La boda de Manuel y Rocío en León, León
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M&R
22 Sep, 2018El día de nuestra boda
Hola a todos. Soy Rocío y el que es ahora mi marido se llama Manuel. Tenemos 33 años y llevamos juntos desde el 2006. Somos de León, hemos estado viviendo 8 años en Madrid y actualmente vivimos en Roma desde el 2017.
Después de tantos años pensando en casarnos y nunca encontrar el momento adecuado, este año al final decidimos que ya no queríamos esperar más. El 28 de enero del 2018 nos prometimos formalmente (digo formalmente porque ya teníamos hablado lo de casarnos mucho antes, pero siempre pasaba algo que nos hacía posponerlo).
Empezamos a mirar fechas, restaurantes y la iglesia. Conseguimos toda la documentación que necesitábamos para casarnos. Lo más complicado de todo conseguir mi certificado de nacimiento, ya que, aunque soy española, nací en Suiza. De hecho, hasta un par de meses antes de la boda, y gracias a mi amiga Sarah, que fue mil veces a protestar, no lo conseguí.
También ha sido horrible lidiar con algunos familiares, ya que preferían que nos casáramos el año que viene y no en el mismo año.
Seguir leyendo »Así que me encontraba en otro país, con 8 meses por delante para poder hacer todo por teléfono o por correo electrónico, ya que antes de la boda solo podía hacer dos viajes:
En marzo tres días: qué aproveché para entregar invitaciones, preparar los detalles de la boda, hacer la prueba del menú, la prueba de peinado y maquillaje, hacer los documentos y el expediente matrimonial en la iglesia y visitar a los proveedores. Y sí, lo hice todo en tres días, con muy pocas horas de sueño y comiendo una vez al día. Vamos, que volví a Roma agotadísima.
En Julio 6 días: aprovechando la boda de una amiga, por lo que ese sábado no pude hacer nada de mi boda, me hicieron dos despedidas de soltera (en Madrid y en León), y como ya tenía todo atado con los proveedores de mi visita anterior, pues aproveché para comprar las alianzas, preparar todos los detalles y los elementos decorativos del restaurante y cosas por el estilo. Vamos, que fueron los preparativos casi como si me casara ese fin de semana, ya que no iba a volver hasta el día antes de mi boda.
Con todo atado, y pasando la mayoría de mis días pegada al teléfono y al ordenador, a 15 días de la boda, parecía que todo lo que podía salir mal, salía mal: gente que tenías confirmada no iba a poder venir, había llevado el vestido de novia en Julio, para dejárselo a mi futura suegra que lo llevara a la tintorería y me dijeron que se había manchado de grasa y que no se quitaba, las alianzas que dejamos a grabar en julio no estaban...
Vamos que, con esa perspectiva, me apetecía muy poquito casarme.
Pero, llegó el gran día. Volamos desde Roma a Madrid y cogimos un tren a León el jueves antes del enlace, por lo que pudimos estar todo el viernes para recoger el vestido, llevar las cosas al restaurante y colocarlas, hacer el repaso de documentos y el ensayo en la iglesia...
Parecía que todo lo que estaba mal se arreglaba, la mancha de grasa del vestido estaba por dentro, por lo que no se veía (como y cuando se manchó es un misterio porque yo se lo dejé impoluto y envuelto a mi suegra).
Y llegó el día. Y, aunque suene a topicazo, el día fue perfecto, aún me parece un sueño.
Me tocó madrugar, pero dormí bien, aunque pocas horas, porque como venía una amiga mía de Madrid a las 23:00, la fui a buscar y nos fuimos de tapas al Húmedo (me dieron las 3 de la mañana).
Vino la peluquera a las 8:00 al Hotel Infantas de León, nos peinó y maquilló a mi madre y a mí. Vinieron los fotógrafos de El Dorado, majísimos los dos, y cuando me quise dar cuenta, pues ya me tenía que ir. Yo no estaba nada nerviosa, pero mi madre que era la madrina y mi suegro, que era el padrino, fue otro cantar.
A las 13:00 era la ceremonia. De camino al altar, el padrino me iba empujando hacia los bancos, la gente mientras yo iba hacía el altar se asomaban y me pisaban el vestido o el velo, por lo que me tuve que parar un par de veces hasta llegar al altar. Pero, por fin llegué, y mi marido estaba guapísimo. A partir de ahí todo fue rodado y rapidísimo.
En la iglesia hicimos el rito celta de encender la vela, que simboliza nuestra unión. Yo misma preparé las velas con unos lazos y unas rosas de papel.
Toda nuestra boda tiene como elemento conductor las rosas rojas, los gatos y las grullas de papel. Tonos rojos y blancos.
Las invitaciones las cogimos en aliexpres, y el diseño de dentro es de una mandala que le dibujé a Manuel hace años.
Mi madre, mi hermana y mi abuela me prepararon como sorpresa un ramo de novia hecho a ganchillo con el prendido del novio a juego, aunque para la ceremonia llevé el que había encargado de rosas naturales, también unos centros de mesa de ganchillo y un photocall, que pusimos una cámara instantánea y ha sido un gran acierto, la gente la disfrutó muchísimo. Preparamos los carteles de las mesas con gatos famosos (la nuestra era Cheshire, ya que me encanta Alicia en el país de las maravillas), y cada invitado tenía una tarjeta con su nombre en un gato, encima de las copas una mariposa con nuestras iniciales, y preparamos un crucigrama y una sopa de letras con nuestras cosas personales. La minuta del restaurante también tenía siluetas de gatos. Los detalles iban en bolsas con gatos y las etiquetas tenían gatos, la mesa dulce también tenía la misma temática, todo sin gluten. Pusimos una cortina de grullas a la entrada. Creerme que, aunque parezca que todo eran gatos, eran detalles pequeños y no quedaba recargado. También pusimos una cápsula del tiempo, pero al ponerla en la entrada, casi nadie la vio.
La ceremonia pasó sin mucho sobresalto, las fotos al lado de la catedral las disfrutamos mucho (estoy deseando poder verlas ya) y llegamos al restaurante.
La entrada con Camela, así como el primer baile, ya que es mi grupo favorito y les sigo desde que salieron y yo tenía unos 6-7 años. La comida espectacular, la tarta preciosa y muy rica, mucho más rica que en la prueba de menú.
Cuando acabamos pusimos un video de nosotros, con fotos de nuestra infancia y luego de nuestra relación... Y aquí me puse a llorar, porque al final del video, mi marido había conseguido un video de Camela, ¡que me felicitaban personalmente por mi boda! Fue un detallazo y aún me emociono. Ángeles y Dioni, si alguna vez leéis esto, mil gracias de verdad, y a Luci, que hizo posible que esto sucediera.
Pero las sorpresas no acabaron aquí.
Yo hice un cuento personalizado, contando nuestra historia hasta que nos prometimos, de regalo para mi marido, se lo encargué a Idoia. Y, por la mañana, la tienda Las Celicias en León, le llevó un desayuno sin gluten a mi marido, que le encantó. Mil gracias a los dos.
Mi marido toca en un grupo, Tipo Singulares, y nos prepararon un mini concierto en acústico, y como homenaje a mí, tocaron Corazón Indomable, de Camela, que corrí a cantar. Mil gracias también a la Discoteca Level, por ayudarles a montar las cosas y prestarles el micrófono.
Los amigos de Manuel le regalaron una copia de su guitarra en gominolas sin gluten. Gracias chicos, le encantó.
Y mi madre y mi hermana consiguieron una foto firmada de Camela, deseándome un feliz matrimonio y nos hicieron un atrapasueños de ganchillo.
El Hotel Infantas de León estuvo atento a cada detalle, no hubo ningún error, muy pendientes de todas las alergias, además, yo para evitar equivocaciones, les había dado unos palillos con unas guitarras para marcar los platos sin gluten o con alguna alergia. Había dos celiacos, diabéticos, alérgico a la manzana, el melocotón y los frutos secos, que no comían carne, que no comían cerdo, gente a dieta.... Y ni un error. El personal muy atento y amable.
También, compré pinturas, cuadernos de colorear para los niños, les hicimos un pase VIP a los pequeños, compramos plastilina, coches, un twister y alguna cosa más y les prepararon una zona de juegos. Estuvieron la mar de entretenidos, incluso algunos adultos, jejeje.
De detalles dimos una bolsa de ronchitos (caramelo típico de León, sin gluten), unas velas de gel, un abre-chapas en forma de as de picas y un tarro de chocomiel que Félix, de Miel Salvaxe del Bierzo, nos preparó con unos botes muy monos y de la medida para poder llevarlo en avión. La choco miel, es miel con cacao puro, el resultado es como una nocilla, con un toque de miel, ha sido un éxito.
Por último, antes de la recena, hicimos un bingo, donde sorteamos unas cajas de experiencia, juegos uno y unos puzzles. El último sorteo, estaba amañado, les tocó a todos línea, pero habíamos escondido unos décimos de lotería debajo de los centros de mesa, cuando los invitados los descubrieron, pensaron que eran de mentira, pero no. La última sorpresa que dimos a nuestros invitados fue regalarles un décimo de lotería nacional del sorteo del siguiente jueves, que al final no toco, pero les hizo mucha ilusión. Aquí le quiero agradecer a Rubén, de la sucursal La 2 de León, que me guardase los décimos hasta el día antes de la boda y que me permitiera encargarlos por teléfono.
Luego, comimos, reímos y bailamos hasta la madrugada. Al día siguiente nos tocó viajar de nuevo para volver a Roma. Ya, por fin después de muchos años, somos marido y mujer.
Por cierto, mi vestido y mis zapatos son del aliexpres. Me he probado mil vestidos en las tiendas, no daba con ninguno que me gustara, y encontré esa imagen, que era justo lo que quería. Por el precio no me lo pensé, me dije, si sale mal, sigo buscando en la tienda a ver si doy con mi vestido. Y no salió nada mal, el vestido es precioso, la tela es buenísima. Lo único que me pasó, es que mi suegra quiso planchan el cancán, y rompió los aros, por lo que se me notaban todos los aros retoricidos, y como ya no abría el vestido, estuve pisando el vestido toda la boda.
Ah, y otra cosa, nadie, y digo nadie, sabe recogerte la cola del vestido de novia. Mi consejo, que os hagan un sistema para poder recoger la cola.
Os dejo algunas fotos, son hechas con el móvil, ya que aún no tengo las del fotógrafo.
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