La boda de Salva y Sandra en Gandia, Valencia
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S&S
07 Mar, 2015El día de nuestra boda
El día empezó un poco raro para mí, ya que había dormido sola porque Salva se fue a dormir a casa de sus padres, y mi hermana y mi madre no llegaban hasta media mañana. Así que todo transcurrió en una calma extraña.
Cuando llegaron mi madre y mi hermana nos arreglamos en un momento y nos fuimos a la plaza del pueblo, donde nos esperaba mi familia política y mi marido, para entrar y firmar los papeles que nos convertirían en familia. Al menos a ojos del estado, ya que para nosotros la ceremonia con más valor sería la que tendría lugar por la tarde en el San Marcos, complejo gastronómico de Gandía.
Nuestro fotógrafo, Sergi Escrivà y su equipo, así como Diamonds para el vídeo, estuvieron con nosotros todo el día, y también acudieron a registrar la ceremonia civil.
Después nos volvimos a dividir. Yo me fui con mi vecina y amiga a la peluquería, y mi madre y mi hermana, que venían peinadas de casa, fueron a la habitación del hotel desde donde saldría, y donde la mayoría de mis invitados hacían noche.
Seguir leyendo »Una vez peinada, fui al hotel y comimos unos sandwiches. Mi hermana ya se había maquillado, y mientras yo comía maquilló a mi madre. Tuvimos algunas visitas de amigas mías en el proceso, y en cuanto quise darme cuenta ya estaba arreglándome para ir a mi propia boda. ¡No me lo podría creer, ya estaba ahí!
Los fotógrafos y el vídeo llegaron cuando mi hermana estaba terminando de maquillarme. Habíamos elegido la suite del último piso del hotel, y el balcón nos facilitó unas vistas increíbles que se reflejan en las fotos de ese día.
Unos amigos muy cercanos nos regalaron el coche de la novia, así que abusando un poco más, les pedimos que ya que iban a la floristería a adornar el coche, que me trajeran otra cosa... El ramo era precioso, de rosas blancas y pequeñas violetas, al que añadimos un broche con una foto de mi padre, que por desgracia ese día no podía estar con nosotras. Después de las lágrimas de todo el mundo en la habitación, había llegado el momento de irnos.
Mi hermana bajó al autobús con los invitados, y nosotros, después de hacernos fotos en el hall del hotel, salimos también rumbo al restaurante. El problema fue que nos organizamos tan bien, tan bien, ¡que llegamos antes que el novio! No obstante, los empleados del San Marcos nos redirigieron a un lateral para que no nos viera nadie, donde tuve que esperar los 20 minutos más largos de mi vida.
Desde el coche podía oír la música de Suite Art que habíamos contratado, un trío de cuerda que tocaba la intro de Juego de Tronos, para que tomaran asiento los invitados. Luego escuché la BSO de Zelda para la entrada de mi marido, y enseguida nos vinieron a buscar para que entráramos nosotras a ritmo de “Nothing else matters”, de Metallica. Ahí tenía a todos mis familiares y amigos mirando, todos con sus globos blancos esperando.
Fue un momento muy emotivo, pero me di cuenta de que el can can se me metía entre las piernas y me resultaba imposible andar sin recogerme la falda. No sabéis el quebradero de cabeza que me dio durante toda la noche, pero ya sabemos que nada puede salir perfecto al 100% ese día y dentro de lo malo, podría haber sido peor.
La ceremonia la ofició el mismo concejal que nos casó en el ayuntamiento por la mañana, con un guión que yo había montado gracias a este foro y sus millones de ideas. Salió a leer mi cuñada y luego una amiga mía de toda la vida, hubo sonrisas y lágrimas. Después llegó el momento del intercambio de anillos, donde teníamos que levantarnos para que se viera bien. Yo fui a levantarme y el concejal no decía nada. Le dije a mi marido que había que levantarse e intercambiarlos, pero ni caso, me dijo que el concejal sabía lo que había que hacer. En este punto me fallaron los nervios y me enfadé bastante, cosa que no os recomiendo que hagáis, porque a mí se me ve "echándole la bronca" a mi marido en el vídeo de la boda…
En fin, una vez pasado el mal trago, procedimos al intercambio de anillos (que por cierto son las alianzas de boda de mis abuelos paternos, lo que las hace para nosotros aún más valiosas), y después hicimos la ceremonia de la rosa, que a la gente le resultó original y emotiva. La verdad es que vimos mucha gente llorando entre el público y eso siempre emociona.
Cuando finalizó la ceremonia dejamos que los invitados tomaran posiciones con el arroz y los pétalos, y emprendimos el paseo por el pasillo. Nos llovió arroz y todos soltamos los globos a la vez.
Empezó el cóctel, donde los invitados estuvieron haciéndose fotos con nosotros, y felicitándonos por la originalidad del seating plan, ya que en vez de mesa con número, cada uno tenía que localizar la mesa con su superhéroe: tuvimos Spiderman, Superman, Wonderwoman, etc. Todos menos Batman, porque él y Catwoman estaban reservados para nosotros, a juego con las invitaciones que dimos y con nuestros muñecos de la tarta.
Entramos al banquete a ritmo de “Thunderstruck”, de AC/DC, y ya vimos que la gente había venido a darlo todo y a pasarlo genial. Nosotros también facilitamos en parte la tarea, ya que al entrar a la mesa cada uno tenía una chapa personalizada, un paquete de m&m's con la fecha, nuestros nombres y la silueta que había detrás de la invitación, y un imán en forma de tarjeta de agradecimiento. Además las mesas de amigos más cercanos tenían también un megáfono.
La comida estuvo buenísima, y el servicio impoluto. En un momento dado se apagaron las luces, y unos amigos míos nos montaron una coreografía con la canción “Mi gran noche”, de Raphael. La verdad es que era lo más divertido que había visto en cuestión de regalos a los novios, nos encantó.
Nuestra tarta era de dos tipos, por un lado una sacher, que es lo que quería yo, y por otro lado corona de gloria, que es lo que quería mi marido. La partimos a ritmo de “I was born to love you “, de Queen, y una vez más los del restaurante, que están en todo, nos pegaron los muñequitos que trajimos sueltos a un trocito de plexiglas para que aguantaran.
Aprovechamos también para repartir los detallitos a los invitados. Para ellos elegimos un licor llamado Hervero, y para las mujeres y los bebés, la SVPAP (protectora de animales de Valencia), nos consiguió un bálsamo labial y unos porta chupetes respectivamente, que cumplieron mis expectativas con creces de regalar algo bonito y práctico que no fuera un trasto.
Una de las cosas que más quebraderos de cabeza nos había dado era el tema de los regalos a madres, padres, parejas casaderas, y demás, así que se nos ofrecieron una oferta que no pudimos rechazar. Al principio, a mis suegros y a mi madre, que eran los más mayores, les dimos los regalos con normalidad; mi madre rompió a llorar cuando le di mi ramo, hasta ahí todo correcto. Cuando teníamos que darle el regalo a mi hermana, se apagaron las luces y sonó la música de Star Wars, la gente se volvió loca y empezaron a aparecer personajes de las películas. Primero los malos, que nos atacaban, para que inmediatamente después de la cristalera situada detrás nuestro surgiera Chewbacca para ayudarnos. En ese momento sonó la Marcha imperial, e hizo su entrada triunfal Darth Vader, que se batió en un duelo de espadas láser con el novio. La gente no los dejaba ni dar dos pasos para hacerse fotos con ellos, y el Dj, Andrés de Prosonik, tuvo que decir que volvieran a salir para la barra libre, y así estos personajes nos ayudaron a repartir los regalos que quedaban de una manera más amena para todos.
Los personajes de Star Wars se fueron a tomarse un merecido descanso, mientras nosotros bailábamos. Este fue otro de nuestros grandes dilemas, que no resolvimos hasta la última semana. Como no se nos da bien bailar y queríamos algo divertido, encontramos una coreografía basada en la canción del final de Grease que podíamos hacer. La verdad es que nos quedó hasta bien, y también fue otro de los grandes éxitos de la noche.
Cuando terminó el baile sonó la canción de la Cantina de Star Wars, y los personajes reaparecieron para dar juego al photocall. La verdad es que todo el mundo se hizo fotos con ellos, las que quisieron y más, además de bailar con ellos, como se puede ver en las fotos. Se portaron genial y dieron mucho juego.
El candy bar también lo hicimos nosotros tematizado de la película, y dejamos bolsitas de papel para que la gente se pudiera llevar a casa lo que en ese momento no pudiera comer, y fue una buena idea, porque al final no quedó prácticamente nada.
Un poco de canciones típicas de boda, y a partir de mitad de la noche, remember de los 90. La verdad es que para ser menos de 100 invitados, hasta el final se quedaron unas 35 personas, lo que es un éxito. A final de la noche nos trajeron bocadillos de jamón con tomate y unos churros con chocolate, que entraban de muerte con el frío de marzo.
A las cuatro de la mañana todo había terminado, y nosotros estábamos cansadímos pero muy contentos. No podíamos creer que aquello para lo que llevábamos un año y medio preprándonos, ya hubiera terminado. Una experiencia maravillosa que disfrutamos con nuestros seres más queridos.
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