustó o no, queríamos que con nuestras palabras pudierais participar de esa opinión, del proceso y del resultado sobre todo, para que así pueda hacerse una valoración personal del trabajo de calidad que realizan, y la familia de la que te hacen formar parte durante el proceso.
Cierto que no todo han sido luces, está claro que en un evento de estas características existen problemas y diferencias, pero he de decir que siendo un evento tan poco habitual, el proceso si bien, complejo, dio lugar a un resultado increíble e inolvidable. Al final buscábamos hacer un evento personal, sin tener que seguir pautas tradicionales y compenetrarnos tan bien lo hizo posible. Desde Liberty66 participaron de nuestro proyecto como si fuera el suyo, y eso se notó. Un evento inolvidable y no solo para nosotros. A día de hoy todavía los invitados nos siguen felicitando por lo especial y personal que fue el evento.