La boda de Sergio y María en El Puig, Barcelona

Fuimos camino a Jardines de la Cartuja y me dejaron en un punto en el coche donde la gente no podía verme a mí, pero yo podía verlo todo. En ese momento vi cómo la gente empezaba a sentarse y empezó a sonar la canción de entrada de mi chico, mientras entraba él con su madre, y yo empecé con mariposas en el estómago, pero fue superemocionante y me encantó verlo. Entonces llegó mi turno, mi padre me ayudó a bajar del coche, empezó mi canción y empecé a caminar de su brazo hacía donde estaba mi marido, todo el mundo mirando y haciendo fotos, me puse supernerviosa, pero mientras pasaba por el pasillo, iba viendo a la gente, a mi gente: nuestras familias, nuestros amigos, todos guapísimos y sonriendo al verme pasar, que habían venido a compartir ese día tan especial con nosotros, y me invadió una sensación de felicidad que me quitó todos los nervios y empecé a disfrutar a tope de lo que estaba pasando.

La ceremonia fue superbonita. Mis mejores amigas de la infancia salieron a decirme unas palabras y el mejor amigo de mi marido también, fue todo muy emotivo. Nosotros nos leímos unos votos al intercambiarnos los anillos y finalizamos con la ceremonia de la rosa. Se nos pasó volando pero cada minuto fue superemotivo y superespecial.

Luego ya llegó el aperitivo, la cena, el baile, el photocall, las fotos en las letras (que las hizo mi marido con dos amigos y dieron mucho juego en la boda), etcétera, y todo pasó volando. Nosotros a penas cenamos porque queríamos estar con nuestra gente, así que probábamos el plato y nos íbamos paseando por las mesas para compartir todos los momentos con nuestros invitados. El personal de Jardines de la Cartuja en todo momento nos preguntaba qué tal estábamos y que si necesitábamos algo y yo les decía: "¡Más tiempo, porque se me está pasando volando!", y me iba corriendo a seguir disfrutando del día. Nuestros amigos nos prepararon un vídeo sorpresa con toda nuestra historia también fue precioso.

Al final fue un día superemotivo, superbonito, para recordar el resto de nuestras vidas. A día de hoy (ya han pasado 6 meses) nuestros invitados nos siguen diciendo lo bien que se lo pasaron y cuantísimo disfrutaron en nuestra boda, y yo creo que el secreto fue el cariño que le pusimos a toda la preparación, y todo lo que nosotros disfrutamos ese día, porque trasmitimos esa felicidad y al final todos lo pasaron genial. Así que hay que disfrutar al máximo los preparativos y ese día porque al final todo pasa volando y lo que queda es un recuerdo precioso de toda esa experiencia.