La boda de Pablo y Sandra en A Guarda, Pontevedra
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P&S
18 Ago, 2012El día de nuestra boda
Era el 18 de agosto y por fin había llegado ese día tan esperado por mí desde hace tanto tiempo. Deciros que he disfrutado muchísimo organizando todo con sumo detalle, eligiendo los colores, seleccionando y llevando a cabo ideas, incluso rehaciendo cosas en el último momento. Pues ahí va la historia de cómo comenzó ese día.
Después de una semana previa de fiestas en mi pueblo, de días organizando y ultimando preparativos y detalles, recibiendo gente en casa y una cuenta en números rojos con mi sueño llegaron mis últimas y apoteósicas 24 horas de soltería.
El último día comenzó, como no, con un madrugón más. Fui a recoger con ayuda de mi cuñada mi tan deseado vestido porque los dos días anteriores fueron festivos en Vigo. El día pasaba y nosotros celebrábamos en casa el cumpleaños de mi hermano. Después de pasar por la parroquia, floristería, fotógrafo y demás reservamos las últimas horas de la tarde para decorar y organizar el lugar del convite, el restaurante Quinta do Ramo en Tomiño. El tiempo se nos pasó volando y nos dieron las 11 de la noche. Llegué a casa inquietada por la hora y sabiendo que no disponía de mucho tiempo para ultimar los detalles finales. Mi estómago no dio señales de vida. Pensé que una ducha me ayudaría a relajarme pero no pudo ser todavía dado que minutos después algunos de mis amigos más rezagados estaban en la puerta para darme un regalo.
Seguir leyendo »Ya en cama recordé que lo único que me quedaba por hacer antes de cerrar los ojos hasta el día siguiente era ensayar el número que teníamos ideado para el baile. Y… ¡maldición! Si tenéis pensado hacer algo especial y diferente al clásico vals ensayarlo en pareja y a poder ser no a última hora. Finalmente yo ensayé mi parte y mi marido ni tan siquiera lo llegó a hacer. A las 3 y media de la mañana dormía plácidamente.
Duró poco, a las 8 y media mi cabeza ya estaba pendiente de 6 manos y 6 ojos y yo tan tranquila. Ante todo tengo que decir que para nada me puse en ningún momento nerviosa, ni con los preparativos ni en el mismo día. Nunca pensé que sería así, pero me alegro porque disfruté al máximo de todo. A las 10 y media comencé a prepararme con ayuda de mi madre y de la peluquera y maquilladora dado que pronto vinieron los fotógrafos. Con todo listo y un día estupendo salí radiante de casa del brazo de mi padre y con mis 5 damas.
Recorrimos caminando los 200 metros que separan mi casa de la capilla de San Cayetano en A Guarda. Mi cara lo decía todo, al llegar y ver a los invitados tan guapos. Sacamos algunas fotos mientras el novio esperaba dentro y sonaba “Hamburg Song” de Keane.
Ya dentro, todo pasó muy rápido y fue muy emotivo. Las lecturas de amigos y familia, las miradas simpáticas que nos echó el cura, el rito de las velas, la versión a capela del “Hallelujah” de Jeff Buckley interpretada por unos familiares míos, las arras y las alianzas… pero sobre todo una historia que nos emocionó especialmente de la voz de una amiga de la infancia. Incluso se me escapó más de una lagrimilla.
Al terminar la ceremonia firmamos, sacamos fotos con los familiares más directos y llegó uno de los momentos más esperado por los invitados, ¡la tirada del arroz! Y digo más esperada porque con el calor que estaban pasando los pobres seguro que se desquitaron arrojándonos a gusto el arroz. Mientras sonaba "All You Need Is Love" de The Beatles, muestra de ello aquí. Después de repartir besos por segundo y miles de fashes, sacamos alguna foto más con vistas al mar mientras los invitados tomaban el autobús en dirección al convite.
Nosotros también nos dirigimos al mismo destino haciendo una parada en el Monte Tecla para sacar más fotos. Llegamos al restaurante y como no, ¡más fotos! Tengo que decir que ese día no me era muy difícil sonreír. La gente, mientras, esperaba achicharándose bajo el sol pero al son de gaitas tomando cócteles y entrantes.
Y por fin llegó la entrada al salón. ¡Que momento! Todos aplaudiendo felices con ganas de fiesta. Sencillamente genial. Entre plato y plato sucediron juegos y sorpresas, algunas bajo mi dirección y otras no porque también eran sorpresas para mí. Esto gustó mucho a los invitados porque hizo que todo fuera muy dinámico. Os muestro algunas cosillas (libro de firmas, revista con fotos de nosotros, juego de adivinar cuál es mi marido con sólo tocar las piernas, photobooth, photocall, mesa de dulces…)
Los niños, después de comer su menú especial con una persona a su cuidado estuvieron entretenidos con todo tipo de juegos. Otro gran momento para recordar fue el de la tarta. Unos novios se los dimos a mis cuñados que fliparon cuando vieron los Playmobil. Nosotros seguimos con nuestras sorpresas. Repartimos ramos de chupa-chups, la liga y como no… el ramo. ¡Cómo me gustó el ramo de calitas naranja y que pena me dio tirarlo!
También tuvimos detalles con los que ese día tenían aniversario de casados; con mis padres y con la madrina de mi marido un ramo de flores;y con mi suegra, una orquídea. A los invitados les repartimos botellitas de licores y puros y a las invitadas cajitas de incienso y cestitas aromáticas.
Ya sólo nos faltaba una última cosa para empezar a desinhibirnos totalmente, el baile. Comenzamos con esta canción lenta "Flightless Bird, American Mouth" de Iron & Wine. A continuación y cogiendo desprevenidos a los invitados comenzó una secuencia de cortes de canciones de estilos musicales distintos que bailamos por separado cada uno. Finalmente concluyó con el último tramo de la canción lenta inicial. Todo duró sobre unos 12 minutos. A la gente le encantó y ¡nosotros no paramos de sudar! Fue fantástico pese a no ensayarlo previamente.
A partir de aquí ya fue la máxima fiesta, llegó la barra libre de alcohol y las frutas con chocolate. La gente no paraba de cantar, bailar, sacarse fotos. Todos estaban muy felices, incluso los que se pasaron todo el tiempo sentados de vez en cuando salían a la pista o conversaban animadamente con los demás invitados en los jardines ya que hacía muy buena temperatura.
En el tramo final de la fiesta ya todos andábamos por el suelo, yo incluída. Todos lo pasaban tan bien que hubo que decir por los micrófonos que sintiéndolo mucho el autobús volvía A Guarda y que continuaríamos la fiesta en otro local de marcha. Nosotros iríamos para allí pero pronto nos retiramos porque en algún momento tendría que comenzar nuestra noche de bodas y posteriormente la luna de miel.
Como podéis comprobar hemos tratado de que el color de la boda sea el naranja. Desde cualquier detalle hasta que algunos de los invitados gentilmente se han vestido con algo de este color. También hemos incorporado juegos y connotaciones alemanas ya que parte de mi familia es de allí y vinieron expresamente para la boda. ¡Quisimos que fuera una boda especial para todos!
Y esto es a grandes rasgos la crónica de nuestra maravillosa boda. Espero que hayáis disfrutado leyéndola como yo escribiéndola y que de alguna forma os podáis imaginar una pequeña parte de lo que fue ese gran día.
¡¡Muchos besos a tod@s!!
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