La boda de Rafael y Ane en Córdoba, Córdoba
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R&A
30 Abr, 2016El día de nuestra boda
Fue un día espectacular. Aunque habían dado previsión de tormenta para ese día, al final hizo un sol espectacular (menos 5 minutos de lluvia). Lo cual fue una suerte porque la ceremonia y la recepción estaban planeadas en el patio del cortijo, y de haber llovido tendríamos que haber cambiado toda la decoración al interior.
De modo que cuando me desperté, estaba tan nerviosa por el tiempo, que lo primero que hice fue salir corriendo al patio del hotel para mirar el cielo. ¡Todo despejado! ¡Genial! Decidí ducharme mientras mi todavía novio aún dormía. Luego intenté desayunar, pero me fue imposible por los nervios. La pobre peluquera me llamó nerviosa también, diciendo que no encontraba el hotel, y eso me puso más nerviosa. Pensé, voy a llegar tarde, ¡no! Y luego me di cuenta de que no empezarían sin mí, así que me relajé. La verdad es que la peluquera llegó enseguida, pero mi novio, que ya estaba listo enseguida, empezó a impacientarse un poco, porque ya estaba nervioso.
Tan pronto estuve lista, fuimos a sacar algunas fotos al castillo de Almodovar, y luego llevamos a mi novio a una pista despegue. ¡Sí! ¡Llegó a la boda en parapente! De modo que una vez le dejamos allí, el fotógrafo tenía que llevarme con nuestro coche de vuelta al hotel, donde mi padrino me esperaba para llevarme a la boda.
Seguir leyendo »El problema es que el fotógrafo no sabía volver al hotel, y yo que no soy de Córdoba, aún menos. Para más inri, el fotógrafo se había dejado su móvil en su coche, y yo obviamente no llevaba ninguno en el vestido de novia. Así que no podíamos mirar el camino de vuelta en google maps, ni avisar a nadie de que estábamos perdidos y llegaríamos tarde. Tras unos minutos dando vueltas sin sentido (que para mí fueron como horas) encontramos lo que parecía ser el camino correcto. Y finalmente llegamos al hotel.
Cuando llegamos al Cortijo, mi padrino fue a esperarme a la entrada del altar, mi novio había hecho su entrada espectacular, y ahora tocaba la mía. Fui montada en un precioso caballo blanco, con silla de amazona, fue precioso, todo el mundo mirándome y aplaudiéndome. Al llegar a la entrada de la pérgola natural dónde se realizaba la ceremonia, mi padre y padrino me bajo en brazos del caballo, para llevarme hasta el altar, donde ya esperaban mi novio y su madre. Ese corto trayecto fue muy emocionante para mí. Mi hermana y mi prima caminaban delante nuestro, con un corazón hecho de flores, el suelo lleno de hierbas aromáticas, hacía que aquello oliese como un campo silvestre. Y mi padre, más nervioso que yo, a mi lado.
La ceremonia fue muy divertida, hubo muchas risas y fue muy natural, tal y como lo somos nosotros, ¡perfecto!
Y justo después, mis amigos del país vasco nos honraron con un baile que es muy importante para nosotros en las bodas. Y realmente lo siento, pero no puedo explicar con palabras lo que sentí. Ver que todos mis amigos habían pasado días preparando una sorpresa así hizo que por primera vez rompiese a llorar.
A continuación pasamos a la copa de bienvenida, que lamentablemente mi ahora marido y yo no pudimos disfrutar porque todo el mundo nos pedía una foto. Fue un momento muy agobiante, menos mal que nos pusimos de acuerdo y dijimos, a la de tres salimos corriendo, y es lo que hicimos, salir corriendo de ese agobio, y reírnos de la situación.
Poco a poco empezaron a aparecer unas nubes negras en el cielo, y en previsión le pedí al fotógrafo que nos hiciera algunas fotos con el caballo. Cuando terminamos de hacer las fotos sentí dos gotitas de agua en mi piel, y pensé, si van a caer cuatro gotas, aprovecho ahora para ir al servicio, que llevaba horas sin ir. Cuando quise salir, mis amigas y la metre intentaban bloquear la puerta por fuera, pero conseguí abrirla y vi que las cuatro gotas se habían convertido en un aguacero, ¡horrible! Todo el mundo se puso a cubierto, pero la verdad es que todos lo tomamos con humor, y la lluvia paró pronto, dejando lugar a un frescor que la verdad sea dicha, nos hacía falta.
Cuando la lluvia paró, disfrutamos de un espectáculo ecuestre flamenco, que cautivó a todos los invitados e hicimos las fotos de grupo y pasamos al comedor. Al respecto he de decir que aquí la experiencia fue agridulce, ya que yo lo pasé muy bien y disfruté mucho de la comida, pero a los meses he recibido quejas de gente que se quedó con hambre. Al parecer, los platos que se sirvieron en la mesa presidencial distaban mucho de los servidos a los invitados. Cuando me lo dijeron me quise morir de la vergüenza, pero como en el momento no lo supe, lo pasé bien.
Al terminar el banquete, llegó un momento muy especial para uno de mis invitados, que desde el momento en el que le dije que me casaba, me pidió que me aliase con él para sorprender a su novia en mi boda con una pedida de mano.
Fue al tirar el ramo, todas las chicas solteras impacientes tras de mí, conté uno, dos y tres pero no lo tiré. Me di la vuelta y se lo di a ella, mi marido cubrió el suelo justo delante de ella, para que su novio se arrodillase y le entregase el anillo. Ella no se lo esperaba para nada, fue precioso.
A partir de eso, todo fue fiesta y descontrol, de modo que terminaré aquí mi relato.
Fue un día estupendo.
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