La boda de Manuel y Paloma en Linares, Jaén

A las 16:30h llegó el fotógrafo que empezó a fotografiar todos los detalles. Yo en ese momento me empecé a poner los pendientes porque sabía que con los nervios no iba a ser capaz más tarde. Al poco llegaron mis tíos para ayudar a vestirme y con los últimos preparativos y llegó uno de los momentos más emotivos: mi tía y madrina me dejó (algo prestado) un brazalete que llevó mi abuela en su boda, una joya familiar. Ahí sabíamos que, aunque no estuviera presente, mi abuela siempre está con nosotros. Después de ese momento en la casa se empezó a notar revuelo, la peluquera y maquilladora vinieron a darme los últimos retoques y a colocarme el velo y ayudaron a mi madre y mi tía a vestirme.

Al rato y después de las fotos de rigor por casa, bajamos hacia la iglesia, aunque antes me encontré con mis vecinas que no paraban de repetirme lo guapa que estaba, cómo había pasado el tiempo desde que nací hasta el día de hoy y lo guapo que estaba mi padre.

Y tras una pequeña vuelta en el coche, llegamos a la iglesia. Mi madre y mi dama de honor me estaban esperando fuera para ayudarme a colocar el vestido y el velo y para decirme que Manu estaba en el altar esperándome nervioso y muy guapo. ¡Cuando me puse en la puerta de la iglesia y vi a todo el mundo levantarse y mirarme sí que me entró el nervio! Además, se me enganchaba el velo en la alfombra de la entrada, pero miré a mi padre, me cogí a su brazo y empezamos a caminar. Fui saludando y sonriendo a la gente que tenía a mi lado y en un momento miré hacia el fondo y vi a mi ya marido en el altar esperando y los nervios se fueron de golpe, ¡sabía que nada podía salir mal!

La misa fue genial, se me pasó enseguida. El cura es amigo de la familia e hizo una homilía muy amena y divertida, la gente se estuvo riendo como si de un monólogo se tratara. Y después de emocionarnos tras la ceremonia del matrimonio mientras escuchábamos a la coral cantar "Hasta mi final" empezaron nuestras sorpresas a los invitados. No solo nos hicieron la ceremonia de la veladura, sino que durante las peticiones, nos pusimos mirando a los invitados. En ese momento me hubiera encantado tener cámaras en los ojos para captar las caras de emoción y felicidad de todo el mundo. Y, tras la comunión, hicimos nosotros el discurso de agradecimiento para los invitados. Nadie lo sabía así que todos se asombraron mucho.

Tras la firma, hicimos unas cuantas fotos y salimos donde nos esperaban para tirarnos el arroz y saludarnos. Yo no podía estar más feliz, a pesar de que los niños de la boda cogieron el arroz y los papelitos, los pusieron en mi velo y lo mantearon un poco. Luego nos fuimos a hacernos fotos al Paseo, donde la gente nos daba la enhorabuena y nos intentábamos mezclar entre la gente, aunque nuestros atuendos nos delataban.

Llegamos al convite con la versión de “La cosa más bella” de Leire Martínez y Sergio Dalma, y empezamos a brindar con todo el mundo. ¡No podíamos parar de sonreír! Luego pasamos al jardín a cenar con la canción de “Happy” de Pharrel Williams bailando sin parar.

¡Y después de la cena, nos fuimos a la carpa a disfrutar de la barra libre! Abrimos el baile con la canción de Lady Gaga "The edge of Glory", primero en la versión acústica y luego con la versión normal, la gente flipó con el baile que habíamos preparado. Y con todo lo que habíamos preparado: mesa de chuches, photocall, fotomatón y DJ/animador, ¡una fiesta hasta las 6 de la mañana! Mi marido y yo no pudimos parar de reír, saltar y bailar. Yo incluso me puse unas zapatillas de deporte blancas con manchas de colores para poder darlo todo mejor.

Fue un día increíble, hasta la fecha el más feliz de nuestra vida. Lo pasamos genial con nuestra familia y amigos y sentimos el calor de todos ellos desde el momento en que los vimos. Cada vez que lo recordamos con amigos o entre nosotros sonreímos y disfrutamos recordando.