La boda de Pablo y María en Segovia, Segovia
De noche Verano Azul 5 profesionales
P&M
06 Ago, 2016El día de nuestra boda
La boda empezó un viernes soleado en Segovia, con la llegada de muchos de nuestros invitados que venían de Madrid, Cuenca, Sevilla, Londres e incluso desde Brasil,
Organizamos una ruta turística en autobús por la ciudad, aprovechando lo mucho que sabe el padrino sobre la historia y los monumentos de esta coqueta capital castellana.
La cena de picoteo fue servida magníficamente en el Restaurante Casares y algunos de los asistentes continuaron la celebración en la verbena de las Fiestas de San Lorenzo. Nos juntamos unas 100 personas y el ambiente que se creó fue muy especial: de alegría, amistad, presentaciones y reencuentros.
La mañana empezó con la peluquería y maquillaje en El Tocador Alta Peluquería y las fotos de Daniel Sanz a la familia del novio. Pablo estaba impecable con su traje sevillano de Pepe Prieto. Sus tirantes, regalo de un buen amigo, y su reloj de compromiso Sandoz. Las arras fueron monedas de 13 países diferentes; los anillos americanos y de doble hélice, guiños a nuestra formación como biólogos.
Seguir leyendo »A primera hora de la tarde llegó el turno de la novia, con vestido de Rosa Clará, sandalias azules Uniqshoes, peineta con motivos marinos de La Casita de los Tocados y un arsenal de amigas segovianas dispuestas ayudarme a estar perfecta. Pendientes prestados por una buena amiga y un anillo usado por esa madre que iba en el corazón.
Nos casamos en la ermita del Cristo del Mercado por la tarde. La maravillosa música que sonaba la interpretó un cuarteto formado por profesores del Conservatorio de Segovia, antiguos profes de mi época como violista.
El chófer fue mi primo y, tanto el coche como la iglesia, fueron decorados por la Floristería Osiria. Maravillosos en la atención, se encargaron además del ramo de la novia, los boutonnieres del novio, padrino y hermano de la novia, los pétalos de la suerte, así como de los centros florales de las mesas del banquete, soberbios imitando cada uno la bandera del país que las daba nombre.
Hubo infinidad de detalles: invitaciones de Hermanas Bolena, paypays para no pasar calor en la iglesia, conos caseros para el arroz y los pétalos hechos con partituras, cubretacones para disfrutar del cóctel, seating plan utilizando un mapa mundi, letras gigantes para hacerse las fotos de rigor, niños atendidos con animación infantil...
¡También hicimos infinidad de regalos! Kits de supervivencia en los baños, chuches para los niños, peluches para los bebés y mini-converse para aquellos que venían en camino. Cervezas segovianas San Frutos para ellas y licor Resoli conquenque de Ortega para ellos. Además tuvimos un detalle con El Corazón de Alejo, un peque que lo necesitaba más que nosotros.
La entrada al banquete estuvo amenizada por Sick of Love, con coreografía y todo. Puede parecer desproporcionado, pero es una vez en la vida. ¡Y nuestros invitados lo merecían!
Aun así, ellos también consiguieron sorprendernos. Mis amigas de la Escolanía de Segovia cantaron al llegar a La Finca de Duque y mientras partíamos el cochinillo. Unas pulseras de parte de mi hermano, un ramo de flores llegó con una nota preciosa de la mismísima Venezuela y un árbol de huellas como la casa de la película UP, hasta el cielo de globos, nos hicieron realmente felices.
De UP fueron también las figuritas de la tarta nupcial, hechas por K-Wen. Otras figuras, esta vez de 2 segovianitos de cerámica se ofrecieron a acompañarnos en la luna de miel y han sido inmortalizados en ese viaje y en todos los que han venido después.
El servicio por parte de La Finca de Duque fue impecable. Pese a celebrar otra boda a la hora de la comida, no hubo ningún contacto entre ambas celebraciones (acotan muy bien los espacios). Los camareros fueron súper atentos y tanto Teresa como Miguel se dejaron la piel en la organización. La comida deliciosa y una gran atención a los proveedores externos (La Casa de los Quesos, Bodega Herrero y Sushicatessen).
A continuación, barra libre y bailoteo empezando por Te quiero, de Perales y acabando con una haka maorí. ¡Nos van todos los estilos! Photocall con polaroids, para tender cada instante en cuerdas, que meció la brisa de la noche. Me cambié de zapatos estrenando unas alpargatas pintadas cual partitura por una buena amiga (Alparsaje).
Lo bueno de acabar rendidos es que teníamos en el complejo nuestra suite nupcial y desde allí vimos amanecer. ¡Único y dulce primer despertar como marido y mujer!
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