La boda de Miguel y Sonia en Rasines, Cantabria

Cuando terminé en la peluquería fui a la maquilladora. Mientras esperaba llamé a mi futuro marido, para preguntarle cómo estaba ya que él estaba más nervioso que yo. Estuvimos hablando un ratito, parecía que iba a ser un día normal, porque hablábamos como si nada fuese a pasar en unas horas.

Me maquillaron y la primera sorpresa llegó cuando la maquilladora me dijo que me regalaba el maquillaje, ¡fue todo un detalle por su parte! Esperé a que maquillasen a mi madre y a mi cuñada, las tres super tranquilas, tanto que cuando miramos el reloj ¡ya íbamos mal de tiempo! Esos momentos con ellas los recuerdo como parte de los mejores.

Cuando llegué a casa mi madre me ayudó a vestirme, ¡ahí si que ya me puse nerviosa! Cuando me vi vestida de novia... ¡por fin el sueño se iba a cumplir! Estaba tan nerviosa que se me olvidó que llevaba ramo hasta que mi hermano lo trajo.

Los nervios aumentaban por momentos, sobre todo cuando me subí en el coche para ir a la iglesia, la cual está a dos minutos de mi casa. Ese recorrido fue el más largo de mi vida ¡y el más feliz!

Cuando llegué a la primera persona que vi después del fotógrafo fue a Miguel, mi futuro marido. Estaba espectacular, no podía dejar de mirarlo, porque sabía que él se casaba tan solo porque era mi ilusión.

La ceremonia fue un poco larga y pesada, ¡menos mal que teníamos un coro rociero que lo amenizó! porque el cura, con perdón, muy pesado.

Terminada la ceremonia nos hicimos las típicas fotos, saludamos a los invitados y escuchamos la última canción del coro. Ahí me emocioné un poco. Después nos dirigimos hacia Isla para hacernos el reportaje y para comer.

Durante el reportaje nos lo pasamos genial, ya que al fotógrafo se le ocurrió la feliz idea de subirme a un árbol ¡y luego no me podían bajar! Las fotos espectaculares.

Después del reportaje llegamos al hotel donde nos esperaban todos los invitados. Mi mejor amiga y su marido nos dieron una buena sorpresa, ¡iban a ser papás en abril!

Nos dejaron estar muy poco tiempo en el lunch ya que íbamos fatal de tiempo.

Durante la comida yo no podía comer de los nervios y tampoco parar quieta en la mesa porque estuve todo el rato levantada ¡me apetecía estar con la gente!

Llegó el momento de cortar la tarta y como no podía ser de otra manera se me cayó al suelo, ya os podéis imaginar el cachondeo de la gente...

Después dimos unos cuantos detallitos a aquellas personas que para nosotros son muy especiales y ya fue donde aparecieron las lágrimas de emoción y de ilusión. Esos son los momentos que recuerdo con más ilusión.

Después llegó el baile que fue un poco desastre, porque lo habíamos ensayado muy poco pero casi no se notó.

Ya habíamos cumplido con todas las partes de la boda y por fin tocaba disfrutar ¡y vaya que si disfrutamos!

Se que se me quedan muchas cosas sin contar pero una boda da para llenar muchas páginas y tampoco quiero aburrir a nadie.La mitad de las fotos son hechas por RAFA GUERRA FOTOGRAFÍA que desde aquí aprovecho para darle las gracias por el trabajo que ha hecho. Las últimas fotos son de la post boda.

Las fotos que aparecen en esta crónica no san las mismas que las del grupo recien casados que esas si son hechas por Rafa Guerra. Las fotos de la cronica son de aficionado porque por peso de las imagenes no he podido subir las del fotógrafo.

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