La boda de Roberto y Anna en Logroño, La Rioja

El día de nuestra boda

Nuestra boda fue una boda de Coronavirus y, como tal, estuvo cargada de nervios y de emoción. Un poco como todas las bodas, pero a lo grande, aun siendo pequeña. Éramos pocos invitados, pero no faltó detalle, y disfrutamos muchísimo. Mi pareja y yo decidimos no vernos hasta llegar al altar, así que nos levantamos, y cada uno a su sitio para empezar a prepararnos. Las horas antes de la ceremonia se pasaron volando, peinado, maquillaje, alguna fotito con mis gatos antes de salir, y ya estábamos volando al restaurante, cuando de repente... ¡Se me había olvidado el ramo! Así que llegué tarde, como toda novia hace, pero llegué entera. Tuvimos suerte de tener un día estupendo, buena temperatura y mucho sol, tras una semana llena de frío y lluvia, así que pudimos estar sin abrigos casi todo el día. Una vez allí, la ceremonia fue superemotiva y bonita, ver a mi pareja esperando y con su lagrimilla fue algo inolvidable. Mi hermana ofició el enlace, hicimos la ceremonia del reloj de arena, el intercambio de anillos, las arras, y salimos bajo una lluvia de pétalos. El cóctel y el banquete estuvieron genial también, contratamos un rincón de sashimi que voló de lo rico que estaba. Como no podíamos hacer baile, pues hicimos una sobremesa larga que, al final, se fue animando, seguimos la fiesta un poquito más en un bar y, por fin, a la cama, que ya nos lo merecíamos después de un día tan largo.