Tristeza y decepción
He dudado muchísimo escribir o no mi sobre mi experiencia con ellos, sobre todo por el daño que me ocasiona recordar algunas cosas de mi boda, que he organizado con tanta ilusión y cariño, pero lo hago con la intención de ayudar a alguien que esté dudando o que ya esté viviendo lo que yo viví. Nos recomendaron los servicios de J. y pensamos que sería una buena opción, ya que vivimos en Sevilla y nos casábamos en la costa de Cádiz. Desde el principio percibí que era una persona desorganizada, pero que nos atendía y nos aseguraba que todo saldría muy bien. Quise creer en ello y confiar en la recomendación, aún ignorando mi instinto. Nuestra boda iba a ser inicialmente en septiembre de 2020, aunque tuvimos que retrasarla por la pandemia. Desde 2019, ya teníamos claro el menú que queríamos y que probamos en el restaurante Antonio, incluso habíamos elegido la vajilla, mesas, etc., con un proveedor que trabaja con ellos. Todo apuntaba a que sería la boda que nosotros habíamos soñado. En ese punto nos quedamos con un contrato, que, al cambiar de fechas, no se modificó, pese a las numerosas insistencias de mi marido. Nos aseguraron que hasta poco antes de la boda, cuando todo estuviera definido, no nos lo daría, ya que trabajaban así y que confiáramos.
Cuando finalmente pudimos poner en marcha de nuevo la boda, realizamos una prueba de menú con la familia y nos decidimos por todo. Queríamos unos entrantes muy largos y generosos para poder disfrutar del sitio y en mesa algo más ligero, ya que el grueso era fuera. No queríamos escatimar en comida y elegimos unos entrantes muy abundantes, que según nos dijo J., era más que suficiente por la cantidad que saldrían. Nos comentaron, en una visita al sitio donde se celebró la boda, que tenían vajillas nuevas, etc., y que fuéramos a elegirlas a Sanlúcar (vivimos en Sevilla). Era la segunda vez que íbamos, pero yo quería tener una boda preciosa y a finales de julio fuimos. Allí cambié de opinión con respecto a la vajilla inicial que elegimos antes de la pandemia, porque nos gustó otra más. La mujer que nos atendió nos dijo que esa vajilla estaba asociada a otro catering, pero que, en una semana, si no estaba reservada para nuestra fecha, nos la dejaban a nosotros. Pasó una semana y no nos llamaron, así que mi marido habló con J. y nos dijo que era para nosotros sin problema. Entre todo esto, puedo deciros que mi pareja y yo hemos tenido numerosas peleas porque he ido viendo como todo era informal y hecho sin rigor (podría poner más ejemplos), pero no queríamos pensar en que saldría mal, quizás por las ganas acumuladas de celebrar nuestra boda. Por resumir un poco más, el contrato con todo detallado nunca llegó. Yo me estaba poniendo cada vez más nerviosa, hasta que el lunes, antes de nuestra boda, nos llama J. y nos dice que la vajilla que elegimos está cogida. Que era de otro catering y que ha habido un malentendido. Yo me quedo a cuadros y exijo que se respete lo que elegimos, explicando lo que nos habían dicho. Él finalmente, consigue que se nos respete la vajilla. Al día siguiente me dice que nos cambian la cubertería… Yo trago, a disgusto, se lo manifiesto, y finalmente nos respetan lo que elegimos, de nuevo. Se podría decir que lo solucionó, ¿pero es lógico ese nivel de cambios y estrés a días de mi boda? A todo esto, seguíamos insistiendo por un contrato que seguían sin hacernos, y yo cada vez más nerviosa y llena de sarpullidos por el estrés. Le manifesté que cuántas sorpresas más tendríamos que vivir, y efectivamente, vinieron más. El día de nuestra boda, yo ya fui consciente de muchos errores, que mis invitados me han confirmado y ampliado. Yo añadí vino rosado, que nos regaló aparte mi suegra, y a los invitados, se les dijo que no había en mesa (sobrando más de una caja). Los entrantes (el grueso de la boda) estuvieron mal servidos. Hubo invitados que no comieron nada, habiendo elegido unos entrantes muy, muy, muy extensos. ¿Cómo puede ser? Contratamos sombrillas siguiendo las indicaciones de J. Él nos dijo que las que llevábamos eran más que suficientes… No había sombra donde montaron la recepción. No salieron entremeses que habíamos contratado y que a posteriori nos reconoció que era cierto… Mi suegra nos regaló salazones de atún para que ellos montaran un buffet, y no lo hicieron. Justificaron que lo habían montado, nadie lo vio, y sirvieron el producto mal. En mesa, elegimos un pescado que ellos me aseguraron que saldría tal y como lo comí… No fue así. Frío y crudo según más de 30 invitados. Insuficiente, además, teniendo en cuenta el fallo de los entrantes. En la barra libre, no sirvieron cerveza… Se quedaron sin ella. Recena escasa y, de nuevo, mal servida. Podría seguir enumerando cosas, pero quisiera concluir reseñando y subrayando que todo estaba previsto para salir perfecto, incluso él nos dijo que sería una boda de 10 y que nos regalaría un buffet de cervezas (nos puso dos champañeras, dice, con cerveza), pero que la gestión lo estropeó todo. Nosotros pagamos a cinco camareros más, que no se notaron. Cuando fuimos a terminar de pagar, el domingo, le dijimos a J. muchas de estas cosas, y al seguir sin contrato, era difícil reclamar un céntimo. Cansados y hartos, no insistimos, pero más tarde, esperamos dos semanas para hablar con nuestro catering y él y de nuevo, exponer todo esto y más cosas. Nos pidieron disculpas, y nos quitaron una cantidad mínima, de un total bastante amplio. Y yo me pregunto, ¿quién me devuelve a mí ese día? ¿Tan poco valen los errores de mi boda? Entre tanto error, hubo aciertos y lo que se sirvió o les llegó a algunos invitados, era de calidad. No obstante, nosotros pagamos una boda de sobresaliente y no ha llegado ni a un 6, para mí. Por suerte, hubo tantas cosas buenas, por otros lados, que me quiero quedar con ello. La culpa, reflexionando finalmente, es nuestra, por confiar y por no rechazar los servicios de una persona que trabaja con improvisación, bajo mi criterio, y sin documentos oficiales que ahora avalen esto. Nos vendió la mejor boda del mundo y no ha sido así. Nuestra boda nos ha costado mucho esfuerzo y hemos puesto mucha dedicación en ella. Siento, enormemente, la imagen que se dio ese día, por su parte, y ojalá nadie tenga que vivir lo que yo he vivido y sentir lo que yo siento en estos momentos.