La boda de Pablo y Lorena en Cambre, A Coruña
Elegantes Otoño Rosa 5 profesionales
P&L
11 Oct, 2015El día de nuestra boda
El día de nuestra boda fue muy especial, emotivo y bonito. Mucho mejor de cómo nos lo habíamos imaginado.
Me desperté después de dormir, casi del tirón, unas 7 horas (solo me despertó un chaparrón a las 3 de la madrugada, tan pendiente como estaba del tiempo), gracias a las infusiones relajantes de las que llevaba "abusando" todo el mes.
Una amiga se había quedado a dormir en mi casa, ya que venía de fuera a la boda. Poco después ya llegaron mis padres y mi hermana, que tenía que venir conmigo a la peluquería. Pasamos la mañana las dos peinándonos, maquillándonos y comiendo algo para no perder tiempo. Al terminar pasamos por la floristería a buscar mi ramo.
Cuando llegamos a casa ya habían llegado los fotógrafos (empiezan los nervios), y mis tíos y primas que me ayudaron a vestir. Después de la sesión de fotos, la gente empezó a salir hacia el pazo, donde se estaría cambiando el novio y llegando los primeros invitados.
Mi sueño era hacer la ceremonia al aire libre, en el jardín del pazo. Pero el pronóstico daba un día horrible, aunque al final no fue para tanto (menos mal) y la pudimos hacer en el exterior, pero no en el jardín (cosa de lo que no me lamento para nada, porque quedó una ceremonia super íntima y bonita).
Seguir leyendo »Salimos de casa. Mi padrino conducía y mi padre me acompañaba en el asiento de atrás. El camino hacia el "altar" fue muy emocionante, aunque supe contener las lágrimas. Ver a todos esperándote, haciéndote fotos, diciéndote lo guapa que estás... había llegado el momento que tanto habíamos soñado.
El novio estaba guapísimo. No podía haber elegido mejor. La decoración floral era preciosa también. No podía parar de sonreír.
La ceremonia la dirigió un amigo del novio, que es notario, de una forma correcta pero informal. Hubo tres lecturas: su hermana, la mía, y un amigo. El novio se emocionó hasta el punto de tener que secarse las lágrimas. Yo seguía tan nerviosa que solo podía tomar aire muy profundo y dejarlo salir poco a poco. Y sonreír sin parar.
Llegó el momento del intercambio de anillos. Uno de los momento más especiales, ya que nuestra perra los traía y no se lo habíamos dicho a nadie, así que fue una tremenda sorpresa para todos. Con la voz entrecortada, nos prometimos amor eterno, nos pusimos las alianzas el uno al otro y nos convertimos en marido y mujer, sellando la unión con un dulce y sentido beso en medio de una lluvia de pétalos y arroz de colores.
Después de repartir besos, recibir halagos, etc., empezaron los aperitivos. Todo el mundo quedó encantado con el sitio, por su belleza y la calidad de la comida. Tras una hora y media de hablar con unos y otros, hacernos fotos, comer y beber (lo que se podía), sorpresa de fuegos artificiales y farolillos en forma de corazón, se hizo de noche y pasaron a los invitados al comedor. Nuestra entrada fue brillante, con Real Hero de fondo y todos aplaudiendo y en pie. La emoción no nos abandonaba. Cortamos la tarta y ocupamos nuestros lugares en la mesa presidencial, donde nos esperaban nuestros padres (mi madre volvió a llorar en ese momento).
La comida fue exquisita, aunque yo tenía el estómago cerradísimo. En los postres hicimos entrega de mi ramo, que se lo di a mi hermana pequeña, y de una réplica para la hermana del novio. También entregamos los novios de la tarta a unos amigos y una tarta de gominolas para otro que estaba de cumpleaños justo ese día.
Llegó el momento del baile, que se hacía en otra estancia del pazo. Fue una balada romántica que nos salió bastante bien. Era lo último por lo que debíamos preocuparnos, así que se acababan los nervios y empezaba ¡la fiesta fiesta!
La gente estuvo muy animada, bailó mucho, participó en un limbo, un trenecito, coreografías típicas, fotomatón... Tiré un ramo para las solteras que había hecho de goma eva, que acabó cogiendo la abuela del novio (no sin antes resbalarse con la emoción y pegarse una buena culada). Y antes de que nos diéramos cuenta se estaba acabando nuestro gran día. A las 5.30 se acabó la fiesta, despedimos a los últimos invitados y nos quedamos a dormir en la preciosa habitación del pazo.
Los días posteriores todos nos hablaban de lo bien que había estado todo, lo bien que lo pasaran, lo bonito que era el sitio, lo guapos que íbamos, lo rico que estaba todo, etc. Y sobre todo, lo que más ilusión me hizo fue que el novio, después del estrés de los preparativos y de tener nuestros más y nuestros menos, fue el que más contento y feliz quedó. No paramos de hablar de lo maravilloso que fue ese día.
Quiero dar las gracias, (y recomendar encarecidamente), por hacerlo posible a: Peluquería Fátima Albo, Maquillaje Sukaro, Floristería Richar del Toro, Catering Josmaga, Tragaluz fotografía, Rosa Clará.
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