La boda de Rober y Laura en Silanes, Burgos
En el campo Verano Fucsia 3 profesionales
R&L
06 Jul, 2013El día de nuestra boda
Aquí comienza el día más feliz de nuestras vidas...
Entiendo que todas las novias llegan ilusionadas y felices el día de su boda, pero no sé si a ellas les había costado tanto llegar hasta este día como a mí.
El fin de semana comenzó cuando ya el viernes empezó a llegar toda la familia. Habíamos alquilado una casa rural en el pueblo de al lado para toda mi familia, y así estar todos juntos.
Entre risas, chistes, y bailes, me hicieron una fiesta medieval preboda por sorpresa, así que a reírnos y divertirnos más aún. El novio, que llevaba toda la semana en el pueblo preparando la boda, no sabía que la novia estaba de parranda.
Hay que decir que no fue una boda convencional, lejos de esos salones de gala, discoteca con luces y barra libre, adornos florales carísimos... Fue una boda de lo más rural y familiar.
Decidimos hacer la boda en una aldea muy pequeña llamada Silanes, apenas 6 habitantes, el pueblo de mi suegra, porque desde que empezamos a salir juntos siempre hemos ido y tenemos unos recuerdos entrañables con la familia, fiestas con los amigos, etc., y no teníamos dudas de que iba a ser allí.
Seguir leyendo »Nos pusimos a organizar todo con un presupuesto tan reducido que nos daba miedo no poder pagar todo, así que podemos decir que fue una boda low cost.
Pensamos que, para no gastar dinero en floristería, que al fin y al cabo duraría solo un día, íbamos a hacer nosotros nuestra propia decoración, así que manos a la obra, compramos metros y metros de cinta de raso de color fucsia y blanco, y nos pusimos a hacer pequeñas rosas de raso que finalmente formarían bouquets, en total se confeccionaron 250 flores en 50 bouquets, que decoraron toda la escalinata que llevaba a la iglesia, y que estaba en lo alto del cerro.
Se compraron cuerdas, velas, botes de cristal para ponerlos por todos lados, y mi madre nos confeccionó un bastidor para llevar los anillos con nuestras iniciales. La decoración de la iglesia fue a cargo de las mujeres del pueblo, que nos regalaron sus mejores flores para poner centros y decorar los bancos con ramilletes de trigo.
Bueno, pues mientras que la novia estaba de fiesta la noche anterior, el novio estaba liado colocando toda la decoración, allanando terreno, cortando las flores... Pero conste que él no quiso que viera cómo estaban decorando el pueblo para el gran evento, porque si algo tienen los pueblos pequeños, además de su buena gente, es que un evento así, que llevaba sin celebrarse desde hacía 20 años, ¡iba a ser el evento del año y de los siguientes!
El día de la boda hacía un sol radiante y un calorcito para estar casi en Álava delicioso, pero mejor, porque temíamos que hiciera frío, así nuestras invitadas lucirían modelazo.
Mientras todos dormían la mona, mi bebé de 13 meses me despertaba a las 8:30 de la mañana con su mejor sonrisa, así que puedo decir que esa noche no dormí con el novio, pero sí con una parte de él, nuestro hijo.
Empezaron a llegarme fotos de mis amigas a las 6 de la mañana (hora en la que cogían el tren) con las cervezas en la mano, así que me dije: ¡va a ser una gran fiesta!
En cuanto ya se empezó a levantar la gente y empezó el movimiento de peluquerías, manicuras, maquillaje, ¡ya se notaba el ambiente de que íbamos de boda! Y encima era la mía y el bautizo del peque, un día completo.
Estaba muy tranquila, creo que las novias están tranquilas porque saben que ya llegó el momento, saben que se pasa todo muy rápido, o eso es lo que nos han contado, y están tranquilas porque, aunque algo salga mal, nos va a dar igual, porque seguirá siendo un día inolvidable, aunque con alguna que otra anécdota más.
Y llegó el momento del vestido, de poner el velo, de que todo el conjunto (peinado, maquillaje, vestido, velo, zapatos, y ramo) tuviera sentido y, de repente, aparece la novia que hay en mí, radiante, feliz y preciosa. Creo que jamás me he visto tan guapa.
Todos se van para Silanes y mi hermano, el padrino, y yo vamos pasados 15 minutos, por eso de que la novia se retrase un poco.
Cuando llegamos al principio de la escalinata de subida a la iglesia, me quedo impactada del arco de flores que había puesto Roberto, todo para una entrada a una nueva vida y, de pronto, veo a mi prima gritando “¡tápate los ojos!”. El motivo: el novio estaba subiendo cuando ya debería estar arriba en la iglesia desde hacía 15 minutos, así que llegué yo antes con el coche que el novio (1ª anécdota del día, y acabamos de empezar).
La subida fue muy rápida, y mucho más cuando llegué a la explanada de la iglesia y un ejército de hormigas empezaron a subírseme por el vestido como locas, así que solté al padrino y eché a correr hasta el pórtico. Ya a salvo, me colocaron el vestido, me pusieron el velo, y me quitaron todas las hormigas del vestido, ¡es lo que tiene el campo!
Cuando voy a entrar a la iglesia, veo que mi hermana está tocando mi canción de entrada (O Son Do Ar) con una flauta dulce. Hay que decir que mi hermana se encargaba de la música de la ceremonia porque ella toca el saxo, y ella me había asegurado que para mi boda se iba a dar el lujo de no tocar, que siempre le tocaba, y esta vez quería disfrutar, así que cuando la vi tocar mi canción me emocioné mucho.
Cuando ya pasé el pórtico y anduve un par de pasos, empezaron a resonar por toda la iglesia un grupo gallego de gaitas y panderetas que estaban escondidos en el coro. A mí se me pusieron los pelos de punta, y al resto de la gente también, fue un momento que jamás olvidaré. Mirar al novio cómo me estaba esperando, tan guapo, y el sonido de las gaitas de fondo ha quedado grabado en mi memoria, gracias hermanita.
La ceremonia no fue nada convencional, ya he dicho que esta boda se salía de todos los estereotipos de bodas, parecía que estábamos entre amigos, que realmente era así. Unos opinaban y otros hablaban, así que lo que por regla general hay gente que se sale al bar en estos momentos, aquí estaba la iglesia más llena que nunca, no solo porque todas las mujeres del pueblo y de los alrededores se habían puesto sus galas y habían venido a vernos, sino porque realmente fue muy divertida y amena.
Luego pasamos al bautizo del pequeño y ceremonia exprés, 10 minutos.
La salida de la iglesia fue también muy emotiva, arroz y pétalos de rosas recogidas de todos los rosales de las casas del pueblo. La gente del pueblo estuvo una semana recopilando sus mejores rosas para ese día y, cómo no, los gaiteros tocándonos.
De ahí pasamos a la sesión de fotos, que fue superdivertida, gracias a Aitor. No podíamos haber elegido mejor fotógrafo, simpático y muy profesional, nos hizo subir piedras, meternos por campos de trigo, etc., y claro, las fotos son todo un lujo.
En el restaurante, los invitados nos esperaban con un pasillo de flores y la canción elegida para ese momento fue Yo quiero respirar.
Durante la cena, regalos, bailes y mucha alegría, gracias a los chicos del restaurante El Pastor, que nos ayudaron muchísimo en todo, y a los invitados. Les impresionaron los centros de mesa que habíamos comprado, grandes peceras llenas de canicas y dos peces por mesa, jamás habían visto algo así, y no salió nada caro.
Ya cerrado el restaurante, cogimos a todos los invitados y nos fuimos, porque la fiesta no iba a ser en el mismo restaurante. Estamos hablando de que es una boda low cost, así que nos fuimos a la plaza del pueblo y ahí montamos la fiesta, como si fuera una verbena de antaño, pero más chic.
La plaza la decoramos con farolillos blancos, pusimos mesas con aperitivos y la bebida a modo de botellón, cada uno se hacía el cubata como quería. Como no podía ser menos, en la plaza hay un pilón, y lo decoramos con velas flotantes.
Pusimos una mesa de chuches con cupcakes que nos hizo un familiar y con letras de madera que ponen Sr. & Sra., ¡quedó preciosa!
La música la montamos nosotros, bueno, mi hermano, que era el DJ, nos trajimos altavoces, la mesa de mezclas, y a bailar durante toda la noche.
A las 7 de la mañana ya no quedaba nadie, solo mi recién estrenado marido y yo. Empezaba a amanecer, y poco a poco se iba iluminando la plaza que horas antes estaba llenísima de gente bailando, nos miramos y pensamos que había sido un día único, y nos fuimos a dormir.
Me gustaría dar las gracias a todas esas personas (padres, hermanos, cuñados, amigos) que durante meses han estado preparando la boda, y que gracias a ellos nos hicieron una boda que jamás hubiera soñado.
Gracias a Aitor, porque nos encanta hacernos fotos con él, su visión de hacer fotos es maravillosa y una obra de arte.
Gracias a Cristina e Iñaki del restaurante El Pastor, porque me soportaron durante meses con cambios de menú, cambios de mesas, decoraciones locas con animales vivos, y por facilitarnos todo ese día.
Gracias a mi chófer y gran amigo Sergio, por dejarme su coche, llevarlo a pintar y dejarlo bonito para ese día.
Gracias a Julián, el párroco, porque hizo una ceremonia tan entrañable que parecía más una reunión de amigos que una misa, y nadie se escapó al bar, ¡típico en las bodas!
Gracias a todas las gentes de Silanes por su ayuda y por dejarnos tirar cables desde sus casas para que llegara la corriente, por limpiar todos los hierbajos de la ladera, por dejar que cortáramos sus flores para decorar la iglesia, y engalanar el pueblo para que luciera un día como ese.
Gracias a todos por hacer de nuestro día inolvidable.
Servicios y Profesionales de la Boda de Rober y Laura
Otros Proveedores
Otras bodas en Monumento al Pastor
Ver todas
Otras bodas en Burgos
Ver todas
Hotel Ciudad de Burgos
Buezo
NH Collection Palacio de Burgos
Inspírate con estas bodas
4 comentarios
Deja tu comentario