La boda de Víctor y Carmen en Cañada Verde, Santa Cruz de Tenerife
Rústicas Otoño Blanco 8 profesionales
V&C
29 Oct, 2016El día de nuestra boda
Hemos pasado un año maravilloso, preparando detalles, mil ideas que teníamos en la cabeza (aunque al final, inevitablemente, algunas se quedaron en el tintero). Al hacerlo con tanto tiempo, fue un proceso bastante relajado... pasito a pasito, sin empezar algo sin haber terminado otra cosa. No queríamos wedding planner, ¡queríamos ser nuestros propios organizadores y nuestros propios decoradores! ¡y lo fuimos!
Teníamos claro que queríamos una finca donde pudiésemos hacerlo todo, desde la celebración hasta la fiesta y encontramos el lugar perfecto: al aire libre pero un plan B por si llovía. ¡Que era finales de octubre! Mis nervios: la semana antes, ¡tormenta en el sur de Tenerife! ¡Me pasé dos semanas mirando la previsión cada pocas horas! Pero ese día fue perfecto (hasta caluroso).
El día antes estuvimos en la finca colocando las 20000 manualidades que habíamos hecho, desde los tarros de flores para las mesas, hasta carteles de bienvenida, palets con luces o farolillos...
Seguir leyendo »Y llegó el día... muy relajado todo... lo primero fue peluquería. Yo había encargado el ramo con una idea y encargué el tocado con la única premisa que hiciera juego con el ramo, nada más. Llegó a casa y... ¡me quedé sin palabras! ¡Preciosas las dos cosas! Cuando empezaron respiré hondo: ¡ya todo estaba en marcha! Luego maquillaje y... ¡vestido! Te pasas un año escogiendo cosas por separado, en tu cabeza no sabes a ciencia cierta cómo será el resultado final, si todo el conjunto hace click... ¡lo hizo! cuando me miré en el espejo estuve convencida de lo bien que había escogido, ¡estaba tal cual me imaginaba!
Llegamos al lugar puntuales, tanto, que mi novio estaba todavía en la puerta. Casi llego yo antes que él. ¡Y... el resto fue perfecto. ¡Mágico!
Una ceremonia civil oficial, la concejal se implicó desde el momento cero, conociéndonos, preguntándonos... de tal modo, que la ceremonia fue preciosa (¡intenté aguantar las lágrimas más de una vez!), a ella se unieron unas palabras de una de mis mejores amigas y de mi padre... ¡aquí sí que fue difícil controlar las lágrimas! Luego quisimos hacer la ceremonia de la arena, ¡pero nada de arena de colores! Arena de dos sitios que significaban mucho para nosotros y, realmente, esos dos sitios nos representaban bastante: mar y monte. Y también la ceremonia de la rosa.
A partir de ahí, todo fluyó de la forma más natural, la gente que se olvidó de coger el confeti y arroz ¡y tuvimos que esperar para hacer el pasillo! Fotografías y entrada en el cóctel ante el aplauso de todos nuestros seres queridos. Hablar con unos, con otros, reír, llorar, abrazos, momentos divertidísimos en los que todos los chicos deciden mantearme y todas las chicas mantearlo a él.
Luego entrar al salón donde se servía el plato final y el postre (no hubo tarta)... me había imaginado con quedaría una vez todas las velas encendidas, pero superó todas mis expectativas. La gente se quedó en la puerta y nadie entraba, tuvimos que entrar nosotros, y luego nos dijeron: estaba tan bonito que nos quedamos observando y absorbiendo cada detalle.
Y tras el postre... ¡el baile! sin que, ahora sí, mi marido lo supiese, había comprado bengalas y, mientras bailábamos, todo el mundo nos rodeó con ellas… ¡fue mágico! Luego lanzamiento del ramo, hubo un pseudo ramo: mi ramo se lo entregué a mi madre, tras unas palabras que no pude completar por la emoción. Y a mis amigas, que no las podía dejar sin ese momento: ¡hice un ramo yo misma que tuve preparado para lanzarlo!
¡Y finalmente la fiesta! Acabé con unas all star bailando y saltando toda la noche. Todos, hasta el último momento no paramos, ¡fue genial! superó todas nuestras expectativas, todo el catering, fotógrafos, finca, iluminación, dj... como me dijo alguien: ¡es que no hay ni un sólo pero!
El broche final fue la última canción, el DJ puso la misma con la que abrimos el baile... estábamos bailando todos y, de repente, todos nuestros amigos nos rodearon y nos quedamos en el centro, ¡y volvía a llorar de felicidad!
Conclusión, hemos tenido la boda perfecta, y tras bajarnos de la nube en la que estuvimos sumidos un par de días, decimos que si la tuviésemos que repetir, sería tal cual, ¡punto por punto!
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