La boda de María Luisa y Roberto en Vitoria-gasteiz, Álava

Cuando terminé de la peluquería, fui a casa a cambiarme, todo el mundo revolucionado y llegó el momento de la llegada a la iglesia. Iba diciendo “no te emociones y llores”, pero fue llegar a las escaleras y verle y ver a toda la gente y llorar un poco. Durante la iglesia, las lecturas finalmente las leí yo, puesto que mi “maridito” se emocionaba y no podía leer, y eso que de principio ya dije que iba a ser yo la que no podría hacerlo y cambiaron las tornas.

Después ya estábamos más relajados, las fotos por el casco viejo de Vitoria, divertidas, como somos nosotros. En el restaurante, en el cóctel, haciendo fotos a los invitados por colores, unas risas… Momento entrada al banquete con guitarras eléctricas simulando la canción de Europe “It´s the final countdown”. Nos saltamos el protocolo de estar sentados, fuimos por todas las mesas para estar con los invitados. Nos lo pasamos genial saltando, brindando, bailando, tirándonos al suelo, nos daba igual todo con tal que todo el mundo se lo pasara genial.

Llegó el momento de dar los regalos, dos tartas para dos embarazadas, el ramo de novia para mi abuela y para los padres otra sorpresa por el apoyo mostrado. Todo fueron emociones.

Luego el baile, un remix de varias músicas y un vídeo de agradecimiento que pusimos a los invitados. Se terminó la hora del restaurante, pero seguimos la fiesta en otro local con un photocall mega divertido y participativo. Ya iba siendo de noche, pero esto no paró, hasta las 4 y media de la madrugada no llegamos al hotel, cansados, pero con ganas de repetir este día tan maravilloso y apasionante. ¡Qué pena que se pase tan rápido!

Eso sí, para no quedarnos con ese día solo, contratamos con el fotógrafo la postboda en la playa. Espectacular y volvería mil veces a vestirme.