La boda de Toni y Cristina en Pujarnol, Girona
En el campo Verano Rosa 5 profesionales
T&C
03 Jul, 2021El día de nuestra boda
Nosotros nos casamos en la casa de colonias El Clar del Bosc y no pudo ser más perfecta. El viernes por la tarde nuestros padres, hermanos y nosotros ya nos fuimos hacia la casa para preparar todo y acabar de montar los detalles que nos faltaban. Como yo soy diseñadora gráfica y me encantan las manualidades, nos lo hicimos casi todo nosotros de la decoración, así que podéis deducir que tuvimos faena, pero aún así, lo pasamos en grande. Ellos se sintieron más parte de la boda e incluso unió más a las dos familias. El viernes noche todo fueron risas y diversión para quitar los nervios del gran día que nos esperaba al día siguiente.
Por la mañana del día B nos despertamos todos bien temprano, desayunamos y nos pusimos en marcha con el resto de preparativos que no pudimos hacer el viernes. Llegó la florista y empezó a decorar todos los rincones especiales de la boda y poco a poco nos fuimos dando cuenta de que se estaba haciendo todo real. Hay que decir que por culpa del Covid tuvimos que aplazar la boda hasta 3 veces, así que nos costó darnos cuenta de que por fin había llegado el día. Después llegó la peluquera y maquilladora. Como estábamos en la casa, mi madre, mi hermana, mi suegra, mi cuñada y mi tía también se tenían que peinar y maquillar, por lo que empezó con ellas. La boda era de tarde (empezó a las 18:30), así que teníamos tiempo de sobras para todas. Mientras los que no estábamos en la sesión de peluquería y maquillaje, seguimos montando las mesas, el sitting plan, los regalitos de los invitados, etc.
Seguir leyendo »Poco más tarde de las 15:30 empezaron a llegar algunos invitados. Al ser una casa de colonias y quedarnos todos allí a dormir, les dijimos que podían llegar con tranquilidad y vestirse allí. Nosotros somos todos de Barcelona y cercanías y claro no era un viaje de 5 minutos en coche, por lo que los invitados agradecieron mucho poder venir cómodos y vestirse allí.
Yo fui recibiendo a los que iban llegando, mientras me preguntaban que qué hacía todavía en tejanos y sudando (hizo un día de calor...), pero en poco rato desaparecí para pegarme una buena ducha de agua fría y quitarme el papel de diseñadora/montadora y meterme en el papel de novia. Os juro que esa ducha logró un milagro. Yo pensaba que al haber montado todo nosotros y estar todo en nuestras cabezas no íbamos a ser capaces de despreocuparnos y disfrutar de nuestro día, pero esa ducha lo consiguió. Salí de allí como una persona nueva, ajena a todo lo que había sucedido las horas antes y empecé a disfrutar de ser la novia.
Ya era mi turno de peinarme y maquillarme. Ese rato fue superdivertido y relajante. Me trataron como a una reina. Me dieron masajes drenantes en las piernas, ya que sufro de retención, me pusieron increíblemente guapa y lista para todo lo que iba a venir, que no sabes lo que es hasta que va pasando. Finalizado este momento, llegó el momento de ponerse el vestido. Mi madre y mi hermana fueron las encargadas de ayudarme con todo y mi padre, desde un rincón, no podía parar de llorar de la emoción. Una vez lista, nos hicimos fotos los 4 juntos y ya empezaron las emociones a flor de piel. Tenía preparado un colgante para mi hermana y yo pensé que iba a ser capaz de no llorar, ya que estaba superfeliz y solo tenía ganas de sonreír, pero lloré y ella lloró y ya no pudimos parar.
Después de ese ratito, que es el más íntimo que tienes antes de que empiece todo, llegaron las damas de honor. Ellas no habían visto el vestido ni nada hasta ese momento, así que me puse en medio de la sala, como si de una exposición se tratara, y fueron entrando todas. Su expresión y lágrimas al verme no se me van a olvidar jamás. Yo tenía un ramo preparado para cada una y un discurso que apenas pude decir por los nervios y la llorera que tenía. Al terminar, se colocaron todas detrás de mí en medio círculo con mis padres cerrando el arco uno a cada punta y entró el padrino. ¡Qué momentazo! Otra llorera más.
Hecho todo esto, tocaba el momento que recuerdo como el más emocionante del mundo. Llegar a la ceremonia. Esta tenía lugar en un caminito que hay en la casa entre árboles y entre las casas y el torreón, que es donde me cambiaba yo. Toni, mi ahora ya marido, salió desde la casa y bajó hacia la ceremonia acompañado de su madre al ritmo de su canción de Death Metal favorita. Yo, escondida detrás de la torre, con las damas de honor delante y mi padre cogido del brazo, ya no pude contener las lágrimas. Me temblaba todo el cuerpo, el momento se acercaba. Nos miramos todos y oímos a Bernadeta, la chica encargada de la organización de la boda y la casa, que nos decía que era el momento. Empezó a sonar la música y una sensación de alegría extrema y nerviosismo recorrió todo mi cuerpo. Las damas de honor empezaron a caminar. Yo miré a mi padre y nos pusimos en marcha. Una vez llegamos al inicio del pasillo de la ceremonia, respiré profundo y entre lágrimas y risas empezamos a andar. La sensación de ver todo el mundo mirándote y llorando de alegría y emoción es indescriptible. ¡Qué guapos todos! Vas pensando y por fin ves allí plantado de pie, entre mil lágrimas, al novio. Está guapísimo y nerviosísimo como tú, así que nos abrazamos y allí de pasó todo.
Empezamos a disfrutar de cada momento como si de una película se tratara. La ceremonia fue superdivertida y emocionante a partes iguales. Cuando llegó el momento de los votos, Toni me leyó un escrito superbonito que hizo que me cayeran las lágrimas de nuevo. Cuando llegó mi turno, yo tenía una sorpresa preparada para Toni, le dije que no le iba a leer nada, ¡sino que le iba a cantar! Así que empezó la música y allí que fui. Cuando llegó el estribillo, todos los invitados (que los tenía compinchados) se pusieron en pie y empezaron a cantar conmigo. ¡Qué espectacular! Toni se quedó con la boca abierta y no sabía si reír, llorar o bailar. Creo que ese momento lo voy recordar toda mi vida. Increíble. Toda la familia se sintió parte de ello y por eso a día de hoy siguen diciendo que es su momento favorito de la boda.
Finalizada la ceremonia y llenos de arroz y hojas, los invitados se fueron hacia los aperitivos y nosotros nos fuimos a hacer las fotos de pareja. Al finalizarlas, entramos en los aperitivos con unas antorchas de humo de colores. Otro momentazo para guardar en la memoria. ¡Qué divertido! Con el hambre que tenía, apenas pude probar los aperitivos porque ya toda la familia te cogía para felicitarte, abrazarte y quererte a más no poder. Vas pasando de unos a otros, saludando, comentado qué les ha parecido la ceremonia, recordando el momento canción y acto seguido tocan las fotos grupales. Son un ratito allí parados como dos figuritas de cera, pero estás tan feliz y contento que se pasa en un plis. Los invitados ya fueron pasando a la zona de la cena, que fue al aire libre también, bajo las luces de las guirnaldas de bombillas.
Nos tocaba hacer otra entrada, empezó a sonar la canción que habíamos elegido para ese momento y todos los invitados, servilleta en mano, empezaron a animar la fiesta. Muy divertido de ver desde el punto de vista de los novios. Llegamos a nuestra mesa tras dar unos paseítos por todas las mesas y nos sentamos con nuestros padres. La cena es lo más tranquilo en cuanto a emociones se refiere. Entre plato y plato te levantas, vas a saludar a algunas mesas, te ríes, te abrazan, te dicen lo guapos que estáis y vas pasando el rato maravillado por todo y por todos los gestos de cariño que recibes.
Terminada la cena llegan de nuevo las emociones. Antes del pastel dimos los regalos a los padres. Un ramo de flores a cada madre (con sus flores favoritas) y una caja de vinos para los dos (aunque se la dimos a los padres). Las cajas estaban personalizadas a mano por nosotros. Les leímos el discurso que teníamos preparado para ellos y a llorar otra vez. Fotos con los padres y llega el momento pastel.
Nosotros somos un poco estilo friki, aunque en ningún momento de la boda había salido nada friki hasta que llegó el pastel. Los novios de la tarta eran de lego y el pastel, en vez de cortarlo con el típico cuchillo, lo partimos con un hacha vikinga. Nos encanta la mitología nórdica y por lo visto, triunfó. Los niños, flipando con que fuera de verdad (sin que corte) y los adultos, flipando más que los niños con ella. Al final resulta que fue el mejor momento de la noche.
Después de comer el delicioso pastel, llega el momento de entregar los novios y el ramo. Los novios se los dimos a mis cuñados y mi ramo estaba preparado para que se dividiera en dos y una parte se la di a mi hermana y la otra, a mi mejor amiga. Momento de lloros de nuevo. Muchas fotos, risas, abrazos, amor y mucho amor. Por último, el padrino hizo su brindis y ya nos dejó tocados del todo.
Había terminado la cena y llegaba el momento del baile. Cogí a mi madre y me la llevé para que me ayudara a recoger la cola del vestido para el baile. Con todos los nervios de esos días, Toni y yo no dimos cuenta de que no habíamos practicado el baile allí en la casa, así que pedimos 2 minutos para ensayar y ver cómo era hacerlo con el vestido (algo que no piensas que pueda ser tan distinto, pero sí). Algunos invitados nos espiaban a través de las ventanas y el fotógrafo, también (qué fotos tan bonitas de ese momento íntimo antes de volver al festival).
El baile para nosotros nos salió regulinchi, pero por lo visto nadie lo notó, así que todo guay. Acabado el baile, dimos paso a que todos bajaran a la disco a bailar y beber y allí ya todo fue una fiesta. La gente se disfrazaba para hacerse fotos en el photocall, pusimos una cámara Polaroid que sacaba las fotos al momento y fue la estrella de la noche. Qué bien se lo pasaron haciendo fotos y revelándolas, todo un acierto. Así hasta las 5:30 de la mañana que nos íbamos a la habitación (los pocos supervivientes de la noche).
Al día siguiente desayunamos todos juntos, comentando anécdotas del día anterior y disfrutamos de una mañana de piscina. A las 14h nos llamaron para comer y volvimos a comer todos juntos una pella gigante para 100 personas. Los niños lo pasaron tan bien que les pedían a sus padres repetir la siguiente semana y los adultos disfrutaron como niños de un fin de semana de relajación y diversión, que después de todo lo que estamos viviendo, venía de maravilla.
Conclusión, supimos dejarnos llevar y disfrutar del día como en un cuento de hadas. Nos reímos como hacía tiempo que no reíamos y vimos a toda nuestra familia, que hacía mucho que no veíamos por culpa del Covid. Siempre siguiendo la normativa que había en ese momento que, por suerte, fue el único fin de semana que se podía hacer casi todo.
A todos los futuros novios les recomiendo que se olviden de cómo van a estar el resto de personas ese día. Disfrutar de vosotros y de vivir la experiencia, porque bajo mi punto de vista es de las mejores experiencias que vais a vivir en vuestras vidas. Eso siempre que seáis capaces de dejaros llevar y simplemente ser felices. Si algo sale mal, ya se solucionará. Confiar en que a vuestro alrededor hay mucha gente que se preocupará de solucionarlo. Tener a personas avisadas de las cosas que os parezcan más delicadas o que puedan fallar y que se preocupen ellos. Vosotros solo vivid el momento, que pasa rápido y no vuelve a pasar (o sí).
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