La boda de Pepe Rodriguez y Jenny Cano en Sort, Lleida
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25 May, 2013El día de nuestra boda
Ahora que ya he vuelto de la luna de miel y he dejado allí todo los nervios y estrés, puedo centrarme en contaros como fue el mejor día de mi vida.
La verdad es que todo comenzó una semana antes, ya que decidimos hacer una boda de lo más personalizada haciendo nosotros mismos la comida del restaurante, ¿os preguntareis que por qué, no? Mis suegros son propietarios de un restaurante y mi maridín y suegra son los cocineros, y como no podría ser de otra manera queríamos comer un delicioso menú. Imaginaros la semana antes de la boda que estrés y nervios corrían por nuestro cuerpo; entre el aperitivo, la comida, el postre y el pastel, más montar todo... Pero sí que os digo que volvería a repetir encantada, eso sí, ¡con luna de miel incluida!
Así que el día antes estábamos ultimando todos los detalles, cargando un camión nevera para bajar la comida al restaurante de nuestros amigos donde era el banquete. ¿Por qué allí y no en el restaurante de mi maridín? Porque es demasiado pequeño, trabajan con una cocina muy exclusiva, así que imposible. Por eso fue mejor la idea de hacer la ceremonia en su restaurante. Lo más seguro que penséis que estábamos locos ¿no? Pero es que era nuestro sueño… ¡ y por fin hecho realidad!
Seguir leyendo »Llegó el día, después de irnos cada uno a nuestra casita a intentar descansar, ya que eran las 3 de la mañana y aún no habíamos cogido la camita, pero los nervios a mí no me dejaban descansar, y el separarme de él, se me hacía un mundo... pero tenía cosas que hacer aún, así que al llegar a casa, mis padres, abuelo y hermano se fueron a dormir y yo me quedé delante del ordenador mirando y ultimando cosas para que todo saliera perfecto. Si, si, ¡estoy loca!
Y a las 6 de la mañana ya no podía más y me levanté, quería disfrutar desde el primer minuto de ese día tan esperado y soñado, pero soy una persona nerviosa, y de la mejor manera que paso los nervios es con música y limpiando, así que no me lo pensé dos veces, cogí un trapo, la escoba y la fregona y a limpiar mientras todos dormían. Pero como no podía ser de otra manera, mi madre me escuchó y se puso manos a la obra conmigo, pero nos reíamos las dos pensando que estábamos limpiando sobre limpio, pero bueno vimos como salía el sol y fue muy especial aunque parezca mentira.
Y cuando acabamos de recoger y comenzar a preparar todo, salió el gran sol y todo el mundo en la casa se empezó a despertar. Desayunemos todos juntitos y fue muy especial, la verdad. Poco a poco se fueron duchando y arreglando mientras yo me quedé para la última porque quería relajarme en la ducha tranquilamente y pensar. Cuando salí vi que el día no me podía acompañar más, hacía muchísimo calor, cosa que aquí en la montaña cuesta mucho, pero allí estaba el cielo azul y un gran sol resplandeciendo para alegrarme más el día.
Era imposible igualmente relajarme, porque a las 10 de la mañana llegaba el fotógrafo a casa y eran las 9:20 y mi peluquera aún no había llegado, y bueno, no me podía enfadar porque venía de casa del novio de arreglar a mi suegra y cuñada. Encima es la tía de mi maridín así que no podía decir nada.
A las 9:30 llegó y empezó con mi madre, y yo aún con el vestido que me había comprado, pero bueno, a las 10:00 llegó el fotógrafo y la peluquera seguía con mi madre, y yo dando vueltas y suspirando por casa, ya que comenzaban a llegar los invitados a casa… ¡Y yo sin empezar a arreglarme! Como era una boda muy familiar sabía que todo saldría bien. Pero también sabía que a las 11:00 no nos casaríamos, porque era imposible, pero bueno nos llamaron para avisarnos que el coche llegaría más tarde ya que había surgido un problemilla, y luego que el CD grabado para la ceremonia no funcionaba. Así que mientras me peinaba grababa el CD de música de nuevo y mientras mis suegros estaban en el restaurante diciendo a los invitados que la ceremonia empezaría más tarde. ¡Qué nervios!
Después de acabar conmigo, solo me quedaba mirarme al espejo ya que no me había visto aún maquillada ya que era una sorpresa. Cuando me levanté y me miré al espejo, no pude más y empecé a llorar como una niña pequeña con un juguete nuevo. No me creía que esa fuera yo, que este fuera mi día. Suspiré y dije que nada de llorar, que tenía que disfrutar y que ahora me tocaba verme con mi vestido.
El fotógrafo comenzó con el reportaje de fotos y poco a poco creo que me iba tranquilizando y sobre todo creyéndome todo lo que estaba a mi alrededor.
Me vestí, nos hicimos las fotos familiares en casa y mi coche estaba en la puerta esperándome. De la mano de mi padre subí y dimos una vuelta por el pueblo donde de nuevo los nervios aparecieron por mi cuerpo, porque ahora era mi momento, el llegar a la ceremonia y verlo allí plantado esperándome. Buf, lo pienso ¡y aún se me erizan los pelos!
Bajé del coche, me planté en la puerta, mi padre me colocó el velo y me dijo: ”Vamos, ahora sí que es el momento, respira y piensa que yo estoy aquí”.
Mientras sonaba mi canción “Halo” de Beyonce respiré fuerte y sentí un estirón de mano que fue lo que me dio la fuerza para salir. Mi primera mirada fue para él, allí esperándome, viendo cómo se emocionaba y lloraba. Lo más fuerte, es que no vi a nadie, solo estábamos él y yo. El mejor día de mi vida
Después de haber llorado y emocionarnos durante toda la ceremonia por escritos de amigos y familiares, empezamos a ver a la gente y disfrutar, sobre todo de su compañía. Salimos con mil kilos de arroz encima ¡¡y la fiesta empezó!!
Los invitados caminito al restaurante y nosotros al reportaje. La verdad es que fue un momento íntimo que necesitábamos los dos para hablarnos, fue espectacular.
El aperitivo y la comida no pudo salir mejor, los invitados estaban muy contentos ya que entre platos los animamos con detalles a los amigos, abuelos y abuelas, madres y padres, hermanos. Y para acabar los sorprendimos con un vídeo de nuestra preboda que les encantó a todos.
Después de animar tanto dentro del restaurante nos fuimos fuera, a la carpa ¡a bailar y a seguir con la fiesta! Tiré el ramo, bailamos nuestra canción lenta y luego una animadita que sorprendió también y bueno ¿qué deciros? Que más no podía pedir, la verdad.
Hicimos luego un re-sopón todos juntitos, y luego nos fuimos para el hotel a descansar, para el lunes salir de luna de miel a Tenerife.
Mi última frase solo podía estar dedicada a una persona, mi marido: “Gracias por hacer mi sueño realidad, por estar a mi lado siempre pero sobre todo por quererme como lo haces. Te amo”.
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