La boda de Raúl y María en Argüeso, Cantabria
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R&M
04 Oct, 2014El día de nuestra boda
Aunque nunca fui una niña que soñara con su boda después de tantos años juntos me hizo más ilusión de la que mostraba realmente.
Pasaron los meses de preparativos muy rápido y sin ningún agobio, más a última hora cuando se empieza con la invitaciones y empiezas a ver la verdadera cara de la gente que creías conocer. La última semana fue tranquila, ya estaba todo hecho y sólo había que esperar que el tiempo acompañara. Algo difícil al sur de Cantabria, pero no imposible. Llegó el gran día, amaneció tapado y algo fresco pero la lluvia parecía que no iba a hacer acto de presencia. Mientras me peinaban y maquillaban me sorprendía a mí misma de mi tranquilidad.
Empezaron los nervios cuando llegas a casa a vestirte y empiezan tu madre y hermanas que te quieren ver ya, cuando ves que tu ramo aún no llega y el coche ya te está esperando. Soy muy puntual y la boda era a las 12 a 15 minutos de mi casa así que cuando mi ya marido me dijo que estaba allí ya salimos para llegar justo a la hora, yo no puedo llegar tarde nunca, es superior a mí.
Seguir leyendo »Los nervios estallaron a la llegada del Castillo de Argüeso cuando ves que la gente aún ésta aparcando, llegando o aún sin venir. Así que allí montado en el coche esperando que la gente terminara de llegar.
Fueron los 20 minutos más largos de mi vida y la impaciencia se apoderaba de mí.
Por fin subieron todos y pude salir del coche y encaminarme del brazo de mi padre a subir un montón de escaleras que no esperaba con unos zapatos que no me había puesto más que cuando los compré y la poca maña para andar con ellos cuando nunca uso tacones. El amigo que se encargaba de nuestra música puso nuestra canción y por fín llegué a la sala donde nos casaban. Yo sólo quería ver a mi futuro marido y que él me viera y no me pude dar cuenta de quién estaba ni nada de lo que me decían.
La ceremonia fue breve y como en toda boda no podía faltar el lío de los anillos y las múltiples felicitaciones y fotos por doquier.
Fue dar el sí quiero y salió un sol radiante que propició poder pasar el resto de la mañana con buena temperatura y que la gente podría coger el autobús que los llevaba a Quijas. Ya en el restaurante nos esperaban con multitud de confetti y con ganas de pasarlo bien.
Yo creo que toda novia no puede disfrutar plenamente de ese día ya que estás tan pendiente de que todo salga bien y que a todo el mundo le guste que yo sólo quería ver la cara de tanta gente querida. Todo salió a pedir de boca y llegó el gran momento del baile, ese baile ensayado 2 días antes 20 minutos y que increíblemente salió fenomenal dejando a los invitados alucinado ya que nunca habían visto bailar a mí ya marido. Aunque fue terminar "su suplicio" y ya no bailar más.
Mentiría si dijese que no fue un gran día a pesar de no gustarme las bodas y no tener intención de haberme casado. Pero fue una ocasión muy especial para reunir a las personas que queremos y que muchas veces no podemos ver.
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