La boda de Miguel Angel y Jaqueline en Celanova, Orense

Tras el banquete teníamos a un amigo y testigo de cumpleaños, por lo que como procedía hubo tarta de cumpleaños con mención especial, un corte de tarta un poco diferente al habitual gracias a la idea de Javier de Rectoral, no hicimos el típico corte, nuestra tarta estaba montada en unos copones gigantes, por lo que en vez de corte fue brindis y a copón grande, cucharon grande. Os podéis imaginar cómo acabo la cosa...

Abrimos la barra libre para dar un poco de descanso a la gente, aunque no se habían acabado las sorpresas. Dado que no tenía apenas solteras entre las invitadas el tiro del ramo fue con todas las invitadas mujeres de la boda, es increíble la ilusión que les hace a las mamas y tías coger ese ramo, aunque ya no signifique que serán las siguientes. Tambien tuvimos fuegos artificiales, aunque por desgracia no lucieron mucho dado que no era lo suficientemente de noche. Y como no podía ser de otra manera, tocaba el momento baile... Este no es el punto fuerte ni mío ni de marido, por lo que optamos por compinchar a los primos (y estos a los amigos) para que salieran a bailar lo antes posible, por lo que tuvimos un cachito de cancion solo para nosotros que se cortó muy rápido y pasó a sonar Saturday Night, no es una canción actual pero sí tiene un baile conocido, sencillo y marchoso, lo que hizo que en segundos todos los invitados estuviesen en el centro saltando y bailando. El resto de la noche fue genial gracias al DJ, que entendió perfectamente a qué público se estaba dirigiendo e hizo que todos los pasaran como en las mejores noches de fiesta.