La boda de Richi y Irene en Riveira, A Coruña

El día de nuestra boda

Nunca fui de esas niñas que ya desde muy pequeñitas soñaban con cómo sería el día de su boda, ni en vestirme de blanco, pero a nuestros 30 años y después de no separarnos ni un sólo día desde que teníamos 17, decidimos unirnos todavía más, si esto fuese posible, y mostrar a todo el mundo que nos rodea nuestro gran amor, gritándolo a los cuatro vientos, y sellar, de esta manera, nuestra preciosa historia contra viento y marea.

Nuestra boda, nuestro día... Sin lugar a duda, lo fue, uno de los mejores días de nuestra vida, el cual recordaremos siempre. Perfecto e inolvidable, aunque a su vez extremadamente corto y fugaz.

Una boda que, desde hace un año atrás, planeamos, compartimos, preparamos y disfrutamos a tope los dos, en la que, en cada detalle, pusimos el corazón. Aunque lo que no sabíamos eran las sorpresas que nos deparaba a manos de nuestros mejores amigos, y que la hicieron todavía más especial.

Y junto a nosotros, arropándonos, toda nuestra gente. Los que comparten nuestros días. Esas personas tan especiales para nosotros, las cuales, todas y cada una de ellas, tienen un huequito en nuestro corazón desde que entraron en nuestras vidas. Todos fueron protagonistas, formando parte de cada instante de la celebración.