Cuando era niño todos me preguntaban: "¿a qué te vas a dedicar?". Yo no lo tenía muy claro. De lo que sí estaba seguro es de que mi sitio estaría con personas felices.

Con el paso del tiempo, empezaron a casarse mis amigos, primos de mi edad... Y observé que una boda tiene mínimo un año de preparativos llenos de ilusión. Sí, es un periodo mágico para los novios, organizando su boda perfecta. Implicando a padres, abuelos, amigos, familiares en general, que en cada momento los novios contagian de alegría a quien les rodea.

Por todo esto, y mucho más (no quiero hacerme pesado), empecé a estudiar todo lo que engloba los preparativos de una boda, hasta que ha pasado el tiempo una vez que terminó. Es una experiencia inolvidable, os lo aseguro.

Sin pretenderlo, me había metido de lleno en el mundo de los eventos. Empecé a hacer mis primeros bocetos de tarjetas, invitaciones, composiciones fotográficas, álbumes de fotos, seating plan, cartelería... Todo enfocado para que los eventos sean únicos e inimitables. Por este motivo, casi todo lo que hago no lo subo a redes sociales (a no ser que me lo pidan los involucrados), prefiero que contacten con nosotros para informarnos, y que todo sea personalizado.

Soy muy feliz en esta profesión. Al final me dedico a lo que de pequeño sentía, aunque no supiese ponerle nombre a las preguntas que me hacían.