La boda de Oscar y Diana en Leganés, Madrid

Cuando llegué y vi a mis damas de honor esperándome, a mi padre a mi lado, la finca preciosa y yo con una sonrisa que se tenía que ver desde el espacio.

Pero mi mirada cambió cuando vi a mi marido, en el altar, esperándome, casi me da un vuelco el corazón.

La ceremonia fue muy personal, con lecturas de nuestros mejores amigos y con votos personalizados. Se me rompía la voz, pero conseguí estar serena.

Después de la ceremonia llegamos al cóctel, donde nosotros, después de saludar a todo el mundo, nos fuimos a hacer las fotos pertinentes.

Nos reservaron una bandeja del cóctel para cuando volvimos para que probáramos todo (un puntazo, por cierto). Entramos en el salón, todo colocado, con las claquetas y detalles que había preparado con tanto amor, y sabía que todo estaba en orden. Ahí, me relajé del todo. Y lo disfruté, ¡vaya que sí! Comí, paseé por las mesas, no me estuve quieta, y todos los detalles a la gente les encantó.

Antes del baile, nos dieron algún regalo, el regalo sorpresa de nuestros amigos y muchos detalles de nuestra gente.

Abrimos el baile, con tanto amor, con tanta complicidad... Solo nos dejamos llevar por la música y fue perfecto.

De ahí a las 4:00h bailando sin parar, con el photocall nos hicimos mil fotos y disfrutamos tanto mi marido como yo tantísimo, que no queríamos que se acabase nunca.

Nos quedamos en la misma finca a dormir junto con nuestros padres y hermanos. Así, terminó un día magnifico, lleno de recuerdos inolvidables y con ganas de casarse otra vez.

La finca, el conductor y el coche, el florista y todo el personal estuvo magnífico.

Gracias por leerme a todos/as, un abrazo muy grande y espero que disfrutéis tanto el día como nosotros.