La boda de Roberto y María en Mabegono (San Tirso), A Coruña

Cuando fui a llegar, justo al ir al salir del coche, se me enganchó la pulsera que llevaba en la falda de plumeti del vestido. ¡No salía y ya habían puesto la música para entrar, así que mi madre sacó unas tijerillas que tenía en el bolso para cortar algo del ramo si hiciera falta, y... ¡Rás! ¡Adiós problema! Salí aliviada y escuchando la pieza de música clásica que habíamos elegido para la entrada (aconsejada por mi padre, que es un melómano de dicha música).

Al salir del vehículo, estaba mi amiga rezagada en un lateral con su bebé, lo cual me gustó, porque incluso si llegó tarde, estuvo con su niña en un momento especial para mí.

Me cogí del brazo de mi padre, y me dispuse a adentrarme en el pazo.

A pesar de estar siempre pensando que no lo pasaría nada bien en la boda (porque no me gusta ser el centro de atención, todo se disipó al ver a toda la gente que queremos ahí y con sonrisas de oreja a oreja).

Llegué al "altar" y ahí estaba mi amor, Roberto, junto con dos amigos que oficiarían la boda (civil). Nuestro amigo Tony empezó a hablar con sus chascarrillos y desparpajo de siempre y nuestra amiga Gabi lo fue traduciendo al inglés, ya que había invitados extranjeros y no queríamos que se perdieran nada. Era el combo perfecto.

En su discurso, hizo varias preguntas acordadas con nosotros, cuyas respuestas no se esperaba "el maestro de ceremonias" (¡no se las desvelamos en el ensayo el día de antes!):

¿Hay alguien que se oponga a este matrimonio? A la cual, sacamos unas pistoletillas de agua que teníamos escondidas y amenazamos al público.

¿Estáis seguros de que os queréis casar? Y entonces nos miramos y nos levantamos de golpe para reunirnos con nuestras/os hombre y mujeres de confianza respectivos, para hacer un corrillo de consulta. La consulta concluyó en afirmativo y volvimos felices a sentarnos y decir un "sí" rotundo.

Tony dio paso a que hablaran personas muy especiales para nosotros y ahí es cuando empezó el melodrama...Risas, lloros y muchos “te quiero" volando en el aire.

Luego toda la felicidad continuó, pero ya daría para muchos capítulos.

No queda más que decir que fue todo precioso y no pudo ser mejor. Sin la ayuda de todos proveedores y personas que nos ayudaron con mucha paciencia, no hubiera sido posible. Tampoco hubiera sido posible sin Bodas.net, que es una espléndida herramienta para este sector.

Por cierto, al día siguiente, aparte de otros daños esperados, el plumeti tenía un agujero, pero es parte del recuerdo de una pulsera salvaje que sí que se opuso al matrimonio.

Gracias y a ser felices.

María y Roberto.

Contratamos a dos proveedores de música: a Los mecánicos para la primera parte de la fiesta, y Dani DJ para la segunda. ¡Genial todo!