La boda de Sergio y Zeltia en Ferrol, A Coruña

La boda fue en Ferrol, mi ciudad, en la iglesia de siempre, del barrio, donde se casaron mis abuelos, mi prima y gran parte de mi familia. Y lo celebramos como no podía ser de otra manera en el restaurante donde nos conocimos, en el mismo salón en el que bailamos por primera vez.

Mi vestido era algo que también lo tenía claro, corte princesa y de Pronovias, el Prianna, que cada vez que lo miro sonrío aún como una tonta. A mi marido le hicimos el traje a medida en una sastrería, Félix Ramiro en La Coruña.

La iglesia quedó aún más preciosa gracias a nuestros floristas de cabecera, amigos de la familia desde siempre.

El día de la boda la verdad es que fue perfecto, tal y como lo había imaginado, bueno aún mejor.

La noche anterior no trasnoché y la verdad es que dormí bastante bien, aunque los nervios sí hicieron su aparición durante esa tarde. Me levanté, desayuné, y recogí a mi madre que se estaba haciendo la manicura para irnos directamente a la peluquería. Desde ahí todo fueron emociones. Todas las mujeres de mi familia estaban allí, qué bonito verlas, vernos a todas. Mis tías, mi madre, mi prima, mis ahijadas... Hasta mi suegra y mis cuñadas estaban, era perfecto. Aunque para peinarme me subieron a una sala más apartada para que estuviera más tranquila, ¡pero la verdad es que quería estar con ellas todo el rato!

Llegamos a casa y tenía unas ganas tremendas de vestirme, la verdad es que era temprano, vinieron unos primos míos y mi abuelo, y estuvimos haciendo tiempo, hasta que llegó mi prima que me ayudaría a vestirme.

Otro momento super emocionante, estar en casa con la gente que quería estar, mi primo llegó a recogerme y nos subimos, mi padre, mis ahijadas y yo. ¡Vamos! Y en ese momento, en el de salir del coche hasta llegar al umbral de la puerta, creo que fue en el que más nerviosa estaba, porque no recuerdo muy bien como llegué, solo sé que miraba para todos lados y veía a mi gente sonreír y yo les soltaba besos y sonreía, sonreía mucho.

Entramos y lo vi, perfecto, con su traje a medida y su corbata naranja como no podía ser de otra manera, el paseíllo más bonito del mundo, con mi padre y llegando hacia él. La ceremonia fue preciosa, con el coro de mi prima cantando muchas de las canciones de aquella boda donde empezó todo.

Después sesión breve de fotos (teníamos postboda), y rápido a ver a nuestros invitados, ¡estábamos deseando llegar y achucharlos a todos! Y allí llegamos al cóctel, al ritmo de It's a beautiful day de Michael Buble.

La entrada al salón fue uno de los grandes momentos de mi marido, es un fan incondicional de AC-DC,y tenía que ser la canción de Thunderstruck, reconozco que al principio tenía mis dudas, pero fue un acierto, estar fuera justo antes de entrar y escuchar esos primeros acordes y la gente aplaudir... Fue un subidón.

La cena perfecta, sopresas de amigos y un discurso precioso de su hermano. Entrega de ramos a nuestras madres, muñecos de novios a nuestros mejores amigos y el ramo como tenía que ser a mi mejor amiga, mi dulce Laura, un momento que estaba deseando que llegara.

Bailamos Tiempo de Vals de Chayanne, hasta el último momento íbamos a bailar una bachata después del vals, todo seguido, pero con mi vestido nos dio un poco de miedo tropezar, pero desde luego que aun así fue un momento mágico.

La fiesta fue increíble, todo el mundo bailando, riendo. Además de la barra libre pusimos una estación de cócteles y mesa dulce y salada que fue una gran decisión, a todo el mundo le encantó.

¡Al final acabamos por ampliar el tiempo y quedarnos una hora más! ¡Estábamos pasándolo tan bien! ¡Llegamos al hotel casi a las 8 de la mañana! Pero desde luego mereció la pena, ¡todo! ¡Fue nuestra boda soñada y perfecta!