La boda de Sergio y Icíar en Madrid, Madrid
Modernas Verano Azul 6 profesionales
S&I
12 Sep, 2015El día de nuestra boda
Aunque dicen que es todo tan rápido que casi no te acuerdas, yo recuerdo hasta el más mínimo detalle, y me gustaría compartirlo con vosotros.
Aquel día nos levantamos temprano, a eso de las 8:00 horas, en nuestra habitación del hotel, y bajamos a desayunar con mis padres y mi tita Esther. Estábamos bastante descansados, a pesar de que habíamos estado ensayando nuestra coreografía para el baile hasta las 2. El día estaba bastante nublado y hacía algo de fresco. Después del desayuno, y tras ver lo extremadamente nervioso que estaba Sergio, bromeé un poco con él:
- No vas a salir corriendo ¿no?
- No, pero casi. - me contestó él. - Sólo espero que no llueva. Bueno, me despido que supongo que no nos veremos hasta la tarde.
- Bueno, seguro que me reconoces, soy la de blanco.- le dije, mientras me acercaba para darle nuestro último beso como novios.
Cuando nos despedimos, subí a la habitación a por las cajas con la decoración del salón y me dispuse a montar las mesas, personalmente y con todo el mimo posible, aunque eso sí, con un poco de ayuda de mi madre, el novio de mi hermana y más familia. Habíamos comprado bolsas de pétalos de rosa azul, y preparado unos jarrones de cristal, con velones dentro, y vidrio triturado, rodeados de bolas de raftan de distintos tamaños en tonos madera. Coloqué cada centro de mesa, y terminé las mesas con los marcasitios de mariposa para las copas, y marcamesas que yo misma había hecho. Por último, letras grandes de madera con nuestras iniciales en la mesa principal (con un corazón entre ambas) y farolillos de papel blanco en el techo.
Seguir leyendo »Llevábamos ya dos horas decorando y empezábamos con los farolillos, cuando apareció Sergio de nuevo, había vuelto de su peluquería, y sabiendo que yo iba un poco justa de tiempo, bajó para hacerse cargo él de los últimos toques, a pesar de que estaba ya rozando la histeria. "Siempre tan atento" pensé.
Me marché a la peluquería (5 minutos andando) a eso de las 12 más o menos, junto con mi madre, y una de mis tías, a reunirnos con otras familiares de ambos, que esperaban su turno. Fue estupendo compartir ese ratito con todas, con bromas y charlas, aunque me faltaron mis hermanas, que estaban encargándose de mi ramo, los ramos de regalito y las flores. Recuerdo que todas me comentaban lo tranquila que parecía, y era verdad, estaba supertranquila, a pesar de que Sergio (ya casi de manicomio) me mandaba mensajes WhatsApp constantemente!! Yo siempre contestaba a todo el que me decía que calma:
¿Y por qué iba a estar nerviosa, si lo tengo bien claro?
Carmen, la peluquera, me hizo un espectacular recogido muy de mi estilo, precioso, y Laura, la maquilladora me dejó impecable. Me sentí mimadísima, la verdad. Tras la pelu, volvimos al hotel, donde ya me esperaba el fotógrafo, Félix, para hacerme unas fotillos de lo más divertidas, jugando con el velo, saltando en la cama con mis hermanas (ellas ya estaban arregladas, y fue muy gracioso ver saltar a mi hermana mayor sobre la cama, con un traje corte sirena, ¡bien ajustadito!) ¡Ah! y lo más importante, pude comerme un sandwich mixto que me supo a gloria, con lo tarde que era. Mis hermanas me ayudaron a ponerme el vestido, ¡y gracias a dios! porque esa espalda corsé era infernal, y mi madre me colocó el velo, mientras ellas, cargadas con los detallitos de la iglesia, salían pitando a toda velocidad.
Tanto Sergio como yo, salíamos del mismo lugar, pero sin vernos y de formas diferentes. El iría en taxi, que había reservado para elegir modelo el día antes. El taxi se retrasó y según me contaron, estaba ya al borde del ictus cerebral de nervios, y yo, tan pancha en mi sofá, ya arregladita, admirando mis preciosos zapatos azules a juego con mi espectacular ramo de rosas azules (¡Oh Dios! Los zapatos que fueron el disgusto de mi madre, por no ser blancos…). A mí me recogió una limusina blanca, junto con mi padre y mi madre, que casi tuvo que dar volteretas y hacer el pino puente para entrar, unos 15 minutos más tarde de que Sergio saliese del hotel, pero lo que no sabíamos era que el chófer de la limusina debía ser un primo de Fernando Alonso, porque recuerdo recorrer la Av. Reina Victoria de Madrid, a unos 90. ¡Y yo la mar de tranquila! Tanto que desquiciaba a la gente de mi alrededor ¡Pues ni que hubiese un fuego!
Cuando llegábamos casi a la Iglesia, ¡horror! ¡La Calle Mayor, donde estaba, cortada! Gracias a Dios que el chófer, que también debía tener algo de la vena de férrea negociadora de Angela Merkel, se bajó, y con dos palabras convenció al Policía Municipal de que nos dejase pasar. Y allí me planté, apenas 40 segundos después de que Sergio llegase al altar, justo detrás y por los pelos, en la puerta de la Iglesia. Y allí sí que me entraron los nervios, todos de golpe, o más bien las prisas, porque cuando comenzó el dueto de violín y cello, con mi marcha nupcial, ya casi a mitad del pasillo me di cuenta de que casi arrastraba a mi padre con las prisas por llegar. ¡Hasta el propio cura comentó que vaya prisas tenía la novia!
La ceremonia fue bien, cortita y entretenida, sobre todo cuando el pequeño pajecillo que tenía que llevarnos los anillos, los perdió por el camino, y todos los invitados buscándolos por el suelo, y tras la firma de los testigos y la batalla campal de arroz comprado a última hora, porque el que teníamos preparado se nos había olvidado... Nos despedimos de los invitados para hacernos unas fotitos, incluso con algún turista emocinado al ver tan pintoresca imagen en las calles del Madrid de los Austrias, el Madrid que me vio crecer.
Volvimos al hotel para el banquete, y poder estar con los nuestros, disfrutando del momento y de la felicidad que teníamos dentro los dos. Al entrar al salón tras el cóctel, acompañados de "All of me" de John Legend, recuerdo cada cara de alegría por nosotros, y ese sentimiento de plena felicidad que aún me acompaña. Empezamos con un emotivo video sorpresa preparado por mi hermana pequeña que hizo lagrimear a mi chico. Tras la cena, apareció la tarta, con nuestros geniales muñequitos playmobil personalizados, que causaron furor, y al ritmo de la B.S.O. de Avatar. También repartimos los regalitos, incluido un regalito especial a nuestro pequeño pajecito pierdeanillos de año y medio, un espectacular burrito saltarín de goma, que le volvió loco! Y los ramitos de la única abuela que nos queda, mía, pero yo la comparto gustosa con Sergio, que la adora, y que se hartó a llorar abrazada a nosotros, y nuestras mamis, que no se lo esperaban para nada.
Después, llegó nuestro gran momento con esa preciosa canción de Ed Sheeran "Thinking out loud" que tiene probablemente la letra más bonita que he escuchado nunca. La coreografía salió perfecta, desde el momento que cada uno avanza caminando hacia el otro desde el lado contrario del salón, hasta esos giros espectaculares, ¡con tacones cola y todo! Si no es porque lo tengo en video, ni me creo que nos saliera todo tan bien. La fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada, en la que nos retiramos sabiendo que habíamos entrado en una etapa nueva juntos, felices y cogidos de la mano.
Espero no haberme extendido mucho, y que hayáis disfrutado del relato. Sobre el papel puede parecer largo, pero la verdad, que en ese momento se hace corto, demasiado corto quizás. Por eso os aconsejo que disfrutéis vuestro día especial, porque es realmente único.
Servicios y Profesionales de la Boda de Sergio y Icíar




Otros Proveedores
Otras bodas en Madrid
Ver todas

Valquijancho de Araceli

Valquijancho de Araceli

Las llaves del Carmen
Inspírate con estas bodas
2 comentarios
Deja tu comentario