Mi forma de trabajar como fotógrafo de bodas se basa en la autenticidad y la sensibilidad.
Adopto un enfoque natural y documental, alejándome de los posados forzados para centrarme en lo que realmente importa: las emociones genuinas, los gestos espontáneos y la belleza de lo que sucede sin artificios.

Cada boda es una historia irrepetible, y mi objetivo es narrarla con honestidad, elegancia y una mirada atenta al detalle. Me gusta pasar casi desapercibido, observando con discreción para capturar esos momentos que muchas veces ocurren en silencio, pero que dicen tanto.

Los abrazos sinceros, una mirada cómplice, las manos entrelazadas, la risa inesperada... son esos pequeños instantes los que, en conjunto, construyen el recuerdo más fiel y emotivo del día.

Busco que cada imagen hable por sí sola, que transmita lo vivido, y que con el paso del tiempo siga emocionando como el primer día.