La boda de Miguel Ángel y Miriam en Cartagena, Murcia
Elegantes Primavera Rosa 10 profesionales
M&M
10 Jun, 2017El día de nuestra boda
¡Hola chicas!
Casi 2 meses después de mi gran día he sacado un ratito para contaros como fue. Siento el tostón, pero me ha servido para poder recordarlo todo.
El día empezó genial. Desayuné con mis padres y enseguida llegó mi tía con mis primas mellizas de 17 años para darme una sorpresa: ¡me trajeron globos de helio y un ramo de chuches! No imagináis la ilusión que me pudo hacer. De ahí nos fuimos todas a la peluquería para empezar a ponernos guapas. Ese ratito fue uno de los mejores. Nos juntamos casi todas las mujeres de la familia y nos lo pasamos pipa riéndonos y hablando. Mi madre, una de mis tías y mis 3 primas. Fue muy bonito poder compartir ese ratito con ellas. Pero claro, con tanto cachondeo se me hicieron más de las 2 y me tuve que ir corriendo a casa, porque a las 14:45 venía otra prima a maquillarme.
La llegada a casa también fue muy emotiva porque mi entonces todavía novio me había mandado un ramo de rosas rojas con una tarjeta en la que me expresaba todo lo que sentía por mí, lo enamorado que está de mí y lo especial que soy para él. Al final acabé llorando como una tonta, menos mal que aún no iba maquillada.
Seguir leyendo »Así que nada, comí rapidísimo con mis padres y mis primas y enseguida vino mi prima (que es maquilladora y esteticista) a maquillarme. Fue justo acabar ella y llegar el fotógrafo. Apenas me dio tiempo a ponerme la ropa interior y la bata para que no me pillaran desnuda. En ese momento empecé a arreglarme, que eso fue otro número porque entre mis dos tías y mi madre en qué se vieron de poder subir la cremallera del vestido, por un momento me vi llegando en pantalones cortos al altar. Pero bueno, al final lo consiguieron y me las llevé al salón de mi casa, en donde les tenía una sorpresa preparada a mis tías y primas: allí les dije unas palabras más o menos improvisadas sobre lo importante que habían sido siempre para mí y les regalé un ramo a cada una con las mismas flores que llevaba mi ramo. Fue precioso, acabamos todas llorando de la emoción. Si queréis tener un detalle con alguien especial en vuestro día os recomiendo hacerlo así, en la intimidad, porque es más emotivo y luego no se hace tan pesado/largo el reparto de regalos en el restaurante.
Después de eso nos echamos unas fotos en el jardín de casa, y aquí otra anécdota: una de las gatas de mis padres, que es muy presumida, vino y se puso a posar para salir bien guapa en la foto, jajaja. Nos reímos muchísimo porque hay fotos en las que nadie mira a la cámara salvo ella. Y nada, justo después de esto llego el chófer del Rolls a recogernos a mi padre y a mí para llevarnos al Ayuntamiento de Cartagena. Otro de los momentos más especiales del día fue justo ese, cuando llegué a la puerta del Palacio Consistorial y, al fin me encontré con mi todavía novio ¡Qué guapo estaba! ¡Y qué nervioso! ¡Él estaba más nervioso que yo! No sé si me salté el protocolo, pero no puede evitar darle un beso, como cada vez que nos vemos después de estar un día separados.
La ceremonia fue muy bonita, me emocioné varias veces, aunque conseguí mantener bastante bien el tipo. Ya cuando finalizó, nos hicimos las fotos de rigor y nos fuimos a los Salones Jardines El Paraíso de Cartagena, en donde hicimos la celebración. Fue precioso hacer coincidir el cóctel con la puesta de sol, os recomiendo que, si podéis, retraséis un poco la cena para poder aprovechar esas últimas luces del día. Le dan un toque muy romántico al cóctel, el cual, según me contaron, estuvo muy bueno (yo no lo sé porque apenas lo pude probar). Aquí, sin embargo, hubo un par de detalles que no me gustaron. Por un lado, el restaurante había contratado un grupo de música cubana en directo, que no habría estado mal si me lo hubieran dicho con anterioridad, pues ellos ya sabían que llevaba un cuarteto de cuerda y por culpa de esto, apenas lo pudimos escuchar. El otro detalle que no me gustó nada fue que, sin pedirnos permiso, nos encontrásemos allí con un fotógrafo (muy poco profesional, por cierto) que se dedicó a hacer negocio con nuestros invitados. En fin, son cosas que pasan y por culpa de esos dos detalles no dejamos que se nos amargara la fiesta.
Después entramos al salón al ritmo de “I Believe in a Thing Called Love” de The Darkness. Fue todo un acierto, pues a todo el mundo le encantó. Es una canción rockera, movida, romántica y “buenrollera”. Allí brindamos y empezó a cenar la gente. Digo empezó porque yo apenas pude probar bocado ya que, entre lo apretado del traje y los nervios, tenía el estómago cerrado. Al menos lo probé todo y puedo dar fe de que estaba todo riquísimo.
Y yendo de mesa en mesa se nos pasó volando la noche. Cuando me vine a dar cuenta, ya había llegado el momento de dar el ramo. Sin duda, uno de los acontecimientos más emocionantes de la noche (junto con el baile, claro). Se lo di a mi madre mientras sonaba “Je l’aime à mourir” de Francis Cabrel. Fue un momento muy especial, no sólo por las palabras que dije (también improvisadas, no tenía sentido ensayar nada, porque sabía que con los nervios lo iba a olvidar todo) y porque mi madre no se esperaba nada, también porque, sin saberlo, había escogido una canción de la que mi madre habló en las palabras que nos leyó en la ceremonia. Lo más curioso del caso es que ni siquiera sabía que le gustaba esa canción. En fin, una prueba más de la compenetración que siempre hemos tenido mi madre y yo.
Tras esto, tocó el corte de la tarta mientras sonaba de fondo “I Don’t Want to Miss a Thing” de Aerosmith. La tarta tampoco la pudimos comer porque nos levantaron los camareros para ir a ver los vídeos que nos habían preparado familiares y amigos, pero he de decir que fue una gran elección escogerla de mousse de chocolate negro. A todo el mundo le gustó mucho.
Tras esto, llegó el gran momento del baile. Lo abrí con mi padre con un fragmento del “Vals del beso” de Strauss, para continuar después, con mi ya marido, al ritmo de “Te quiero” de Duncan Dhu.
Y ya finalmente, empezó la barra libre, que duró hasta casi las 6 de la mañana. Aquí tengo que decir que el DJ de El Paraíso tampoco estuvo muy fino. Le descargamos horas suficientes de música para evitar que nos pusiera Despacito y canciones por el estilo, pero hizo lo que le dio la gana. En fin, todo no puede salir siempre perfecto.
Y otro detalle, y a la vez consejo: intentad retrasar el corte de la tarta para repartir ahí los regalos. A nosotros se nos echó el tiempo encima y justo después del baile se empezó a ir gente, por lo que tuvimos que darles los regalos después del día de la boda. También es verdad que, con todo el ajetreo y con eso de ir de mesa en mesa cuando nos fuimos a quedar libres ya habíamos terminado el baile. Otra forma de hacerlo es poner las cestas en la entrada para que la gente los vaya cogiendo. Quizás sea la mejor opción.
Espero que este tostón os haya servido para coger ideas sobre qué hacer y qué no hacer. ¡Ah! Y aunque ya no me conecte tanto como antes, si necesitáis cualquier cosa, mandadme un privado. Siempre los respondo.
Muchísimas gracias a todas por vuestra ayuda y por haber compartido conmigo este año y pico de organización, de alegrías y tristezas, de risas y de lágrimas. ¡Sois las mejores, os quiero chicas! ¡Un beso muy fuerte a todas!
Servicios y Profesionales de la Boda de Miguel Ángel y Miriam









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