La boda de Miguel y Alba en Huesca, Huesca

El momento de vestirme fue muy emotivo, ya que dos de mis mejores amigas vinieron a casa ayudarme y solo de ver el vestido colgado se pusieron a llorar, y yo casi. El momento de vestirme, joyas fotos en casa se hizo llevadero gracias a la fotógrafa que tiene una energía y un carácter arrollador.

El momento coche, fue un puntazo, puesto que yo no sabía que coche iba a llevar, ya que era una sorpresa de mi futuro marido en ese momento. El coche fue genial. Un escarabajo azul descapotable.

Llegué por la calle de la iglesia ondeando mi ramo de novia, aunque me dieron ganas de asomarme yo entera.

Los nervios todavía no habían aparecido hasta que vi a Miguel, guapísimo con su traje negro y pajarita, todo un caballero bien plantado esperando por mí en la puerta de la iglesia; rodeado de toda la gente que queremos y nos quiere.

Cuando me abrió la puerta del coche y tuve que colocarle el prendido, comencé a temblar, pero conseguí atinar y no pincharle.

Ya con todo el mundo dentro de la iglesia, entraron los padrinos, el novio con la madrina y delante de mí los niños, dos de ellos con carteles con dos frases. Yo entré del brazo de mi padre emocionadísimo y pisándome el bajo del vestido y dando patadas al cancán. Cosas del directo.

El momento de la ceremonia fue muy bonito, ya que varios de nuestros familiares y amigos salieron a leer lecturas y peticiones, pero el mejor momento fue cuando el cura, fuera de protocolo, dijo: "ya puedes besar a la novia". Hizo una excepción para nosotros, porque Miguel se lo pidió insistentemente.

En terminar la ceremonia nos tiraron 25 kg de arroz, directamente con un saco por la cabeza, como si los monísimos cucuruchos que yo había hecho no fueran suficiente.

De ahí nos fuimos a hacer las fotos, dentro de la ciudad, ese momento lo recuerdo como un poco agobiante, ya que hacía mucho calor y yo no me podía mover todo lo ágil que quería.

En llegar a la finca estaba todo el mundo en el jardín y nosotros entramos al sonido de la cucaracha, el claxon del coche, y como buenos invitados valencianos, nos recibieron con una traca.

Ahí seguimos con más fotos de grupo y a continuación pasamos a comer. Nosotros entramos al salón con la canción del chipirón, y ese tono desenfadado y gamberro fue el que predominó en toda la boda.

El menú estaba exquisito, el servicio excelente y la decoración increíble. No me podía creer que 5 días antes llevásemos cajas y bolsas de cacharros y el resultado fuera ese. Todo precioso, mejor de lo que nos imaginábamos.

Hubo muchas sorpresas durante el banquete, tanto de nuestra parte a los invitados como de los invitados a nosotros, ya que tuvimos de todo: bromas gamberras de nuestros amigos, lecturas y videos muy emocionantes e incluso un grupo de Jotas mientras les dábamos un ramo de flores a nuestras madres. Momento más llorón de todo el día porque las cantaba una gran amiga.

De detalle a los invitados dimos jamón para los caballeros y olivos para las mujeres que causaron sensación.

El baile iba acompañado de un video, ya que la canción es una de Bruno Mars, que canta en una seria americana a una pareja de recién casados, y proyectamos el trozo de video. Una vez que terminó de sonar Bruno Mars, comenzó a sonar Lina Morgan "gracias por venir", obviamente para agradecer a todos los asistentes su presencia.

A partir de ahí, ya fue la barra libre, el photocall y el confesionario, aunque creo que hay más de uno que no se acuerda de lo que dijo a cámara. Todo el mundo disfrutó y se lo pasó en grande.

De la finca nos fuimos a un bar típico de Huesca, y sólo decir que el novio y varios amigos terminaron subidos en la tarima sin americana y con zapatillas deportivas de luces.

Sólo decir que sin el grupo de profesionales que teníamos a nuestro alrededor nada hubiera sido posible, y por supuesto sin el apoyo, paciencia y ayuda de nuestros familiares y amigos.

Para mí fue un día 10 que volvería a repetir sin duda, pero que fuera exactamente como fue y por supuesto con la misma gente.

Un abrazo.