La boda de Miriam y Txema en Argentona, Barcelona
De noche Invierno Blanco 3 profesionales
M&T
19 Mar, 2011El día de nuestra boda
Ceremonia civil: Ayuntamiento de Argentona, 17 horas. Invitados: 102 amigos y familiares. Preparación: un año. Os dejo con mi crónica... No me lo creía, eran las ocho de la mañana y sonaba el despertador. Solo había dormido tres horitas, pero me sentía fresca como una rosa. Tenía que despertar a dos amigas para irse a la peluquería, estábamos siete chicas en mi casa que habían venido de fuera. Cuando bajé a la calle lo primero que me encontré fue en mi portería y la portería de mis padres un cartelito con la foto de Txema y mía, donde ponía que nos casábamos. Llegué de nuevo a casa y como el resto continuaba durmiendo, me relajé, y me tomé mi tiempo. Primero me conecté, y después me preparé la maleta para el día siguiente. Me duché, relax por completo. Todavía siento el agua cayendo por mi cabeza. No tenía por qué lavarme el pelo ya que iba a la peluquería, pero necesitaba ese instante de relax. Me llamaron diciendo que podía tardar un poco más en ir a la peluquería y entonces estuve con las chicas en casa un ratillo pues empezaban a despertarse. En casa se empezaba a notar el estrés, con turnos para la ducha etc. Ya en la calle, de camino a la pelu me encontré con los últimos invitados que venían de fuera de Cantabria. Eso quería decir que ya estaban todos aquí, ¡uf! Delante de la peluquería mi hermana, mami y abuela. Ellas se iban a la maquilladora. Mi hermana y yo nos íbamos ya para la peluquería. Allí estaban ya mis dos amigas peinadas, ¡que guapas! y mi otra abuela y tía peinándose ya. Empezaron a lavarme la cabeza mientras mi hermana fue a ver a Txema, que estaba en una peluquería cercana. Él le dijo que necesitaba verme, si podía venir, así que le dijeron que sí pero que tenía que ser ya. ¡Qué guapo que estaba! Le habían peinado ya ¡y estaba de los nervios! Nos dimos un besito y se fue. ¡Qué nervios, ya no lo volvería a ver hasta… buf! Empezaron a peinarme, ya cuando terminemos iba quedando menos. Como me había dejado una cosa en casa volvimos al piso. Ya el nerviosismo allí se notaba, todas para un lado y otro, maquillándose, planchando. Estando en casa sonó mi móvil: era un florista, me traían un ramo. Mi hermana y una amiga bajaron a por él ¡y que preciosidad, qué ilusión, era de mis niñas! ¡Qué bonito! Y como pesaba... Lo llevamos a casa de mis padres. Lo subió mi hermana porque yo no podía entrar a casa todavía y nos fuimos a maquillar. En casa de la maquilladora estaba superemocionada. Cuando acabó de maquillarme se me puso a llorar, ¡qué emoción! Me llamó mi padre diciéndome que las chicas de la tienda habían llegado ya para ayudar a vestirme. Era pronto todavía, ¡pero qué nervios! Nos fuimos a casa. Madre mía, que cosa más bonita, me habían llenado la casa de globos, preciosos, de estrellas. En el centro del comedor un gran ramo con una preciosa tarjeta de mis padres fue muy bonito. Después me fui ya para mi habitación de soltera donde empecé a vestirme. Tenía todo perfectamente colocado: zapatos, medias, liga. Me puse el cancán, los zapatos, el sujetador mientras esperaba el vestido. Me coloqué una bata blanca, preciosa que me había comprado a juego con el picardías de novia. Así podía ver a todo el mundo sin tener que estar en ropa interior. Ya las chicas de la tienda empezaron a ponerme el vestido. Qué sensación. Se me empezaron a iluminar los ojos y llenarse de lágrimas. Esa era la última vez que me lo pondría, ¡ya era el día! Me quedaba mejor que cualquier otro día. Mi madre y mi hermana, que también ayudaban, estaban superemocionadas. Hasta Erika y Mar (las chicas de la tienda) lloraban. Sonó el timbre, el fotógrafo había llegado. Empezaba a llegar gente a casa y yo lo único que quería era que mi padre viniera ya a la habitación para verme pues todavía no había visto nada. Qué momento, me puse de espaldas, lo llamaron y cuando vino me empecé a girar. ¡Qué emoción, nunca había vivido algo así! Se quedaba casi sin respiración, fue superemocionante. Luego llegó el padrino, mi ahijado, y ya pasamos al comedor. Allí me entregó el ramo y me leyó un precioso verso. Fue un momento muy emocionante. Al terminar ya todos se fueron para abajo y mis papis, mi hermana y yo pasamos a la habitación de matrimonio de mis padres donde nos hicimos las fotografías de familia. La verdad que me sentí supercómoda. No podía esconder la sonrisa, ¡qué sensación más bonita! Allí tenía el ramo de mis niñas, para las fotos. Todos estábamos muy emocionados. Ya eran las cuatro y cuarto, hora en que tenía que bajar. Me asomé a la ventana, ¡buf, cuánta gente! En casa se notaba mucho nerviosismo, en el ascensor apenas cabía y al llegar a la portería... ¡qué emoción! Tenía en la calle una pedazo de traca valenciana que me habían traído mis niñas de Valencia! ¡Qué chulada! Tuvimos un sustillo porque mi tío casi se hace daño, pero no fue nada. El problemilla fue que yo tenía que pasar y todo el suelo manchado, ¡así que todo el vestido para arriba! En la esquina me esperaban la familia y mi hermana y, al girar la esquina, ¡una pedazo de limusina blanca! Fue el regalo sorpresa de mi hermana. Yo no sabía nada, creía que iba a ir en el coche de unos amigos. Fue muy emocionante, me abracé a ella, un momento precioso. Mientras saludábamos a todos la gente chillaba “¡viva la novia!”. Qué vergüenza... Y ya casi entrando a la limusina me hicieron un arco con cañones de pétalos de rosa. Fue precioso, no lo esperaba para nada. Entrar al coche me resultó complicado. La mitad del vestido se quedaba fuera. Ya dentro íbamos mis padres, hermana, mi tío (con la cámara grabando) y mi primita. Mi hermana me dio una tarjeta y me la leyó, preciosa también y muy emocionante. Después conectó el ordenador y me puso un vídeo de fotos nuestras que había hecho con canciones preciosas. Tuve que aguantarme las lágrimas. Llegamos al pueblo, Argentona. Los invitados ya estaban por allí. La limusina se paró a unos metros del juzgado. ¡Qué nervios! Veía a todo el mundo pasar, al fondo había muchísima gente, pero a Txema no lo veía. Tampoco quería mirar mucho por si acaso, eran ya las cinco. Los invitados empezaron a entrar y la limusina se puso en marcha para pararse a la puerta. Tocaba bajarse. Fuera me esperaba el juez para verme. Yo me disculpé por la tardanza. Me dijo que no me preocupara, que había sido puntual. Mis niñas, Laia y Laura, me empezaron a colocar la cola. Ya me cogí del brazo de mi padre. Todo el mundo me decía que Txema todavía no había entrado. Ya escuché su canción. ¡Qué emoción! Y sonó la canción, que se escuchaba muy flojita. Mi padre me cogió bien el brazo. Me dijo que estaba temblando. Miré al frente y lo vi. De repente todo el mundo se levantó. Ya no lo vi, lo buscaba, pero no estaba, pero veía a todo el mundo, cuánta gente, ¡qué ilusión! Ya por fin al final del pasillo lo volví a ver. Ya no aguantaba la emoción. Qué sensación más fuerte, temblar, llorar, no sabría describirla perfectamente. Eran unas ganas de llegar a él. Llegué y sólo quería darle un beso, pero no sabía si tocaba. Pensé, "es mi momento, así que yo decido si toca" y le di un beso y buf... Ahí ya me había visto, ya lo había visto. Empezaba algo que habíamos estado soñando. La ceremonia fue superbonita y emotiva. El juez nos dijo unas palabras preciosas. Leyeron la hermana de Txema, y Laura, mi mejor amiga. Txema dijo unas palabras en recuerdo a su madre, fue un momento muy emotivo. Dijo dos frases, quería decir más, pero yo me puse a aplaudir pues me di cuenta de que él no podía más. Ya había dicho las palabras justas. Fue precioso. La música sonó genial, en el momento. Los padrinos subieron superemocionados, eran nuestros mejores amigos y las hermanas. En el momento del "sí quiero" fue... Txema escuchó al juez y como dijo algo en catalán él dijo "sí, vull" o algo así y el juez dijo lo habéis escuchado. Yo me partía ya... Todo el mundo contestó que no y a Txema le tocó girarse y gritar "sí, quiero". A mí me pasó lo mismo (yo siempre digo que no, y por unos instantes se me pasó hacerle la gracieta. Él con su mirada ya me dio a entender que lo esperaba, pero la siguiente mirada fue "ni se te ocurra o te mato") y tardé unos segundos, pero dije "sí, quiero". El juez me hizo repetirlo de nuevo, en voz alta hacia los invitados. Seguidamente nos fundimos en un beso que no fue uno cualquiera, fue un gran beso. Luego los anillos. Tenían que venir con un coche teledirigido, pero pilló interferencias, y se estrelló. Tuvo que salir mi damita corriendo a por ellos. Txema se había aprendido de memoria lo que tenía que decirme al darme el anillo. Yo la verdad que no pude, con tantas cosas... Ya después firmamos y el juez nos dio el libro de familia. Me dijo que se tenían que llenar todas esas hojas. Nos hicimos unas fotillos con los papis y salimos para afuera. Qué miedo cuando te ves todo el pasillo ya fuera, todo el mundo con las manos llenas... ¡Madre mía! Yo le decía a Txema "no salimos". Comí arroz tres o cuatro veces. No paraban de tirarnos arroz, pétalos... En un momento que miré para el suelo vi estrellitas. Mis niñas me habían tirado confeti de estrella, ¡cómo destacaba en el suelo! Fue un momento precioso. Aparte de las bolsitas que había preparado mi madre con arroz, (unas 100), teníamos unos amigos que llevaban 3 kilos de arroz y como no, repartieron, tiraron los sacos enteros y dos o tres bolsas de pétalos. Ya se acercó todo el mundo a felicitarnos y a hacernos cuatro fotillos. El fotógrafo no paraba de decirnos que si queríamos alguna foto no tardáramos pues se hacía de noche así que nos fuimos a hacernos fotos. Primero con la limusina y las copas de cava, luego decidimos hacernos fotos urbanas por el mismo pueblo. ¡Y qué bien lo pasamos! Se nos pasó el tiempo volando. Tuve que decirle al fotógrafo que se nos hacía tarde porque él seguía haciendo fotos. Así que nos montamos en la limusina y ya nos quedamos Txema y yo solos un rato. ¡Qué bonito momento! Los dos estábamos radiantes de felicidad. No nos habíamos dado cuenta, pero cuando llegamos al restaurante ¡ya era de noche! Vinieron los camareros con las copas de cava (más cava madre mía, ya llevaba 3 copas y sin comer nada...) y unos canapés. ¡Qué bueno estaba todo! ¡Qué pinta!, pero no podía coger nada, todo el mundo diciendo: "vivan los novios" y nosotros venga a brindar. Ya entramos y todo el mundo quería fotos, besos. ¡Me faltó tiempo! Todos comentaban que el aperitivo había estado genial pero que ya hacía frío y se iban para dentro así que nos pusimos a hacernos las fotos con los invitados. Ahí reconozco que me estresé un momento ya que me hubiera gustado poder dedicarle un minuto más a cada uno, pero era una cosa imposible. Ya entró todo el mundo, se cerraron las puertas (os podéis creer que noto los nervios que sentía ahora mismo), y empezó a sonar la música de nuestro vídeo de preboda. Nadie se lo esperaba así que les encantó. Se les escuchaba gritar, silbar. Y ahí estaba Ariadna, nuestra comercial diciéndonos: "ahora cuando queráis entráis y sonará la música". ¡Empezó a sonar la canción, la gente empezó animarse y se abrieron las puertas y qué subidón, madre mía! Estaban todos los invitados con globos de muchos colores. Quedaba el salón precioso con tanto globo moviéndose al ritmo de la música. Todo el mundo nos felicitaba por el vídeo y nosotros que no lo habíamos visto... Txema superemocionado que se metió en el papel con la canción ¡y pegaba unos saltos! Y yo como un flan hasta que ya llegué a la mesa presidencial. Coincidió con un momento subidón de la canción y allí ya me dejé llevar. ¡Madre mía, como una loca! Ver desde la mesa a todos los invitados, las caras de alucine, de alegría, ¡inexplicable! Y la canción que era larguísima y no la cortaban y la gente seguía animada. Ya sentados, todo el mundo relajado, nos trajeron la fideuá que se fue como vino. Y de nuevo otra canción, todo el mundo bailando de nuevo, y un " vivan los novios" y "que se besen". Yo veía el entrecot ahí servido en la mesa y la gente que no se sentaba, ¡no querían parar de bailar! Mi suegro de 81 años que hacía colección de servilletas no paraba el hombre bailoteo aquí, allí ¡impresionante! Tocó momento brindis. Brindamos en nuestra mesa y luego fuimos a todas las mesas a brindar, un detalle que a todos les encantó. De regreso a la mesa presidencial, descontrol de nuevo. Momento pastel, yo solo tenía una obsesión, ¡comérmelo! ¡Luego os digo si lo conseguí! Sonó la canción y allí que salimos con adrenalina, ¡qué bonita! El camarero nos dio una espada y empezamos a cortar. ¡Cómo me puede reír! Txema todo el rato queriendo hacer más cortes, ¡si por el fuera habríamos repartido el pastel entero! Cuando llegó el pastel pensé: “Ya ha pasado la comida, todo el mundo está genial, todo ha salido bien". Faltaban las entregas, pero ya tenía contenta a la gente sin entregas así que me encontraba mucho más relajada. Nos trajeron las copas para volver a brindar y fue superbonito. Entonces cambió la canción, cogimos la figurita de la tarta y de camino a buscar a la hermana de Txema que para nada se lo esperaba. Como sabía que había tantos novios casaderos pensaba que sería para otros. Se emocionó muchísimo, fue un momento superemotivo. Como era san José había pedido unos pastelitos con velas (para Txema también así que era sorpresa) así que me tocó salir bailando y diciendo a los camareros donde dejar los pasteles. Fue un sorpresón para todos los José y gran detalle. Se pusieron muy contentos. Y empezaron los "¡vivan los Josés!" y "¡vivan los papás!" y como tenía a mis chicas valencianas "¡vivan las fallas y viva Valencia!". Ya tenía mi pastel ahí esperándome, y suena una canción, la canción de mi padre y nosotras. ¡Ahora no tocaba! y veo de repente a mis papis de bailoteo con dos regalitos de camino hacia nosotros. Eran unos libros de Hoffman con fotos de cuando éramos peques. Y también el libro de firmas con fotos del viaje de novios que haríamos a Canadá, de los sitios que visitaríamos. ¡Además me queda muchísimo sitio para escribir el diario del viaje! Pues sin comerme el pastel me quedé. Le di órdenes a todos para que no se lo llevaran y empezaron las entregas. Salimos fuera, todos los regalitos, madre mía cuantos había. Primero los papis; unas botellas de licor con nuestra fotografía impresa. No hace falta decir que mientras hacíamos las entregas estaban todos alrededor de la mesa presidencial gritando y bailando. Volvimos a salir a buscar el regalo de mi mami. Flipó al ver dos cajas. Primero un bote de 5 kilos de nocilla. ¡Alucinó! ¡Y mi padre más! Puso una cara de "estáis locos". Y luego llegó su ramo, flores que no se esperaba así que decidí ponerlas en una caja para que fuera sorpresa. Luego vino el turno de los abuelitos (tengo a los cuatro). Superemocionados estaban. Les dimos unos muñequitos biznietos a las yayas y una botella de vino con la foto a los abuelos. Superfelices estaban. Para ellos casar a un hijo era impresionante, pero ver casarse a su nieta ya era lo más. Fue tan bonita la foto ahí con los cuatro. Nunca hubiera imaginado que pudiera tenerlos a todos. ¡Y que me duren mucho tiempo que quieren biznietos! Y tocó el momento que quizá yo más esperaba. Tenía una caja preparada (embalada y todo). Solo tenía que meter mi ramo dentro y salir en busca de mi hermana. Aparte que se pasó el día llorando ahí la pobre lloraba más todavía. Aún no había llegado hasta ella y ya se tiró a abrazarme. Y eso que no había abierto la caja y no sabía ni lo que era. Abrió la caja, vio la cola de mi ramo y ¡ale, a llorar de nuevo! Yo le había dicho que lo tiraría y ella bromeaba diciendo que se lo robaría a quien le tocara. Entonces tocaba el momento solteras, teníamos unas veinte ligas y Txema que no memorizaba a las solteras. Así que hicimos una conga de bellezones. Yo llegaba a la mesa y decía "tú, tú y tú" a la cola. Nos pusieron una silla en medio de la pista, se hizo un semicírculo y se apagaron las luces. Txema me quitó la liga y ahí todo el mundo se levantó para ver. Qué locura, cuando quise darme cuenta se me habían perdido las solteras, se escondían. Una por una fueron pasando por la silla y mi marido les puso la liga. Aunque algunas reconocen que pasaron vergüenza, fue un momento muy divertido. Ya empezamos con el resto de las entregas especiales. A las mamás y futuras mamás (nuestra amiga Jurd y Alejandro que ya llevan 7 añitos casados y aunque todavía son jóvenes les dimos una tartita a ver si se animaban). Se emocionaron mucho, no se lo esperaban y todo el rato abrazándonos y dándonos las gracias. Después hicimos 3 de golpe que estaban en la misma mesa. ¡Qué emoción y locura a la vez! Dos mamis recientes, de menos de un añito y una futura mami que está en búsqueda. Todos dándonos besos, flipando con su tarta. Ahora tocaba: novios. Dos futuras parejas que se casaban en nada. Superemocionados también. Como sabían que había tantos novios y amigos no se imaginaban que les tocaría a ellos. Ahora teníamos una mesa con 3 entregas: dos novios y unos pañales. Esta mesa fue superemocionante porque ninguno se lo esperaba. Unos sabían lo de unos, otros lo de otros, todos esperaban para hacer fotos y cuando se dieron cuenta estaban todos con lagrimitas en los ojos. Y por último la única pareja que no se casaba este año pero que tienen pensado casarse algún día y nosotros pues queríamos meterles prisa. Para nada se lo esperaban con tantas cosas que habíamos dado ya. Ya no quedaba nada, pero eran las 12 de la noche y como la Cenicienta se acababa el día. Empezaba el baile y eso significaba cuenta atrás total. Sonó nuestra canción y no existió nadie más. No paramos de bailar. Sinceramente no sé qué hicimos. Yo canté, él cerró los ojos y nos imaginamos solos. No se veía a nadie con la luz, sabía que había mucha gente ahí al lado de la pista, pero solo sentía que estábamos nosotros solos. Luego sonó la primera canción de la fiesta, hicimos un semi baile y como venía el subidón dimos palmas y llamamos a todos a la pista. La mayoría que ya sabían que tocaba saltar en la pista enseguida estaban allí brincando. Al acabar esta canción la barra libre ya estaba abierta y al lado las zapatillas. Empezó a haber un desfile de mujeres. Todas regresaban besándome diciendo que aguantarían seguro así las 3 horas de baile. ¡Hasta un hombre se calzó sus zapatillas! El baile fue genial. Me agobió un poco que la gente se marchara. Yo quería estar bailando con todos y claro, si tenía que estar despidiéndome... era como un ¿por qué os vais? Quedaros y bailar. Casualmente cuando el dj ponía música más calmada todo el mundo salía a fumar. Se pasó con la música cañera, pero es que era lo que todo el mundo bailaba. A última hora ya no podía más. Le pregunté al camarero, me dijo que quedaban 10 minutos. Yo ya estaba feliz pues ya no podía durar más, por mucho que quisiera, aunque hubiera podido alargarlo 3 horas más hubieran pasado igual y hubiera llegado el momento final así que me animé. La última canción nos dejó en medio, encendieron las luces, ya veía la cara de todos. Le dije a Txema que no lloraría, que lloraría en la habitación un poquito. Empezamos a dar vueltas, todo el mundo hacía un corro. Nosotros en medio, Txema me cogía las manos y daba vueltas alrededor mío. Yo le veía feliz y empezaron a caerme lágrimas de felicidad. Pensaba, "ha sido mi día, lo he disfrutado al máximo, ya pasó, pero ha sido mágico". Disfruté al máximo de mi cola, muchísimo. Me la pisé, me la pisaron, me enrollé en ella, me desenrollé, iba pegando tortas a todo el mundo con el vestido (pero como era la novia todo el mundo me perdonaba), incluso me ayudaban a coger la cola para bailar. Y los zapatos, madre mía, desgastaditos que quedaron de los saltos que dimos mientras hacíamos las entregas. Así que a la media hora de baile me puse mis segundos zapatos. ¡Tres días tuve los pies hinchados! Luego ya nos fuimos para el hotel, pero antes teníamos que aparcar el coche (lleno de globos). Txema no se veía capaz y yo no cabía con el vestido y todo el mundo se había ido. Nos esperaban en el hotel así que me metí, envolví la cola y no cerraba la puerta, ¡pues con la puerta abierta! Aparqué medianamente bien y para el hotel donde nos habían preparado las amigas un pedazo de corazón de pétalos en la cama... Y hasta aquí puedo contar. Fue uno de los mejores días de mi vida. Hoy, después de dos meses todavía recuerdo cosas que me emocionan muchísimo y siento las mismas sensaciones. La sensación de que casi todo el mundo te diga que no había faltado detalle, que el photocall era superchulo, que, si unas barritas fluorescentes que pusimos en la barra libre triunfaron, las zapatillas, la comida, los regalos que habían emocionado. No podíamos pedir más, ese día salió perfecto. Txema al día siguiente quería divorciarse para volverse a casar. Mis padres decían que había sido sin duda mejor que su boda. Que ver casarnos había sido genial. Mi suegro que si es el día más feliz de su vida, más que el nacimiento de sus hijos. Pues que queréis que os diga, es una sensación... Dentro de 25 años repito... Bodas de plata.
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