La boda de Marcos y Marta en Terrassa, Barcelona
Rústicas Verano Azul 3 profesionales
M&M
05 Sep, 2015El día de nuestra boda
Mi día B fue corto, emocionante y espléndido.
Me levanté junto con mi prometido, desayunamos, y yo me fui a la peluquería y él a casa de sus padres. Después de la peluquería y el maquillaje, aún tuve un rato a solas conmigo misma para comer y descansar hasta que llegó la fotógrafa y la familia.
Con mis padres, mi hermana, mi cuñado y mi hermana en casa me vestí, con la ayuda de mi madre y hermana, y con la pertinente sesión de fotos. Más tarde, mi padrino - hermano de mi novio- me trajo el ramo y me leyó un poema. Tierno, precioso y con muchos nervios.
Salí con los nervios a flor de piel porque íbamos un poco justos de tiempo, pero entré tranquila en la sala del ayuntamiento. Mi - entonces aún - prometido, estaba hecho un saco de nervios. Cuando me vio llegar se le iluminó la cara y casi no podía ni hablar. Yo, en cambio, estaba muy tranquila, disfrutando.
La ceremonia fue civil, que aunque no suelen ser emotivas, a mí me pareció lo más bonito del mundo saber que, por fin, ante la ley, íbamos a ser una familia. El momento de la salida, con toda la familia y amigos/as tirándonos arroz, también fue para mí un momento muy emotivo.
Seguir leyendo »La celebración de la ceremonia fue en una casa rural, contratando un catering, y hacia allá fue la gente al salir de la ceremonia. Los novios nos dirigimos allí después de una cortita sesión de fotos en un parque.
La llegada a la casa fue muy emotiva porque, mientras sonaba una canción dedicada a las madres, le entregamos la mitad de mi ramo a cada madre: yo se lo entregué a mi suegra y mi marido a mi madre. Y, por supuesto, las dos llorando.
El aperitivo, entre fotos, más saludos y algún vaso roto, y la cena fueron, pasando casi sin darnos cuenta. Los muñecos del pastel se los entregué a mi hermana que se casa el año que viene, y, casi sin querer, estábamos ya en el baile. Me entraron unos nervios fruto del miedo escénico porque, aunque habíamos practicado un poco el vals, la verdad es que no lo llevábamos muy bien. Pero bailamos y nos reímos y, lo más importante, abrimos la fiesta.
Creo que el momento de la fiesta, exceptuando la ceremonia, fue el mejor momento del día porque pude hablar con todo el mundo, bailar, moverme de aquí a allí, achuchar a mi ya maridito, hacernos fotos "no planificadas", etcétera.
Ya ha pasado más de un mes y, la verdad es que ahora sé que lo mejor que pude hacer fue tomármelo con calma, positivamente, tranquilamente y con ganas de disfrutarlo mucho.
Ahora estoy felizmente casada y el día de mi boda no lo cambio por ningún otro. Para nosotros fue como habíamos soñado (excepto alguna anécdota, que siempre las hay): íntimo, divertido, poco formal, ¡y perfecto!
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