La boda de Marco y Mercedes en Villar De La Encina, Cuenca
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M&M
15 Jul, 2017El día de nuestra boda
Nosotros veníamos ya de vuelta. Él no quería ni oír hablar de relaciones serias, tenía bastante con salir a flote y pasar el tiempo que pudiera con su hija. Yo estaba aprendiendo a sobrevivir en una ciudad en la que mi única familia era mi hija, ella era el centro de mi universo y dudaba mucho que nadie se mereciera entrar en su vida. Hasta que llegó él, siempre digo que es un regalo del cielo que alguien me puso delante, no sé si fueron mis angelitos o la Virgen del Carmen, pero necesité muy poco tiempo para saber que él es mi otra mitad y que juntos formaríamos una familia preciosa que aumentaría con la llegada de la pequeña María.
Pienso que si el amor te da una segunda oportunidad hay que celebrarlo, por eso decidimos casarnos. Pero no queríamos nada de hoteles, salones y vestidos con cola. Como suelo decir, yo ya me vestí de princesa una vez... Nos apetecía estar rodeados de las personas que día a día nos acompañan, los que han estado en las duras y en las maduras. Hacer algo muy íntimo, pero con mucha fiesta. Un fin de semana de boda que siempre recordarán.
Seguir leyendo »La fiesta comenzó el viernes, con una cena informal que se alargó hasta altas horas de la madrugada. Comida, bebida, música, baile y muchas risas.
El sábado por la mañana empecé a arreglarme pronto, yo misma me maquillé mientras charlaba con mis dos mejores amigas. Ese ratito quedará siempre en mi memoria. Más tarde llegó mi peluquera de toda la vida, y mi habitación se convirtió en el camarote de los hermanos Marx, pero toda la que pasaba me daba un chute de buen rollo y risas. Y las tres princesas de mi casa entraron para ver cómo me vestía. ¡Verlas vestidas igual fue tan emocionante! Tengo que destacar que no quise un vestido de novia convencional y que fue mi madre la encargada de plasmar mis deseos en tela y ni un Carolina Herrera lo hubiera llevado con más orgullo.
En otra habitación se arreglaba él junto a las dos madrinas. Sí, en eso también quisimos ser distintos, a él le acompañó su hermana y su prima y a mí, mis dos hermanos.
La ceremonia la ofició nuestro cuñado y tuvimos discursos de su hermano, mi amiga y mi hija. ¡Menos mal que hicimos lágrimas de felicidad porque allí se emocionó hasta el fotógrafo!
Optamos por realizar un cóctel largo con un puesto de pescaíto frito, ya que siendo menos de 50 personas no queríamos dividir a los invitados en mesas. Tras la comida, llegó el momento del baile, hicimos un popurrí que sorprendió a todos para seguir con una conga que acabamos saltando a la piscina.
Aquí terminó el protocolo, y entre chapuzones, bailes, y barbacoa nos sorprendió de nuevo la madrugada.
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