La boda de Rubén y Verónica en Oviedo, Asturias
Elegantes Otoño Rojo 2 profesionales
R&V
05 Oct, 2013El día de nuestra boda
5 de octubre, el día de mi boda y el más especial de toda mi vida. Después de 13 años de relación, sellamos nuestro amor en la Capilla del Rey Casto, anexa a la Catedral de Oviedo, ante nuestras familias y amigos, aunque con grandes ausentes, como mi padre y mi abuela.
Todo nos salió redondo, la ceremonia fue muy emotiva y sencilla. La música que elegí y la soprano simplemente perfectas.
Nos fuimos a hacer las fotos por la plaza de la catedral donde nos encontramos con un grupo de gaiteros. Acto seguido subimos a Santa María del Naranco y allí realizamos el resto, en plena naturaleza y con la satisfacción de saber que la primera parte de la boda salió redonda.
Al terminar, bajamos otra vez a Oviedo hacia el hotel donde hicimos el banquete, el Barceló Oviedo Cervantes. La gente nos esperaba entusiasmada, les encantaba el sitio y el trato. Bajamos al comedor y comenzó el banquete. Salía un plato tras otro y nosotros mirábamos las caras de nuestros invitados. Todo eran buenos gestos y palabras de aprobación al menú.
Seguir leyendo »Llegó el momento del corte de la tarta y el brindis. La figura que escogimos causó sensación, por lo sencilla y bonita que era. Esto dio paso a los postres y a nuestro tour por las mesas entregando los detalles y sacándonos fotos con cada una de ellas para guardarlas de recuerdo.
Y llegó el tan temido momento del baile. Mi chico se puso muy nervioso, no le gusta nada bailar y a mí me encanta. No había querido ir a ninguna clase de baile, así que yo le enseñaba en casa los pasos del vals. Le salía genial, pero en el momento de la verdad se bloqueó. El ver tanta gente alrededor con las cámaras, los móviles y demás hizo que se quedara casi estático, no le pude sacar de un paso para adelante y otro para atrás. Rápidamente el dj nos echó un cable e invitó a la gente a que se uniera.
Bailamos durante horas, la bebida corría como la espuma y llegó el tan odiado momento de despedir a la gente. Más de 12 horas de boda, muchas emociones, risas, saludos, fotos, comida, bebida... Y llegaba a su fin. 10 meses preparándolo todo y se había esfumado en tan poco tiempo, pero lo disfrutamos a tope.
No puedo decir nada malo de mi boda porque nos salió a pedir de boca, más perfecta de lo que habíamos planeado si cabe. La gente quedó encantada con todo, tanto en la iglesia como en el restaurante. Algunos incluso nos pedían que ¡nos volviéramos a casar de lo bien que se lo había pasado! En fin, un día perfecto para una unión de por vida.
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