La boda de Pepe y Elena en El Puerto De Santa Maria, Cádiz
Al aire libre Otoño Gris 1 profesionales
P&E
21 Sep, 2013El día de nuestra boda
Después de más de un año, por fin llegaba el tan ansiado 21 de septiembre. Mi familia y yo nos quedamos todo ese fin de semana en el mismo hotel donde se celebraba la boda, y esa mañana amanecí con mi hermana. Lo primero que hizo al despertarse fue acercarse a mi cama y darme un beso entre lágrimas, los nervios ya estaban presentes. Mientras me espabilaba, aproveché para mirar correo y vi un par de dedicatorias de amigos sobre la boda y ahí se me escapó la primera lagrimilla del día.
La mañana fue un tanto caótica, de una habitación a otra, sin saber muy bien qué hacer y, lo peor de todo, sin poder ver a mi novio. Almorzamos una tapita, ya estaba muy nerviosa, y decidí quedarme sola en la habitación mientras peinaban a mi madre, hermana y cuñada. Me sentía muy impaciente, quería que llegara ya el momento porque la espera ¡era interminable! Y de repente empezó el jaleo. Pasé de estar sola a tener primero a la maquilladora, luego dos peluqueras y seguidamente se unieron los fotógrafos, así que se acabó la tranquilidad. Sin embargo, me sentí mucho mejor a partir de ese momento porque ya sentía que estaba todo en marcha, y en cierta medida me relajaba el estar haciendo cosas.
Seguir leyendo »Una vez maquillada y peinada nuestro fotógrafo aprovechó para hacerme una pequeña entrevista para el vídeo que me gustó mucho y además me sirvió para desahogarme un poco y expresar todo lo que estaba sintiendo. Mi cuñado, el hermano del novio, vino a traerme el ramo y no me lo podía creer, era absolutamente perfecto, mejor de lo que jamás imaginé. Luego llegaron mis damas de honor y fue muy especial porque estaban muy emocionadas, de hecho parece que era yo la que mantenía el tipo y trataba de "quitarle hierro" a la situación.
Ya me entró un poco de prisa porque quería acabar de vestirme y mi madre que no venía, así que en cuanto llegó me puse el traje, otro momentazo viendo a los demás con las lágrimas. Les di las últimas instrucciones a mis damas y se fueron para el lugar de la ceremonia. Nos quedamos mi padre, mis sobrinas, mi amiga y yo esperando que nos dieran la señal para salir. Se puede decir que estaba tranquila, sobre todo porque veía que ya llegaba el momento y no tendría que esperar más. Cuando llegué a la terraza y vi de lejos a la gente y al novio haciendo su entrada, me quedé un poco en shock, ¡parecía increíble! Cuando empezó a sonar Always de Bon Jovi, comenzamos a caminar, y yo seguía bien hasta que llegué y ya me vi allí cerca a todo el mundo.
La emoción me embargó completamente, el verlos allí, por nosotros, compartiendo un momento tan especial, me hizo sentir una emoción impresionante. Pasé mucha vergüenza, porque hice todo el camino lloriqueando, pero no me importó, lo que realmente me importa es lo que sentí. Una vez que llegué a mi sitio y vi a mi novio ya me sentí más serena y preparada para la ceremonia.
Y qué decir de la ceremonia; sencillamente genial. Leyeron un amigo y el hermano del novio, hicimos la ceremonia de la arena, pronunciamos los votos escritos por nosotros, ¡fue mágico, irrepetible! lloramos de emoción, de felicidad y esos sentimientos inundaron toda la ceremonia, pues nuestra gente lo vivió igualmente a flor a piel. Cuando acabó, más alivio todavía. Pudimos intercambiar las primeras palabras como marido y mujer: "¿Cómo estas? ¿Te gusta mi vestido? Qué bonito ha sido" y nos fuimos en seguida a echarnos unas fotos muy cerquita.
Llegamos al cóctel y nos lo pasamos genial. Por desgracia apenas bebimos ni probamos bocado, pero pudimos hablar con casi todo el mundo y echarnos fotos en grupo. Pudimos comprobar que la ceremonia había gustado de verdad. Muchos invitados ni siquiera habían presenciado una boda civil, y mucho menos con discursos, votos u otras cosas, así que genial.
Pasamos al salón de la cena y la verdad es que fue el rato más raro, por decirlo de alguna manera. Yo pensaba que en la cena estaría super relajada, disfrutando de la comida, pero no fue así. Estuvimos bien, pero a la vez pendientes de cosas, hablando con gente y, además, ¡nos derramaron vino tinto encima! Después del corte de la tarta repartimos los regalos lo más rápido que pudimos, aunque como estaban personalizados con el nombre de cada invitado era un poco más lioso, porque la gente tenía ya ganas de marcha.
Cuando la gente hubo entrado en la sala de fiestas, entramos nosotros con nuestra canción e hicimos el primer baile. Fue precioso, y al terminar sí que pensé: ¡ya no me queda nada por hacer! Bailamos dirty dancing, el novio y su hermano improvisaron el gangnam style...y la gente pues bailoteando y tomando copitas. También hicimos un miniconcierto, y más tarde nos subimos alguna que otra vez a acompañar las canciones que sonaban canta que te canta. Lo pasamos genial, yo estaba en una nube, sobre todo por las muestras de cariño de la familia y los amigos, nos hizo sentir de maravilla. Menos mal que pusimos 5 horas de barra libre porque las aprovechamos totalmente, de hecho ¡nos hubiéramos quedado más tiempo si no nos echan.
Nos despedimos de los últimos invitados sobre las 6 y pico, y nos fuimos los dos con mi cuñado y mi cuñada a la piscina. A ellos les apetecía darse un chapuzón, así que nos fuimos casi de puntillas a la piscina y ahí que se tiraron en calzoncillos. Después de la aventurilla, nos fuimos para la habitación y en ese momento sí que puedo decir que sentí alivio: ya había pasado todo y había salido bien.Sólo puedo deciros que la boda es algo impresionante. Los preparativos son muy bonitos y la boda aunque sea muy corta es fabulosa. Pero lo mejor de todo, y por lo que pienso que vale tanto la pena vivirlo, es por el recuerdo que te deja. Hace seis meses que nos casamos y nos acordamos muchísimo, nos ha dejado un recuerdo irrepetible y una experiencia mágica en nuestras vidas, y lo volvería a hacer una y mil veces.
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