Sabor agridulce
Contactamos con E. un año y medio antes de la boda, y conectamos enseguida. Era la persona perfecta porque la boda se celebraba en La Vera, y nosotros vivimos en Madrid. No era una boda fácil, porque tenía lugar en una finca particular con un montaje complicado y muchos proveedores (hasta 10).
Cuando vino el Covid-19, estuvo muy pendiente de nosotros, dándonos ánimos y siempre disponible para aclarar nuestras dudas. Nos acompañó y nos tranquilizó mucho. Hubo que cambiar la fecha de la boda, y la gestión fue rápida y eficaz. Enseguida se llegó a un acuerdo para la nueva fecha, tarea difícil por la cantidad de proveedores. Luego hubo que cambiar la hora del evento, y la verdad es que de nuevo la gestión por su parte fue rápida e impecable, facilitándonos mucho la comunicación con todos. De E. destacamos sobre todo su capacidad de empatía y le agradecemos enormemente su profesionalidad en momentos tan difíciles, sobre todo para su sector. Además, destacamos su capacidad de adaptación a nuestras necesidades, pues hizo todas las visitas técnicas necesarias amoldándose a nuestra disponibilidad.
Sin embargo, en la última semana antes de la boda nos encontramos con fallos importantes en la gestión: hubo varios proveedores (flores, electricidad, generador) indispensables para la celebración de la boda de los que no teníamos ni presupuesto, ni contrato. Dos de ellos nos enviaron presupuesto y/o albarán dos días antes de la boda. El tercero nos envió factura una vez pasado el evento. Una de las razones por las que queríamos un servicio de wedding planner era para conseguir proveedores de la zona y gestionar las distintas opciones, puesto que nosotros vivimos lejos y no podíamos ocuparnos de buscar proveedores. No nos pareció razonable no tener con tiempo suficiente (habían pasado dos años y medio desde la contratación) varios presupuestos para elegir ni que se nos hicieran llegar un par de días antes de la boda, cuando en ese momento ya era imposible decir que no. Obviamente, no responsabilizamos a E. de si un proveedor es más o menos serio. Pero sí creemos que debería haber estado más pendiente de ellos y si no responden, tener más opciones en la recámara. No sabemos si lo que hubo fue un fallo de previsión o un exceso de confianza. Pero sí creemos que la gestión con tres proveedores fundamentales falló. Y nos los tuvimos que comer con patatas, porque no hubo tiempo material para buscar alternativas. Así que en ese aspecto, no estamos nada satisfechos con su gestión, tal y como ya le hicimos saber.
En cuanto al día de la boda, y aunque obviamente estábamos muy abrumados con tantas emociones y no estuviéramos pendientes de todos los detalles de su trabajo y del de su equipo, hubo cosas que sí nos llamaron la atención. Y no precisamente para bien. Por ejemplo: de todos los proveedores, fue la última en llegar (cerca de las 10 de la mañana, empezando la boda a las 12:30), cuando entendemos que debería haber estado la primera allí (como nos consta que sí ha hecho y hace en otras bodas). Durante la ceremonia, y aunque tenía el orden de los acontecimientos por escrito y lo habíamos repasado el día anterior, nos preguntó varias veces qué era lo que tocaba. De hecho, hay muchas fotos donde se nos ve dándole indicaciones. No parece razonable que tengamos que estar pendientes de eso y no poder disfrutar al 100% del momento. Tampoco entendimos otros detalles: por ejemplo, que nos preguntara en qué mesa se sentaba un invitado en concreto (cuando ella tenía los listados desde hacía tiempo), que los invitados no tuvieran pétalos a nuestra salida y tuvieran que repartirlos unas amigas, que preguntara a otra amiga de qué dirección y en qué coche llegaba la novia, o que para hacer las fotos de grupo no tachase del listado preparado por nosotros las fotos ya realizadas, llamando varias veces a los mismos invitados que ya se la habían hecho. Hubo también mucha descoordinación con el tema de las mascarillas de los novios. En general, vimos poca preparación previa, aun teniendo ella toda la documentación de antemano y con mucha antelación.
También creemos que hubo deficiencias en cuanto a la comunicación con los invitados, pues había muchas actividades preparadas para ellos (libro de firmas, árbol de huellas, disfraces para el photocall con atrezo...), y muchos ni se enteraron y tampoco se les dijo nada. Otro ejemplo de falta de comunicación con los invitados es que en varias ocasiones tuvieron que ser los proveedores de la música los que asumieron tareas que, en nuestra opinión, tenía que haber hecho ella porque estaba al corriente de todos los detalles (hablar con las personas que iban a hacer charlas, gestionar una sorpresa que había con la tarta...). En cuanto a la decoración, es verdad que habíamos preparado muchísimas cosas y no todas se podían poner. Lo dejamos todo en sus manos para que ella decidiera (habiendo mandado fotos con antelación y recalcando qué era imprescindible). Al final recayó todo el peso en la decoración floral, cuando creemos que se podía haber sacado más partido a algunos de los elementos que nos gustaban, o añadiendo alguna cosa más de las ya preparadas y compradas o, sobre todo, dando más visibilidad a elementos que estaban muy poco visibles (por ejemplo, unos cuadros de frutos con poemas).
También se le comentaron varias cosas que no nos gustaban, y aun así se pusieron (arco de flores redondo), o tuvimos que recurrir a otros proveedores o miembros de la familia para que nos ayudaran (cable visible, macetero poco decorativo...).
Aunque puedan parecer minucias con respecto a todo lo que sí salió bien, que fue prácticamente todo, creemos que eran cosas evitables con una buena preparación, anticipación y previsión. Aunque los invitados no se enterasen de nada, nosotros sí. Y nos dio mucha rabia, porque habíamos invertido mucho tiempo y esfuerzo en tenerlo todo pensado y preparado. Al final nos dio la impresión de que hubo una falta de organización previa. En definitiva, nos quedamos con que obviamente los invitados no se enteraron de la mayoría de estos pequeños detalles y la mayoría alabó la labor y el trabajo de E. y su equipo (aunque es verdad que algunos sí nos hicieron comentarios), y que la boda salió fenomenal y fue inolvidable. Aunque sean pequeñas cosas las que hemos reseñado, nos pareció que todo eso, que era previsible, tenía que haber estado controlado. Sinceramente, pensamos que al ser una boda pequeña de apenas 50 personas, el equipo de E. se relajó. Y muchas de las cuestiones que tenían que haber tenido bajo control, no las tuvieron. Nosotros no tuvimos la sensación de estar descargados de responsabilidad y tuvimos que estar pendientes de cosas cuando lo que tocaba era disfrutar. Posiblemente seamos unos novios exigentes y perfeccionistas y nos gusten las cosas bien hechas. Por eso llevábamos tanto tiempo preparando la boda, y pusimos toda la documentación y todas las facilidades a E. y a su equipo para que lo llevaran todo preparado y controlado al dedillo. Y si contratamos un servicio completo de wedding planner es para que todo esté previsto y organizado. Y no nos pareció que esto fuera así, por lo menos en algunos momentos puntuales.
Por supuesto, sabemos que muchísimas cosas, la mayoría, salieron a la perfección, y que el trabajo realizado en la sombra fue brillante y discreto. Y agradecemos enormemente su esfuerzo, dedicación y horas invertidas. Pero sí nos quedamos con un sabor agridulce. Teníamos unas expectativas y no se cumplieron, ni en cuanto a la gestión previa ni en cuanto al día de la celebración. Aun así, fue una boda preciosa.