La boda de Pablo y Silvia en Guadarrama, Madrid
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P&S
21 Jul, 2018El día de nuestra boda
El día de nuestra boda para nosotros realmente no ha sido un único día como tal, sino una historia que hemos vivido juntos durante 2 años desde que decidimos casarnos o más bien desde que Pablo me dio la sorpresa preguntándome si quería pasar el resto de mi vida junto a él.
Desde el momento 0 todo ha sido magia, ilusión y ganas. La pedida fue increíble en el malecón de La Habana, en una noche estrellada con las olas rompiendo en las rocas a nuestros pies y Pablo tan nervioso que ni le salían las palabras. No se arrodilló, pero no hacía falta, todo era perfecto.
Y empezando así la historia de nuestra boda, el día B tenía que estar a la altura y la verdad que fue de ensueño. Fue el 21 de julio de 2018 en la finca Prados Moros a las 7 de la tarde y casi todo salió como teníamos previsto, digo casi todo porque al final tuvimos un poco de lluvia, pero como dicen... Novia mojada, novia afortunada.
Y tan afortunada, el primer día que fui a buscar el vestido de novia, me acompañaron mi madre, mis tías y mis primas. Me sentí muy querida ya que iba con un poco de miedo porque no me veía con ningún vestido de los de los catálogos y yo no es que sea una novia 90-60-90. El momento 'say yes to the dress' fue como en los reality, pero en este caso todo opiniones favorables, todas me decían lo guapa que estaba, lo bien que me quedaba y si uno les gustaba más que el otro. Fue una tarde magnífica e inolvidable.
Seguir leyendo »El día B nos quedamos en un hotel muy próximo a la Finca en Las Rozas con todos los familiares cercanos y muchos de los amigos, así que ya empezamos compartiendo el día desde bien pronto con nuestra gente y es que es lo más importante, estar bien rodeado y disfrutarlo con ellos.
En cuanto llegó la peluquera nos fuimos cada uno a nuestras habitaciones para arreglarnos. Yo a la suite nupcial donde me esperaba una amiga que es maquilladora y Pablo a la de sus padres. Mi habitación se volvió una locura, parecía la gran vía en hora punta y es que no paraba de entrar y salir gente, que si maquilladora, peluquera, mi madre, mis tías, mis futuras cuñadas, las sobrinas... Madre mía era un no parar. La verdad que agradecí que viniera tanta gente, me sentí muy arropada y como no tenía nada de nervios pude disfrutar de cada pequeño momento.
Estábamos en esa vorágine cuando llamaron los fotógrafos para empezar a hacer el reportaje. Primero empezarían por Pablo pero había un problema y es que estaba en una habitación invadida por la peluquera, su ayudante y sus hermanas, así que tenía que mudarse a otra habitación si quería hacerse las fotos. Cuando una de sus hermanas le ofreció su habitación, tuvo que echar a su novio (que el pobre estaba en plena siesta preparándose para la fiesta de luego), rehacer la cama y recoger la habitación... Así que ambos tuvimos locura en nuestros momentos preboda.
Los fotógrafos terminaron la sesión del novio y llegaron a mi habitación, no daban crédito al tráfico de gente que estaba entrando y saliendo. Además, mi ramo y mis flores para el pelo no habían llegado aún porque las traía mi hermano y como siempre llegaba tarde... En esas entró mi padre diciendo que íbamos tarde porque el coche ya estaba esperando en el punto de encuentro y yo ni siquiera me había vestido, quizás me debería haber puesto un poco nerviosa en este momento, pero nada, estaba disfrutando de la sesión de fotos y de que mi madre y mis tías me ayudasen a vestirme.
Cuando por fin llegó mi hermano (con un pantalón tobillero y sin calcetines que pregunté si se los había olvidado y no, es que es la moda) con las flores, la peluquera pudo terminar de peinarme, mis tías de vestirme y el fotógrafo de hacerme el reportaje. Ya terminados todos los preparativos, nos dispusimos a ir a por el coche, el novio ya estaba en la finca recibiendo a los invitados y yo tenía que salir del hotel para ir al coche de mi padre. El problema es que en la puerta del hotel estaba el autobús con los invitados y yo no quería que me vieran (se perdería la magia de mi entrada), así que corrí como las balas y me lancé dentro del asiento trasero del coche de mi padre. Milagrosamente el peinado y vestido no sufrieron daños, ni siquiera cuando me pillé el velo con la puerta.
Bueno ya estaba todo en marcha, el cielo cada vez más oscuro y con pinta de lluvia y yo en el precioso coche antiguo y descapotable esperando en una gasolinera a que entrase el autobús de los invitados en la finca antes que yo. Al final las prisas de mi padre hicieron que fuese la primera novia en la historia que llega antes de tiempo a su boda.
La entrada a la finca fue como soñaba, tras un arco de enredaderas y flores estaba todo el mundo esperando mi llegada, las damitas de honor en sus posiciones y el coro gospel cantando 'A Thousand Years' de Christina Perri. Bajé del coche ayudada por mi padre, me coloqué bajo el arco. La wedding planner me colocó la cola y el velo y empezamos a caminar hacia el altar situado en el mirador encima del lago y enmarcado por árboles centenarios. Me repetía en la cabeza lo que me habían dicho tantas veces: camina despacio, sonríe y disfruta. Y así hice, disfruté cada paso y cada sonrisa. Cuando estaba a uno metro de Pablo, pude sentir cómo se emocionaba al verme y casi casi me hace llorar. Al llegar a su altura, me cogió de la mano y me dio un beso en la mejilla.
Nuestro maestro de ceremonias hizo una introducción preciosa y dio paso al cura y amigo que nos dedicó unas palabras muy bonitas. El coro cantó un par de canciones acompañado de un piano y luego salió mi hermano a hablar. Ha trabajado de presentador en la radio y se le da muy bien, así que como era de esperar hizo un discurso gracioso y emotivo que cautivó a todo el público y que a mí me sacó una lágrima. Para cerrar la ceremonia, salieron un par de amigos de Pablo a hablar o más bien a intentarlo porque de la emoción no articulaban palabra y es que fue una ceremonia como pocas, única para nosotros y especial para el resto. Tras el sí quiero nos fuimos de la mano por un pasillo rodeado de nuestros invitados, con 'Oh Happy Day' cantado por el coro y lluvia de pétalos sobre nuestras cabezas.
El cóctel era en la pradera junto a la zona de la ceremonia, todas las invitadas con sus protectores de tacón listas para moverse por todos lados y los chicos con sus gafas de sol super chulas (fueron detallitos a la entrada de la finca) no pararon de hacer fotos: en el coche de la novia, en el embarcadero del lago, en el invernadero, en la cascada... Nuestra playlist sonando y nosotros mientras haciéndonos fotos con los fotógrafos no perdíamos ripio de todo lo que acontecía a nuestro alrededor. Casi no disfrutamos de la comida del cóctel, pero aun así sólo con estar con unos y otros ya fue suficiente, además el tiempo nos respetó y las nubes dejaron una puesta de sol increíble tras el lago.
Ya era hora de pasar a cenar, así que todos los invitados se dirigieron al salón acristalado. Fue muy gracioso oír los comentarios sobre el carro de las toallitas justo a la puerta, eran pastillas que con agua se activaban y se volvían toallitas para manos. Son los pequeños detalles que la finca había dispuesto y que marcaron la diferencia de una boda corriente y una boda especial.
La cena fue deliciosa y los momentos especiales estuvieron perfectamente sincronizados en tiempo y música, nuestras madres con sendos ramos llorando de emoción, las amigas más de lo mismo con sus pulseras personalizadas y el resto brindando por lo bien que lo estábamos pasando. Al final de los postres, la lluvia no podía esperar más y empezó a caer como si no hubiera un mañana, aun así, no importó y seguimos con la fiesta, no podría amargarnos un día tan esperado.
Varias mesas se anexionaron e hicieron una mesa gigante donde casi todas mis amigas se pusieron a cantar (somos bailaoras, así que no es para menos que haya donde vamos amenizamos al resto). En ese momento me sentí orgullosa de mi método para organizar las mesas: a la izquierda las mesas de la familia de la novia, a la derecha las del novio y en el centro abriendo en forma de abanico las de los amigos, y siempre en mesas adyacentes gente que se conozca, aunque fuese de las despedidas, así siempre hay interacción entre las mesas y no se vuelve un muermo la cena.
Llegaba el momento del baile y mi marido (sí, ya marido, qué raro es decirlo), estaba de los nervios. Habíamos montado una coreografía con vals y salsa y nos salió genial, terminamos el baile de novios con nuestros padres y luego pedimos otro vals para que todos salieran a bailar. No hubo nadie que se quedase parado, ya me encargué de ir a por los que se quedaban quietos y la pista de baile a rebosar de gente. Fue un momento único, ¿cuándo consigues que todo el mundo baile? Ahí fue cuando dijimos lo hemos conseguido: magia y diversión que era lo que buscábamos desde el principio.
La terraza chill out no se pudo usar porque la lluvia lo había dejado todo empantanado, pero, aun así, la gente aguantó bastante en el baile y los últimos nos fuimos en los autobuses a las 6 de la mañana. No hubo momentos raros ni incómodos, y es que cuando juntas tanta gente (210 invitados) y tan distinta, a veces hay situaciones complicadas, pero no fue el caso, todos los pasamos fenomenal, la gente joven ya se conocía desde la noche anterior de la pre boda y parecía que se conocían de toda la vida y los más mayores pudieron disfrutar del baile desde unos sillones muy cómodos.
Este fue el primer día de nuestra vida de casados y no podría haber sido mejor. Os deseo que vuestro día o más bien historia de boda sea tan bonito, único e inolvidable como el nuestro.
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