La boda de Mark y Marta en Llinars Del Valles, Barcelona

Llegó el gran día, 4 de marzo de 2018, justo hacía 8 años de nuestro primer beso y estaba a punto de dar el segundo más importante, he de decir que ya por la mañana me sentía diferente, algo estaba cambiando, una etapa de mi vida se cerraba para abrirse otra.

Pues bien, Mark y yo nos conocemos desde hace más de 15 años empezó siendo mi mejor amigo y acabó arrodillándose frente a la torre Eiffel, ¡así que imaginaos! ¡Y allí estaba yo a punto de casarme con mi mejor amigo! No podía ser más feliz.

Me preparé para ir a la peluquería con mi madre, tenía claro que el pelo iba sencillo y el maquillaje con un toque mágico. ¡Nos dejaron estupendas!

Cada paso que daba era una sensación única, entonces llegué a casa, puse cuatro lucecitas y puse mi vestido en un maniquí metálico con su capa, los botines en el suelo junto a él.

Preparé galletas y zumo de naranja para la gente que viniese a mi casa. Llegaron las videógrafas, la fotógrafa…Y empezó a llenarse la casa de gente.

Entonces entró mi padre y ahí, en ese momento, me rompí (y él también), y no dejé de llorar hasta que di el sí quiero.

Mi cuñada (mujer de mi hermano) me ayudó a vestirme, junto a ella mis otras damas de honor, dos amigas y mis dos cuñadas, muy emocionante.

Llegó mi hermano. Él sería el que me llevaría al altar, así lo supe desde siempre, ¡coloqué los ramilletes... ¡Y hacia el coche!

En el coche, confidencias con mi hermano, nervios... Llegamos al restaurante, desde abajo escuchaba la canción de la entrada de Mark, por fin llegó el momento, ¡no lo podía creer! Momento de la entrada, mi padre y mi hermano se abrazan, mis damas preparadas y suena mi canción, -happy- de Bruce Springsteen, mi ídolo, allí empecé a caminar, agarrada a mi hermano y en mi mente muchas cosas, ese año que dejaba atrás, los regalos, las sorpresas, la gente que nos ayudó y en un rinconcito, la gente que ya no estaba (mis abuelos)… Y Mark esperando al fondo… ¿Qué podía pedir más? Él es todo lo que yo buscaba, es muy típico lo sé, pero él tenía las piezas que faltaban en mi puzle, nadie más tiene esa fórmula, solo él, la persona que me complementa y dibuja una sonrisa en mi cara todos los días, no podía tenerlo más claro, sí quiero.