La boda de Nacho y Amparo en Valencia, Valencia
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10 Sep, 2022El día de nuestra boda
Tras unos agitados meses de preparativos, el gran día llegó. El lugar escogido fue en la imponente Iglesia gótico-barroca de Santa Catalina, enclavada en pleno centro turístico de la ciudad, a pocos metros del mercado central. A pesar del temor a un gran diluvio, como suele suceder en Valencia por aquellas fechas, el cielo lucía azul y sin nubes. Como contraprestación, la meteorología aportó una humedad aplastante. “Por lo menos no llueve”, se escuchó decir repetidamente a los asistentes.
El primero en llegar al recinto fue el novio, Nacho, con su madre. Allí les estaba esperando el cura Don Rafael, un hombre bonachón de avanzada edad, carácter afable y retórica fluida. El novio estaba como un flan, noqueado totalmente por la situación. Los invitados fueron cayendo a cuentagotas. Besos por allí, besos por allá, risas nerviosas, saludos efusivos y todo el ritual que suele acompañar este tipo de eventos. Y, de pronto, irrumpió en escena un coche negro clásico Citroën 11 CV Traction, señal inequívoca de que la novia, Amparo, ya había llegado.
Seguir leyendo »Con los invitados ya sentados, el novio hizo el pasillo de rigor agarrado del brazo por su madre, seguidos a poca distancia por el padre del novio y la madre de la novia. Mientras tanto, los testigos y damas de honor se apresuraron a recibir a la novia, a la que ayudaron a colocar y arreglar la cola del vestido. Con la novia ya acicalada, los testigos emparejados con las damas de honor fueron los siguientes en hacer el pasillo, a los que les siguieron el paje y la damita.
Transcurridos unos intensos minutos de espera, la novia por fin apareció por la nave central de la iglesia. Lucía un elegante vestido blanco de mikado de seda, con cuello halter, cinturón con hebilla y un largo velo, todo de Jesús Peiró. Entre aplausos, sonrisas y alguna que otra lágrima -sobre todo del novio-, la novia recorrió agarrada del brazo de su padre los 100 metros que separaban la entrada del altar con una imborrable sonrisa llena de felicidad.
La ceremonia se celebró con todo el boato y estricta solemnidad que acompañan los enlaces católicos, pero salpicada por la emoción de los novios y humanizada por un sentimental discurso de la hermana de Amparo y por los chascarrillos y anécdotas narradas por Don Rafael. Con los novios ya luciendo sus anillos, a la salida les esperaba una lluvia de arroz y confeti, que culminó con una gran traca para deleite de los turistas que merodeaban por el lugar.
A continuación, los invitados enfilaron a los autobuses rumbo a un destino que desconocían, que a la postre sería el embarcadero de la Gola del Pujol, donde tomarían unas barcas para navegar por la Albufera para llegar al convite. Mientras tanto, los novios aprovecharon para tomarse sus primeras fotos como casados en los sitios más icónicos de la capital de Turia.
Con los invitados ya a bordo de sus embarcaciones, los recién casados se cruzaron con ellos en una barca individual empuñando unas bengalas azules y rosas. ¡Todos entraron en éxtasis al ver a la novia alzar el humo como si fuese la mismísima estatua de la libertad!
El lugar escogido para el convite fue el Tancat de L’Albufera, un antiguo secadero de arroz que integra un horno moruno, unas caballerizas y una gran chimenea que funcionaba cuando las turbinas se movían con un motor de vapor. En las ocho hectáreas de la propiedad, frente a la casa, se encuentra un extenso jardín en el que tuvo lugar la cena. Alpargatas, abanicos, candy bar, globos de helio para los niños o vapeadores con y sin nicotina fueron alguno de los muchos detalles que sorprendieron a los asistentes.
Tras un generoso cóctel con platos típicos de la región como el all i pebre, los invitados tomaron asiento para la gran cena. Como manda la tradición, los novios entraron de nuevo en escena bailando bajo el sonido de música electrónica mientras los invitados zarandeaban con júbilo sus servilletas. La cena estuvo conformada por un timbal de tomate, costillar de cerdo, postre y tarta. La velada se amenizó por el discurso con tintes cómicos del hermano de Amparo y por las palabras -algo exaltadas- de un amigo de Nacho. Y, como colofón, un baile colectivo de “Despechá”, el reciente hit de Rosalía.
Este momento dio el pistoletazo a uno de los momentos más esperados por los asistentes: las copas y la discomóvil. Aunque no hubo baile nupcial por vergüenza del novio, la felicidad broto por todos los rincones y se sucedieron las risas y los bailes grupales. No faltó el lanzamiento de espaldas del ramo de flores de la novia, las congas multitudinarias y los chupitos de licor de Cazalla. El evento finalizó con una recena compuesta por longaniza, panceta, solomillo, chorizo y demás delicias ibéricas a la brasa que los invitados devoraron en cuestión de minutos.
Con la noche ya apuntando a las cuatro de la mañana, los autobuses fueron llegando. “Ha sido una boda totalmente diferente a cualquier otra que he visto”, se escuchaba en boca de los asistentes antes de abandonar el recinto. “Y de las más divertidas”, apostillaban a continuación.
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