La boda de Marco y Laura en Donostia-San Sebastián, Guipúzcoa

Tras darnos el Sí quiero y recibir las felicitaciones de los invitados, nos fuimos al palacio de Miramar para hacernos el reportaje de la boda, ya que queríamos fotos con un paisaje representativo de la ciudad y la vista a la playa de la Concha que tiene el Palacio de Miramar cumplía con nuestras expectativas. A los invitados les ocupamos el tiempo con un tour por las zonas y monumentos más emblemáticos de la ciudad mediante buses que habíamos alquilado con dicho fin.

Posteriormente nos dirigimos al lugar del banquete: Complejo Ametzagaña, elegido por la posibilidad de albergar a los invitados que venían desde la Comunidad Valenciana. Distribuimos la zona del cóctel en varios espacios: Photocall (hecho a mano por mi), libro de firmas, seating, zona de jamonero, otra de barra libre de quesos, otra de sushi y otra de Vermouths, elaborados por mi suegro, el dueño del Bar Viena. Además pusimos una carretilla con hielo y diferentes tipos de cervezas para que los invitados pudieran cogerlas libremente. Mientras nos hacíamos las fotos con los invitados, salieron los aperitivos.

Para la entrada al restaurante elegimos la canción de The concert junto con un vídeo que nosotros mismos diseñamos. Fue todo un acierto, porque la gente se vino arriba enseguida) y luego, durante la cena, hicimos un juego con los invitados, que consistía en que cada mesa debía bailar cuando sonara la banda sonora de la peli que daba el nombre a la mesa y el ganador se llevaba los muñecos de la tarta. Disfrutaron como niños.

Luego repartimos regalos, la liga y el ramo, y tras abrir el baile con un popurrí de canciones animadas, Nemux nos deleitó con un sinfín de música y efectos de luces espectaculares mientras el restaurante preparó un candybar para todos los gustos. Los regalos de los invitados consistieron en jabones caseros de distintos olores para las mujeres y un juego de póker y una botellita de limoncello para los hombres.

Era la primera boda entre nuestros amigos y nos han dicho que hemos dejado el listón muy alto. Fue una boda inolvidable y repleta de sorpresas y fiesta. Repetiría una y mil veces y no cambiaría nada.