La boda de Tania y Feny en Guadalajara, Guadalajara

El día de nuestra boda

Evidentemente mágico. El típico retraso al principio con las fotos, pero desde que llegué a la finca, fue un no parar; la boda la oficiaba un amigo nuestro que es actor, y como el pobre llevaba la hora de retraso improvisando, tal y como llegué me tocó relevarle y entrar en modo monólogo hasta que llegó ella. Impresionante con su precioso vestido, jamás pensé que un vestido de novia le pudiese quedar tan bonito y natural, la verdad es que éramos nosotros en estado puro. La ceremonia fue un cúmulo incesante de sonrisas, risas, miradas y lágrimas. Lo siguiente fue bastante caótico porque se nos fue la luz y los pobres fotógrafos tenían que hacer magia para plasmar todo lo que les habíamos pedido, vamos, que el cóctel... Ni olerlo; bueno una brocheta de calamares que mi cuñadito me metió por las narices, jajaja. Y por fin la cena y con ella el nudo en el estómago, porque había mil sorpresas; la entrada al salón ya fue espectacular, de esas que le indican a todo el mundo que la jara está por comenzar. Todo el salón en pie, una gigantesca familia unida disfrutando de aquel momento; más de 100 perdonas dándote su cariño y haciéndote ver que si en algún momento te has sentido solo, te equivocas de cabo a rabo. Juegos, regalos, sorpresas, bailes... La cena creo recordar que estaba rica... Y por fin me quité los nervios cuando salí con la tarta sorpresa y cantándole a mi ahora esposa con la voz que salía y con todo mi carió, hasta hacerla llorar. ¡Sí! Y luego qué contar, baile, barra libre y a disfrutar de la noche con todos los que quieres. El día más especial que he tenido y tendré sin dudarlo, merece la pena cada agobio cada esfuerzo y duda. Se pasa volando, pero sin duda merece la pena; ojalá pudiera revivirlo cada día.