La boda de Rebeca y Borja en Colmenar Viejo, Madrid

Mis padres fueron a buscar mi ramo y cuando lo vi… empezaron los nervios, las náuseas, todo.

Llegó la peluquera y me empezó a peinar. Según acabó llegó mi amiga a pintarme. En ese momento empezaron a entrar vecinos a vernos y empezó a haber mucho jaleo y cada vez estaba más nerviosa. Terminaron conmigo y empezaron con mi madre. Yo intenté comer algo pero nada, no me entraba ni un trozo de pan.

A las 3 empezaron a vestirme mi amiga y mi madre. Ahí ya estaba atacada, me sentaron en el sofá y a esperar al fotógrafo que llegó, me hizo unas cuantas fotos y se fue a por el novio.

La casa de mis padres se me hacía pequeña. Yo solo quería irme ya y ver a mi marido. A las cinco menos cuarto vino el coche a buscarnos. A la ermita solo se tardan diez minutos de camino así que decidimos parar para llegar un poquito tarde y así relajarnos un poco. Al fin estaba allí frente a la ermita donde iba a salir con mi marido.

Salí del coche y estaba todo lleno de gente que ni conocía y empecé a temblar mientras entraba y me iba acercando al altar. Iba suspirando nerviosa, viendo como la gente se emocionaba y ahí estaba él tan guapo como siempre y más nervioso que yo.

La misa fue muy agradable pero en el momento de las alianzas no aguanté más y empecé a llorar de los nervios, de la felicidad algo que no puedo explicar. ¡Y al fin marido y mujer!

Salimos y nos hicimos las fotos con todo el mundo y las del fotógrafo y al terminar nos fuimos al bar de al lado a tomar algo con algunos amigos. Llegamos al hotel 15 minutos antes de empezar el cóctel, aprovechamos para ver la suite del hotel y relajarnos un poco.

Al salir hicimos el brindis y empezamos el cóctel y de ahí la cena muy divertida y con muchos buenos momentos. Llegó el momento de la tarta y decidimos dedicar unas palabras a nuestros seres queridos, fue un momento único pero lo mejor fue que al acabar empecé a hablar yo sobre una persona que quería mucho y que ha luchado mucho estos últimos años y que para mí es como una madre. Todos empezaron a llorar y ahí le di el ramo a mi tía que ni se le pasó por la cabeza que se lo fuera a dar a ella. Nos abrazamos y empezamos a llorar junto con medio salón. Empezamos el baile con la canción "Jóvenes eternamente" de Pol 3.14, preciosa y de ahí una fiesta sin fin.

Nuestros amigos nos prepararon el kit luna de miel en una gran caja que para abrirla tardamos la vida y que estaba llena de arena, confeti, papel de periódico y los regalitos por ahí. Fue inolvidable ese momento. Fue el día más especial de mi vida. Después de todo lo que pasamos los días de antes mereció la pena y lo haría una y mil veces con él.