Llega el momento de organizar la ceremonia y quieres que sea un acto único e inolvidable. Una ceremonia es algo más que eso, básicamente porque expresa las emociones de una pareja de novios en un día muy importante. Es un compromiso, la unión de dos personas, y eso lleva consigo mucha responsabilidad.

Por todo esto es muy importante que escojas muy bien el oficiante o maestro de ceremonias. De hecho, es importante hasta el punto que en muchas ocasiones el éxito o el fracaso de una ceremonia dependen en gran medida de esta figura, de la experiencia que tenga en la realización de este tipo de eventos, de su personalidad, conocimiento de la materia, nivel de empatía con los novios...

El maestro de ceremonias es la persona que conduce la misma siguiendo un guion previamente establecido que, habitualmente, se confecciona tras haberse reunido con los novios y haber escuchado sus preferencias en cuanto al tipo de ceremonia que desean, para que así el resultado final sea una ceremonia única donde se perciba con claridad el toque personal de la pareja.

El trabajo de un maestro de ceremonias se considera perfectamente ejecutado cuando el papel protagonista recae en la pareja y no en el oficiante. Es muy importante contar con un profesional y evitar sorpresas durante la ceremonia. Por muy buena intención que le pongan algunos familiares y amigos, no todo el mundo vale.

Un buen orador es imprescindible. Debe saber llevar el tono de la
ceremonia, marcar los ritmos y levantar la vista del papel. Contar con un buen maestro de ceremonias hará que el acto sea inolvidable. Y muy importante, evitará que los invitados pierdan interés.

Por eso yo no dejo nada a la improvisación. Todo se estudia, se define previamente con los novios y se desarrolla de acuerdo al timing establecido. Siempre existe la posibilidad de situaciones imprevistas que van a poner a prueba el saber estar y las
tablas de la persona que conduce ese acto, ¡pero os puedo asegurar que todo saldrá perfecto si confiáis en mí!