La boda de Mireia y Angel en Creixell, Tarragona

El día de nuestra boda

Puedo decir que hasta el último día por la noche no dejaron de cesar los nervios, ¡nos anunciaban lluvia! después de hacer la planificación, una boda en pleno agosto, con todo el calor, nos enterábamos de la noticia.

La noche antes llovió. Nos fuimos con unos familiares a celebrar ya la despedida de la última noche ya de solteros, todo salió muy bien.

Llegó el gran día, pensé que madrugaría más pero apuré al máximo a despertarme. Miré por la ventana, ¡hacía sol! Día despejado, empezaba bien el día. Vinieron a buscarme para ir a casa de mis padres y salir desde allí y bueno, como es de esperar, una mañana muy ajetreada y contrarreloj.

Llegué con 20 minutos de retraso ¡argg! no era mi intención llegar tan tarde pero el reloj no daba margen de error. Me esperaba el coro rociero en la entrada cantándome. Yo entré, no veía a nadie, no veía a Ángel, los nervios se apoderaron de mí. Quise ver la cara de sorpresa e impresión de él pero lástima que la gente no paraba de cruzarse y no tuve la oportunidad de presenciar el momento. Solo llegué a verlo cuando llegué a él, a pesar que su cara reflejaba la máxima felicidad posible. Ahí ya me sentí bien, otra vez junto a él. Nos habían separado unas horas muy difíciles para encontrarnos bien guapos ante el altar. Todo salió perfecto.