La boda de María y Rubén en Burriana, Castellón

En ese momento suena el timbre, los fotógrafos muuuuy puntuales ya estaban en casa ¡y yo en medias! Corriendo y con ayuda de mi padre y mis hermanas conseguimos en tiempo récord pasar los cordones de todo el corsé. Ahora si ya era una novia y es ese el momento en que te das cuenta de que todo es real y te entra ese hormigueo en la barriga.

Empieza la sesión de fotos y entre una y otra vas oyendo murmullo en la calle, cada vez hay más gente en la puerta de casa esperando a que salga. Al final, no pude resisitir y me asomé, las primeras lágrimas empezaron a brotar y a caer por mis mejillas. Fue increíble ver a tanta gente allí por tí, amigos y familiares de muchos sitios de España, que habían ido hasta allí para compartir con nosotros ese día tan especial.

A las siete recibo un mensaje de un amigo para avisarme de que el novio ya iba de camino,¡hay que tenerlo todo previsto! Y por fin llegó el momento de salir de casa. Como mi ciudad está en la Comunidad Valenciana no puede faltar la traca antes de la salida de los novios, así que enciendieron la traca, espectacular, dejando ese aroma a pólvora tan característico.

Subimos al coche y nos dirigimos a l'Alqueria de Mascarós, donde celebramos la boda civil. De camino lágrimas de emoción, sonrisas de complicidad con la familia, un trayecto muy corto pero muy intenso.

Y ya llegó el momento, todos estaban allí, esperando, emocionados, y yo como una niña, riendo y llorando por verlos a todos allí. Cogí a mi padre del brazo y con la marcha nupcial empezamos a desfilar hasta llegar donde esperaba, muy emocionado, el novio.

Una ceremonia preciosa, con palabras de familiares y amigos muy bonitas que nos sacaron una sonrisa y provocaron alguna lágrima.

Y aunque todo el mundo te avisa de lo rápido que pasa ese día, no puedes nunca imaginar que sea tan cierto, ya que cuando menos te lo esperas estás cenando y al momento bailando.

Al pensar en ese día, sonrío al recordarlo todo. Una ceremonia muy bonita, un convite excelente y una fiesta maravillosa que duró hasta las ocho de la mañana.