La boda de Sonia y César en Peguerinos, Ávila
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06 May, 2023El día de nuestra boda
Una boda diferente
Hace poco más de un año que le pedí a mi pareja Sonia que se casara conmigo, y qué poco sabía yo dónde me estaba metiendo; al poco tiempo y conociendo bien nuestros gustos y nuestra forma de ser (muy salvajes, muy conectados con la naturaleza), ella me sugirió hacer una boda basada en el ritual celta del HandFasting (unión de atadura de manos) y a mí me pareció la mejor de las ideas.
Lo más complicado fue meter en la dinámica celta a las personas más adultas de la ceremonia, pues pedimos a los invitados (aunque no era obligatorio claro), venir caracterizados para dicha ceremonia y vaya si cumplieron, al menos, la inmensa mayoría.
Decidimos escoger una finca en Peguerinos (Ávila) llamada "Las Buenas Costumbres" que desde aquí, sentado en mi salón, les doy una vez más las gracias por todo. Dicha finca ofrecía la posibilidad de alojar a todos nuestros invitados y de empezar el viernes noche con una barbacoa para ir calentando motores y que todos (amigos del novio, de la novia, de los dos, familiares de uno, de otro…) pudieran empezar a conocerse y a poner caras unos a otros. Esa noche "preboda" fue la peor decisión que tomamos. La gente se motivó demasiado y acabamos durmiendo sobre las 2 am para levantarnos a las 7 am del sábado para empezar con lo gordo (posdata: mi mujer durmió menos aún).
Seguir leyendo »Y llegó el sábado; y todos los nervios que no había sentido hasta ahora, de repente, zas de golpe un puñetazo en el estómago. He de decir que durante el viernes mañana y parte de la tarde estuvimos colocando un montón de cosas para dejarlo todo preparado (porque sí, ceremonia, cóctel, banquete y discoteca eran todo en la propia finca). Pero el sábado estaba sólo, mi chica desde bien temprano (como tiene que ser, por supuesto) estuvo maquillándose, peinándose y vistiéndose para la ceremonia; así que mis nervios se acrecentaron mientras colocaba los conos de flores y hojas secas (no usamos arroz), mientras colocaba los paquetitos de pañuelos, los cubretacones y ayudaba al druida a colocar las cosas de la ceremonia. Conforme llegaba mi hora de vestirme todo el mundo me preguntaba: ¿el novio no se va a vestir? O el novio no llegará más tarde que la novia, ¿no? Y eso tampoco ayudaba, pero no los culpo, en cierta manera fue divertido terminar de hacer todo a contrarreloj.
Nos dieron las 11 de la mañana y tuve que irme ya a uno de los bungalows que tenía la finca para ducharme y vestirme, pues había quedado con el fotógrafo sobre esa hora para hacerme las fotos mientras me ayudaba mi madre a vestirme o mi padre me colocaba una pulsera (lo típico). El fotógrafo hizo una labor excepcional, tranquilizadora, pero terminamos sobre las 11.40 y a mí quedaba casi una hora para ir hacia el altar. Esa hora se me hizo eterna: me sudaban las manos, las axilas, me aburría estar sentado, etc. Ciertamente y a toro pasado, quedé demasiado pronto con el fotógrafo.
A las 12:30 comenzaba la ceremonia, que como imaginaréis, no era una ceremonia de las que estamos acostumbrados a ver en la iglesia o en un ayuntamiento. Así pues, el druida fue a buscarme a mí para llevarme hasta el altar agarrado de mi madre mientras sonaba un tema que escogimos para dicho momento, y una vez llegué yo, fue a buscar a la novia con su padrino, mis sobrinas tirando pétalos y seguida por sus damas; en esta ceremonia las "damas de honor" son damas de elementos (agua, tierra, fuego y aire) y cada una porta un objeto que juega un papel importante durante la misma.
La dama del Aire porta una espada que simboliza la mente, el pensamiento, los proyectos, las ideas, las vicisitudes, las vocaciones. La dama de Fuego porta un velón que simboliza la luz, el calor, la energía, la fuerza que hace falta para la cohesión de una pareja. La dama del Agua porta un cáliz con hidromiel que simboliza las emociones, todo lo que se mueve por emociones, sentimientos, hacia el trabajo, la naturaleza, los animales. La dama de la Tierra porta la piedra nupcial (amatista, cuarzo blanco, cuarzo rosa…) y representa la estabilidad, el equilibrio, la economía.
Durante un momento de la ceremonia se lleva a cabo el ritual de la unión de manos o Handfasting, que es una antigua costumbre celta en la que las parejas unen sus manos con un lazo como símbolo de eternidad. Según los celtas, dos almas se unen para que sus fuerzas y cualidades se dupliquen. Durante otro momento se hace el ritual del salto de la escoba donde los contrayentes de un salto, pasan de un lado de una escoba situada en el suelo a otro lado, que simboliza limpiar lo viejo para dejar paso a lo nuevo (empezar la nueva vida).
En definitiva: una boda diferente cargada de simbolismo sobre fertilidad, unión, progreso, eternidad… muy emotiva, muy bonita y no puedo explicárosla con palabras, hay que vivirla.
Posteriormente, se celebró allí mismo donde hubo momentos antes la ceremonia, el cóctel con música en directo a cargo de un muy buen amigo que tiene un grupo de música de rock-folk que pegaba mucho con la temática de la boda (mucho violín, mucha flauta y mucha música de taberna irlandesa). Durante dos horas hubo mucho baile, muchas fotos, muchas risas y muchas locuras por parte de unos compañeros de equipo de rugby invitados a la boda, y tras finalizar el cóctel, llegamos al banquete donde hubo mil sorpresas tanto de nosotros para los invitados como de los invitados para hacia nosotros. Muchos lloros, muchas lágrimas y mucha emoción.
La comida, muy rica; tuvimos de primero una ensalada de fresas con rúcula y paté micuit, después llegó una remesa de gambones a la plancha, después tocó el "cambiapaladares", que fue un sorbete de mandarina, y de principal, solomillo de ternera de Ávila o lubina a la plancha. Para rematar el menú y dar el toque dulce (y pesado), nos comimos un coulant relleno de chocolate blanco exquisito. Tras muchas sorpresas y regalos (a los invitados les dimos una botellita de hidromiel, unas llavecitas abrebotellas y unos discos de madera con sus nombres), nos dio la hora de la discoteca donde mi chica y yo nos marcamos un baile con una parte lenta, armónica y bonita, para después terminar con una segunda parte con una bachata y dar comienzo a la discoteca que terminó sobre las 00:30 para algunos y las 6 am para otros (los más fiesteros).
En fin, poco más que contar, a la mañana siguiente todo el mundo desayunamos juntos en la sala del hotel rural principal (lugar de la discoteca la noche anterior, aunque ya limpia para la hora del desayuno), y cada mochuelo se fue yendo a su olivo cuando lo consideró oportuno, no sin antes despedirse todos de todos, pues habíamos logrado formar, aunque sólo fuera durante un solo fin de semana, una gran familia.
Fin.
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