La boda de Sergio y Ana en Rubio, Barcelona
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29 May, 2021El día de nuestra boda
29 de mayo del 2021, esa fue la fecha que hace 6 meses elegimos para disfrutar de nuestro gran día.
Estos 6 meses han sido una montaña rusa de emociones, pendientes constantemente de las restricciones por la Covid, pero nosotros nos mantuvimos firmes y no cambiamos la fecha.
A pesar de que algunos invitados nos faltaron, y, finalmente, fuimos muy pocos, ¡fue el día más increíble que podíamos vivir! Ni en nuestros mejores sueños podía salir todo mejor.
Nosotros nos casamos en una masía, así que la alquilamos durante todo el fin de semana para que la familia pudiera venir y disfrutar con nosotros, tanto antes como después de la boda (gran acierto, nos hizo ir mucho más relajados).
El día de la boda fue todo muy fluido, teníamos contratado servicio de peluquería y maquillaje en la misma masía, muchas invitadas aprovecharon ese servicio, y yo, como novia, quedé para el final (¡Imaginad lo que pasó! ¡La novia se retrasó!). Me atendieron superbién, y quedé encantada con el resultado, pero se nos había echado el tiempo encima. Yo todavía no estaba vestida, y el novio ya quería hacer su entrada en la ceremonia. Así que me vestí rápidamente. El novio hizo su entrada (apareció en escena montado en un Jeep militar con su madre a ritmo de “Highway to hell”), y yo aun esperaba mi ramo. Mi padrino, en mi caso fue mi padre, me leyó un discurso precioso con el que lloré a mares, así como mi madre y hermanas que estuvieron allí para ayudarme hasta último momento.
Seguir leyendo »Y llegó el momento. Después de la llorera, tocó recomponerse rápido y.... ¡aparecer en escena! Con lo tranquila que había estado yo los días previos, en ese momento me invadieron los nervios (supongo que a mi chico también le entraron todos los sudores fríos cuando empezó a sonar "The final cowntdown", esa era la señal, yo estaba ya de camino).
Finalmente, crucé el arco tras el que me encontraba, y ver a todas las personas importantes para nosotros allí, mi futuro marido allí esperándome, y yo caminando del brazo de mi padre. Me puse muy nerviosa, e hice todo el pasillo aguatando las lágrimas de emoción que me invadían.
La ceremonia pasó en un santiamén. Contratamos un oficiante que hizo un repaso muy emotivo por toda nuestra historia. Tanto nosotros como los invitados estábamos en una montaña rusa, de la risa al llanto, y así constantemente. Y el momento de los votos, ¡ay, Dios! Siendo maestra y estando acostumbrada a hablar en público, ¡creo que nunca había temblado tanto! Creo que fue el momento más emotivo, la cuestión es que a mí el temblor en las piernas ya no se me fue hasta que recorrí ese pasillo con mi ya marido, mientras nuestros seres queridos nos lanzaban arroz y pétalos de rosa.
Nos hicimos las 4 fotos de rigor solos, nos cambiamos los zapatos (¡qué gusto!), y volvimos a disfrutar de la compañía de nuestros invitados.
Disfrutamos de un magnífico picoteo, y nos divertimos muchísimo con el fotomatón.
Entonces, ya hicieron pasar a los invitados al banquete, y de repente pusieron la música para la entrada: "¡Qué bien! Al final han preparado el mix que queríamos" dijimos al oír sonar el audio de "Atención, les habla la policía" que suele sonar en las ferias, pero, seguidamente, empezó a sonar una canción que ni conocíamos. ¡Reggaetón del malo además! No habían hecho el mix, mi marido les había mandado un link equivocado. Nos miramos, nos reímos los 2, y dijimos: "Para delante con lo que sea", y entramos muertos de la risa con una canción que ni conocíamos (hoy día la ponemos a menudo en casa y no hay vez que no se nos escapen carcajadas al oírla).
El banquete fue genial, e intercalamos entre los platos la entrega de regalos (3 regalos de “sois los siguientes”, detalles especiales a padres y abuelos, y detalle general a todos los invitados). La verdad es que fue maravilloso. A mitad del banquete, empezó a llover. El banquete era en unas carpas, así que al entrar y salir para la entrega de regalos el vestido de novia quedó empapado, pero ¡me dio absolutamente igual Yo estaba en una nube, y, además, los invitados lo alegraron aún más gritando "novia mojada, novia afortunada" (Esperemos sea verdad esa expresión).
El tiempo se puso de nuestra parte, y la lluvia paró justo cuando queríamos pasar a las otras carpas para el baile nupcial, ese baile que no habíamos practicado ni 1 sola vez. No sabíamos ni cómo cogernos, pero nos lo pasamos genial. Mientras bailábamos, no parábamos de repetirnos "¡Ya está! Lo hemos hecho". Era todo tan increíble. Como la canción era tan larga, antes de acabar él fue a sacar a bailar a mi madre, y yo saqué a mi suegro, y así poco a poco animamos a que todos fueran entrando a la pista. La fiesta en sí duró poco, ¡pero la disfrutaos de una forma impresionante!
Conclusión: nuestra boda fue una boda imperfetamente perfecta. Ni las restricciones, ni las mascarillas, ni las distancias... Absolutamente nada pudo arruinarnos ese día que salió 1.000 veces mejor de lo que habíamos planeado.
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