La boda de Miguel y Susana en Vigo, Pontevedra
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M&S
17 Jun, 2017El día de nuestra boda
Recuerdo con "morriña" aquel diecisiete de junio, un día soleado y caluroso que comenzó a las 7 y media de la mañana con la peluquera. Aunque muy temprano, me desperté con alegría e ilusión al lado de mi futuro marido, que aun dormía. Una duchita rápida un desayuno para coger fuerzas para un día tan especial como el que se ponía por delante. Cero nervios, tenía claro que si algo iba a salir mal no ayudaría que yo estuviera nerviosa así pues, yo era la única que estaba tranquila.
En casa de mis padres ya todos estaban levantados, mi tía, la peluquera, acababa de llegar muy nerviosa, todos los preparativos se pusieron en marcha mi madre mi hermana mi padre, ese padrino que tan nervioso estaba al llevar a su "niña" al altar.
La maquilladora también vino a casa y nos preparó a las tres, a mí a mi hermana y a mi madre, no daba crédito de lo tranquila que me sentía que aun siendo a las 12 la ceremonia, tenía tiempo para invitar a todos a un café antes de empezar a vestirnos.
Seguir leyendo »Los fotógrafos, esas personas que a todo le quitan fotos todo es especial y no quieren perderse ni cómo te comes una uña, allí estaban para captar todos los momentos importantes, como mi hermana mi madre y mi mejor amiga me ayudaban a vestirme, como mi hijo me entregaba el ramo o como mi padre me llevaba del brazo hacia el hombre que me cuidaría el resto de mi vida.
Salimos tarde de casa, "no pasa nada" dije " soy la novia y tengo derecho a llegar tarde", eso no era así, el novio aun llegaba más tarde yo, así que tocaba dar una vuelta al barrio antes de bajar del coche.
Ya en las escaleras de la iglesia, empiezan a aparecer las primeras cosquillas en el estómago, una sensación que se me pasó al ver al novio esperando por mí, allí estaba de pie sonriente esperando a que yo llegara y mi padre le diera mi mano, algo tan antiguo pero tan bonito, recuerdo que la iglesia estaba llena, llena de alegría de emoción.
Comienza la ceremonia, ignorando las palabras que dice el cura, veo a mi alrededor, todos están sonrientes, y todas las personas queridas están allí, menos mis abuelos...
La ceremonia avanza, llega el momento de los anillos, de las arras, llega el momento en el que nuestro peque no aguanta más y se pone muy terco y llora, por supuesto, como madre no le quito ojo y el cura se da cuenta el cual reacciona dirigiéndose a mí y diciéndome ,"ve y cógelo, ante todo eres su madre”. No me lo pensé ni un segundo y fui a por él, con tan mala suerte que en el momento de volver a sentarme se me rompió el velo, no pasa nada no lo voy a volver a utilizar.
Todo avanza sin ninguna lágrima derramada, pero para eso ya están mis cuñadas y mi hermana que leyeron unas palabras preciosas y no podía ser de otra forma que con mucha emoción.
Terminada la ceremonia nos esperaba una gran salida de la iglesia, allí estaban, todo un equipo de futbol, una gran sorpresa para el novio ya que son sus niños, ese equipo con el que lleva luchando todo el año. Por supuesto, no se lo esperaba. Así que la emoción empieza a aflorar.
Aunque no era la única sorpresa que tenemos en la salida, ya que nos espera un grupo de gaita. Al terminar de saludar a todos los invitados, nos vamos a casa de mis abuelos, esos abuelos que no pudieron estar en un momento tan especial a mi lado, pero que se llevaran una gran sorpresa al ver a su niña vestida de novia. Fue un momento muy emotivo.
Ahora toca sesión de fotos, una sesión rapidita, ya que hace mucho calor, elegimos un lugar maravilloso fuera de lo común nada de playa, sino monte, ese monte que vio como crecía nuestro amor, ese lugar tan maravilloso donde solíamos quedar, fue un momento muy especial done los fotógrafos captaron todo nuestro amor. Al finalizar las fotos, comienza el camino al restaurante, allí estaban todos nuestros familiares y amigos, sonando la canción de La quinta estación de Me muero por tus besos entramos en el salón, brindamos con esos padrinos tan maravillosos y por supuesto se juntaron al brindis también mi madre y mi suegro que son igual de importantes.
Comenzamos a comer a disfrutar de la fiesta, al novio le queda una sorpresa, un baile que le preparamos las chicas y yo, el "fresquibiris" de Estela Reinols, como gran fan de "La que se avecina", le encanta y no se lo espera.
Ahí viene la tarta, esa tarta tan bonita con esos novios personalizados. Esos novios que vamos a regalar a nuestros mejores amigos. Luego esperan ramo para una persona muy especial, para esa persona que estuvo a mi lado toda la vida que no cuenta con él y como yo, se emociona, mi mejor amiga.
Y el momento liga, qué divertido, no podía ser más que para mi hermana y mi cuñado, dos ligas muy especiales que nos dejaron momentos muy divertidos, las chicas para que el chico le pusiera la liga tenían que conseguir pasar una bola de golf desde una perneira del pantalón a la otra.
Aun me queda un momento muy especial, lleno de lágrimas, de emoción, ese momento en el que mi ahijada entra en el salón con un gran ramo de flores. Empieza algo muy especial, suena Mecano "Hijo de la luna", un vals igual no muy apropiado pero si la que significa mucho para nosotros, esa primera canción que aprendimos a bailar en clase de gimnasia. Esa canción con la que nuestro hijo se dormía a los 3 meses y con la que hoy en día se calma al escucharla, fue un momento maravilloso.
Una vez abierto el baile todo el mundo a la pista no está permitido aburrirse, baile, risas, más baile, congas y más congas, música sin parar y el grupo de música disfrutaba con nosotros. Al finalizar no podía quedarse ahí la cosa, así que nos fuimos a una fiesta de pueblo, esas fiestas en las que hay un torreiro de tierra, una orquesta y gente. El resto no importa.
Una vez que ya no podemos más, que ya nuestras fuerzas se han terminado, nos vamos para nuestra casa. Si, no nos hace falta una habitación de lujo para pasar nuestra primera noche juntos como marido y mujer, una vez solos recordando ese gran día que ya terminó, veo nuestra ropa, ese vestido que de blanco tiene poco ahora, esa camisa mojada de tanto bailar, eses pies negros de bailar descalza.
Ese recuerdo tan maravilloso es la prueba de que ha sido un día grande y que tal como empezó, sin nervios, sabiendo que todo iba a salir bien, ha terminado.
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