La boda de Ricard y Yolanda en Castellbisbal, Barcelona
Rústicas Verano Morado 5 profesionales
R&Y
17 Sep, 2016El día de nuestra boda
Aunque fue el día más feliz de mi vida, reconozco que lo empecé llorando, y no de felicidad... Dos días antes murió un primo segundo mío, al que no veía desde hacía años, pero aun así, me afectó bastante, él solo tenía 17 años. Además, pensar que yo estaba de celebración mientras parte de la familia iba de entierro ese día, era triste. Así que lo primero que hice cuando me desperté, fue llorar por él y mandarle un mensaje a su madre y ella me hizo prometerle que disfrutaría al máximo de mi día, tal como mi primo hubiese querido, ¡y lo cumplí! Después de ese momento de tristeza, miré a mi novio, que todavía estaba durmiendo a mi lado (sí, dormimos juntos la noche de antes en nuestra casa, ¡como siempre!), ¡y pensé en lo afortunada que era por estar con él y poder dar este gran paso a su lado! Lo desperté, comprobamos que el cielo estaba muy nublado, había previsión de lluvia... Pero decidimos que eso no nos iba a aguar la fiesta y desayunamos juntos. Al poco rato, llegó mi maquilladora, en ese momento nos despedimos y empezaron los preparativos (nos arreglamos en nuestra casa los dos, ¡pero sin vernos hasta llegar al ayuntamiento!). Los días previos a la boda estuve muy nerviosa, pero el día B estaba muy tranquila, dispuesta a disfrutar de cada minuto. Feliz. Mi maquilladora era además mi tía, con quién me llevo genial, y aunque ella al final no pudo venir a la boda porque se tuvo que ir al entierro de mi primo, conmigo estuvo genial, plasmó perfectamente lo que yo quería para mi boda y además usamos en el maquillaje de los ojos y en la manicura el color y la temática principal de la boda: la lavanda. Además yo quería llevar el pelo suelto, como siempre lo llevo yo, ¡y también consiguió el peinado perfecto para mí! Después llegaron mis padres y mi hermana, así mi madre y mi hermana me pudieron ayudar a vestirme mientras mi padre esperaba ansioso por verme en el comedor. Antes de empezar a vestirme hice venir a mi habitación a mis padres y a mi suegra, que también estaba por casa ayudando a mi novio, y les di un pañuelo a cada uno con un grabado personalizado que hice para ellos, ¡y ahí ya empezaron las primeras lagrimillas de emoción por parte de todos los presentes! Menos yo, que no lloré en todo el día, solo podía sonreír y sonreír de felicidad. Cuándo ya había entregado los pañuelos a mis padres y a mi suegra, se quedaron conmigo mi madre y mi hermana (a quién por cierto, le entregué una pulsera que hice con tela sobrante de mi vestido y una chapita de plata con una frase grabada). A partir de ese momento mi hermana y mi madre me empezaron a ayudar a vestirme y, ¡tachán! ¡Qué emoción! ¡Qué nervios! Por fin me veía vestida de novia al completo, con todos los complementos, el maquillaje, el peinado y mi precioso vestido del que tan convencida estaba al principio y que tantas dudas me dio las dos últimas semanas, pero que finalmente, en ese momento, me daba 100% seguridad de que era el vestido correcto, mi vestido. Hicimos las fotos de rigor, yo sola, con mi familia, etc. Y llegó el momento de salir hacia el ayuntamiento. Yo iba en el coche con mi padre, además conducía él, así lo quería yo. Y mi madre se iba con mi hermana en su coche. Cuando salimos a la calle, ¡las nubes habían desaparecido y había sol! ¡Hacía un día perfecto! En ese momento, mientras yo estaba pensando en eso, el fotógrafo me miró y dijo: "¿Y mi coche? Estaba aquí aparcado" La verdad es que fue un momento un poco tenso, mi madre y mi padre preguntándole si estaba seguro de que lo había dejado ahí, y sí, sí, ¡ahí estaba el triangulito amarillo de la grúa! No entendíamos por qué, ya que en esa zona se puede aparcar, y mientras ellos intentaban decidir cómo solucionar el problema, yo le dije a mi padre: papa, yo me espero en el coche, le damos 5 minutos para solucionarlo y si no nos vamos sin fotógrafo, que todo el mundo lleva móvil con cámara encima, ¡y yo no estoy dispuesta a llegar tarde! Al poco rato mi madre decidió y ordenó (¡suerte de ella en ese momento!) que ella y mi hermana se iban para el ayuntamiento con el fotógrafo y que cuándo acabase la ceremonia, ya habría tiempo de pensar en el coche (finalmente, resultó que el fotógrafo se olvidó de poner el freno de mano y la calle hace subida, así que el coche se fue para atrás y se empotró con otro coche que había aparcado, y cuándo el dueño de ese coche lo vio, llamó a la policía, quiénes se llevaron el coche del fotógrafo de ahí, pero por suerte, ¡todo quedó en una anécdota!)… Mi padre y yo entramos al ayuntamiento sonriendo los dos todo el rato, ¡estábamos muy felices! Y yo un tanto nerviosa por verlo a él, ver el traje que había elegido él para nuestro día, etc. Mi todavía novio, que esperaba al final del pasillo, se puso a llorar de emoción en cuánto me vio y yo pensé: "¡Guau! ¡Mi chico llorando!" ¡Él nunca llora! Y menos en público, ¡fue un momentazo! Y yo que siempre lloro por todo, nada, ni una lágrima, ¡solo podía sonreír de felicidad! ¡Estaba guapísimo! Ni yo misma habría elegido mejor traje para él. La ceremonia civil, sencilla, pero muy bonita gracias dos amigas que salieron a decir sus propias palabras. Después llegó el momento del intercambio de las alianzas, ¡y nos besamos! Después el alcalde dijo que en ese momento es cuando debía decir que nos podíamos besar, pero que ya lo habíamos hecho, así que todos nos reímos y nosotros le dijimos que no había ningún problema, ¡y nos volvimos a besar! Para la celebración elegimos la Masia Can Ramoneda, en Rubí, ya que el sitio es precioso y justo lo que queríamos, alquilar el espacio para después poder hacer en él todo lo que nosotros queríamos. Además Dani y Aleix son un encanto, ¡te ayudan en todo lo que pueden y más! El pica-pica y la comida fueron geniales, ¡todos los invitados quedaron encantados! Contratamos un catering de asados argentinos (Barbacoa Chef), ya que a nosotros nos encanta la carne a la brasa y queríamos que la boda fuera sencilla pero llena de detalles y que plasmara toda nuestra esencia. De postre, en lugar de la típica tarta nupcial, hicimos tarta de queso, la típica New York cheese cake, con mermelada de arándanos por encima y base de galleta, y aunque al principio nos costó mucho encontrar a alguien que nos hiciera lo que nosotros buscábamos, ¡al final dimos con Mericakes y fue todo un acierto! ¡Espectacular! Meri nos hizo una tarta para poder cortar nosotros y el resto de porciones en vasitos individuales, así era más fácil de servir. El topper de nuestro pastel eran unos pingüinos personalizados que le encargamos al proveedor Cukitop, ya que nosotros siempre decimos que somos como los pingüinos, que cuando encuentran a su pareja, es para toda la vida. ¡Y la verdad es que también supo plasmar a la perfección lo que le encargamos! Después de la tarta, hicimos la entrega de regalos, ramos de flores y fotos a los padres y abuelos, regalos a los próximos amigos en casarse, 3 ligas a una amiga mía y a las dos primas de mi ya marido, ¡que las quiero con locura! Y cómo no, ¡el ramo de novia para mi hermana! La pobre llevaba meses preguntando qué iba a hacer con el ramo de novia y yo le decía que me lo iba a quedar yo de recuerdo, así que se emocionó mucho cuando vio que era para ella. Para el inicio del baile no hicimos el típico vals, teníamos clarísimo que lo empezaríamos con "nuestra canción" (Vull estar amb tu,de Els Catarres), una canción pop/rock catalana. ¡La gente alucinó! Y además, después de iniciar el baile y como sorpresa para nuestros invitados, teníamos contratado un fotomatón (Fotomatón Events), todos lo pasamos genial haciéndonos fotos con el atrezzo que proporciona el proveedor. Bailamos toda la tarde sin parar, la gente quedó encantada con el dj, bebimos mojitos (sí, ¡nos encantan! Y tampoco podían faltar en nuestra boda, ¡así que teníamos barra libre de mojitos!). Toda la decoración la hicimos nosotros, con la ayuda de Natalia, mi amiga y mi socia, quién me ayudo con el diseño de todo. En la entrada de la masía hay un olivo en el que pusimos un rinconcito con fotos en memoria de nuestros abuelos y mi tío, que ya no están con nosotros. En la entrada también había abanicos y sombreros de paja para todos los invitados. En la zona del pica-pica pusimos un calendario para que cada invitado escribiera su nombre en el día de su cumpleaños y ahora lo tenemos colgado en la nevera, ¡así no se nos olvida felicitar a nadie! También preparamos una cestita en el baño con algunas cosillas "por si acaso" (aguja, hilo, imperdibles, tiritas, toallitas anti brillos para las chicas, chicles, desodorante, etc.), ¡la gente lo agradeció muchísimo! ¡Y además se usó todo! Los gemelos de mi chico también eran personalizados, un regalo que le hice para San Valentín y que encargué a "Gemelos Personalizados". Y cómo no, ¡en una boda no puede faltar un sello personalizado! El nuestro era de New Vintage l&v, ¡también con nuestros famosos pingüinos! Al día siguiente teníamos mensajes de todos nuestros amigos y familiares felicitándonos por la boda que habíamos organizado, por no haber olvidado ningún detalle, por la comida, por todo. Sin duda, fue el mejor día de nuestras vidas, salió todo como lo habíamos soñado, algo sencillo y lleno de detalles, rodeados de nuestros familiares y amigos más íntimos, sin gente por compromiso. ¡Fue la fiesta que queríamos!
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