La boda de Raúl y Romina en Zaragoza, Zaragoza

Mientras la sesión de maquillaje, a las nueve y poco, llamaron a la puerta, era mi florista, que me traía el ramo, los prendidos y los adornos del coche. ¡Qué sorpresa me llevé cuando vi el ramo! Era precioso, ¡como lo había soñado! Un bouquet de calas picasso, ni muy grande, ni muy pequeño, rematado con los bajos de la gasa de mi vestido y alfileres en morado. Como os podéis dar cuenta, el color de mi boda era el morado, ¡que me encanta!

Cuando acabé con el maquillaje y el ramo, me fui corriendo a la pelu, en la que ya estaba mi madre y una de mis mejores amigas esperándome allí. Ellas ya peinadas y maquilladas... ¡Estaban guapísimas! Al ratito de llegar me cogieron. A todo esto, mi madre histérica porque pensaba que no les iba a dar tiempo. Me casé a las 12:30 y en la pelu me cogieron a las 10:15, pero fueron rapidísimos y me hicieron el peinado justo que yo iba buscando. ¡Yeso que en la prueba no acertamos con lo que queríamos, pero que manos tiene mi peluquero!

A las 11 nos fuimos de la pelu las tres a casita para vestirnos. Estaban mucho más nerviosas mi madre y mi amiga que yo. ¡Estaba con una tranquilidad pasmosa! Hasta que llegamos a casa y ellas se empezaron a vestir y me tocó a mí, que si el vestido por arriba, que no que dijeron que por abajo, que no me entra el pendiente, ciérrame la pulsera que yo no puedo, ¡buf! Llegó mi padre, mi hermano y mi cuñada con el peque, se llevaron a mi madre y a mi amiga, y ya salimos con mi hermano y mi padre en el coche en dirección a la iglesia.

¡Qué momentazo fue llegar! ¡Todo el mundo fuera esperando el momento! Y yo buscando con la mirada a mi futuro maridito, que me abrió la puerta del coche: fotos y más fotos, me ayudó a salir, le puse el prendido, ¡y todos para adentro! ¡Que la ceremonia empezaba! Fue una ceremonia muy bonita y emotiva, entrando con I don´t wanna miss a thing de Aerosmith, quedó superbonito. Nombrando a los abuelitos que ya no están con nosotros, en las ofrendas con detalles que eran muy nuestros y que todo el mundo se emocionó, y la salida… ¡Llena de confeti! No quería arroz y conseguí que no lo tirasen, ¡yuju! Felicitaciones, fotos, besos, abrazos, ¡emoción!

Nos fuimos a hacer las fotos, y después, ¡al restaurante! Ya estaba todo el mundo de aperitivo, con la tripa llena cuando llegamos nosotros así que un ratito más y bajada al salón, sonó la música I was born to Love You de Queen. ¡Se abrieron las puertas del salón y ahí que entramos! Todo el mundo servilletas arriba, silbando, viva los novios, ¡que emoción!

La comida transcurrió con muchos regalitos a las mamis y a los papis, que no se lo esperaban y se emocionaron mucho. A nuestros testigos, a nuestros amigos que se casan en septiembre, a nuestras embarazadas, ¡y a dos cumpleañeros! Por cierto, la comida insuperable, el pescado (dorada) estaba genial y la carne (ternasco, muy de Aragón) estaba supertierna. Sacaron la tarta con una sorpresa muy especial para mí, ¡los muñequitos de la tarta eran dos cofrades vestidos con el hábito de nuestra cofradía! ¡Qué llorera más tonta!

Y llegó el momento baile, ¡qué miedo le teníamos! ¡Yo me había sacado la rodilla hacía un mes y no sabía si iba a poder bailar bien! Y mi marido, pues tiene dos pies izquierdos, así que imaginaos, ¡pero salió genial! A ver si puedo subiros el baile para que lo veáis porque, aunque cortito, ¡quedó superbonito! Y ya pues empezó el fiestón. 90 minutos de juerga en el restaurante que todo el mundo recordará, bailes sorpresa, fiesta con todo el mundo…

Y los que aguantamos después nos fuimos a cenar, y aún estuvimos por ahí hasta las 2 de la mañana que ya estábamos todos muy cansaditos y nos fuimos al hotel. Y se acabó y da mucha penita que se acabe, pero recordar estos momentos es lo que más vale. Y colorín colorado, este cuento no ha hecho nada más que empezar.